
Iniciado por
Manolo la Nuit
Fermene, creo que el problema es que usted no acaba de entender en qué consiste el trabajo policial. Trabajo que tienen todas las sociedades civilizadas, porque lamentablemente, y como en petit comité me ha reconocido en alguna ocasión algún miembro relevante de la CNT, en sociedades complejas no se puede funcionar sin policía. Nuestro trabajo tiene varias facetas, las más importantes de las cuales consisten en ayudar a ciudadanos (y personas que no sean ciudadanos también, no creo que sea necesario entrar en disquisiciones sociopolíticas) y en hacer cumplir las leyes y resto de normas reguladas. En cuanto a esta última faceta, de lo que se trata en un estado de derecho es de que el poder esté lo más repartido posible, para evitar, también dentro de lo posible, abusos. En esta estructura de creación, aplicación de leyes y regulaciones, vigilancia de su cumplimiento y sanción si procede, se encuentran involucradas diversas instituciones: El gobierno (que puede implantar leyes por decreto), las Cortes, el poder judicial, diversos organismos públicos con capacidad de regulación y sanción, y finalmente los cuerpos policiales, cuya única función (en lo referente a policía administrativa) consiste en la vigilancia de que las leyes y regulaciones se cumplen por parte de todos, y en caso contrario informan de su incumplimiento a los estamentos y autoridades previstos. Naturalmente que los policías, como individuos y ciudadanos, tendremos nuestra opinión respecto de estas leyes y regulaciones, pero la opinión es como los culos, cada uno tenemos uno, y salvo en ejemplos preclaros como el culo de Kim Kardashian, en general su valoración será asunto opinable. Si los policías se meten, no ya a cuestionar las leyes y regulaciones, cosa que cualquier individuo pensante no puede evitar hacer, sino a decidir su aplicación o no en función de su idea de cómo deberían ser las cosas, está incurriendo en dos errores: El primero, no está cumpliendo con la función para la que se le paga, es decir, está siendo un mal profesional, y el segundo y conceptualmente bastante más grave, está invadiendo parcelas que no le corresponden de ese poder deseablemente repartido al que he hecho referencia antes. Esto último puede suponer entrar directamente a hacer política, y cuando los miembros de instituciones armadas se meten a hacer política las cosas suelen terminar en revueltas, golpes de estado y guerras civiles.
Los policías no somos los únicos profesionales que tenemos que aplicar procedimientos reglados (por otros). Muchos otros funcionarios vigilan, inspeccionan y reportan incumplimientos de las más variadas normativas. Otros, como los médicos del sistema público de salud, no tienen la libertad que puede tener un médico privado (y digo sólo "puede", porque según en lo que se traduzca esa discrecionalidad le puede hasta costar la prohibición para el ejercicio de la profesión). Los médicos del sistema público de salud tienen que aplicar los protocolos y tratamientos establecidos, independientemente de su opinión acerca de ellos. Y esto está bien que sea así, porque es garantía para el ciudadano de que va a ser tratado conforme a unos estándares aprobados, no por un individuo, sino por comités y organizaciones cuya pluralidad de composición minimiza teóricamente las posibilidades de error.
¿Que hay normas y procedimientos que pueden estar equivocados? Sin duda. Aunque también es cierto que cuando uno escarba más allá de la opinión personal y se preocupa por entender las razones del legislador o del regulador (para lo cual éste no sea probablemente el espacio más adecuado), las cosas no suelen ser tan disparatadas como uno podría pensar. En cualquier caso el propio sistema establece sus mecanismos para la modificación de las normas. Mecanismos a varios niveles, incluso internacionales, como a los que se recurre, por ejemplo, para denunciar algunos artículos de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, o como a los que los guardias civiles hemos recurrido para conseguir una regulación adecuada y moderna de nuestra jornada laboral. Pero hasta entonces las normas son las que hay, y ustedes los ciudadanos tienen la libertad personal de asumirlas y cumplirlas o no (arriesgándose a pagar el precio en este caso, claro), pero los policías no pueden permitirse este lujo (igual que otros funcionarios y profesionales) porque entonces esto sería la casa de tócame Roque, donde cada uno seríamos policía, juez y legislador.
Y esto es lo que tiene usted que entender. Aquí hay gente con las opiniones más diversas. En tema de consumo de drogas, hay gente que pensamos que el consumo de drogas en espacios públicos no debería estar perseguido (en espacios privados hace muchos años que no lo está) mientras no afecte a cuestiones de seguridad (como la conducción), porque es una cuestión de libertad individual en la que el estado no debería inmiscuirse, y hay otros policías que piensan que las drogas son algo intrínsecamente malo y deben perseguirse con dureza. Y todo es opinable y quien crea que está en posesión de la Verdad, en esto y en todo, lo más probable es que sea porque no llega a captar todas las cuestiones del problema. De esta forma, cuanto más sabe uno, más dudas le entran, y por eso el filósofo dijo aquello de que sólo sabía que no sabía nada. Pero estas opiniones personales son irrelevantes porque la norma es la que es, independientemente de lo que cada uno pensemos o deseemos, y el policía que no esté dispuesto a aceptarlo así simplemente se ha equivocado de profesión. Luego en su vida privada podrá formar parte de cuantos colectivos crea conveniente para conseguir la modificación de normas según su idea de cómo deben ser las cosas (excepto militar en partidos políticos en el caso de los que somos militares) pero en su vida profesional tendrá que aplicar la norma vigente en cada momento, le guste o no, que a veces sin duda no le gustará como está.
Ya se que su caso no es una cuestión de sanción por consumo, pero pongo este ejemplo porque es un tema que generalmente se presta más al debate de las ideas. Su caso es una cuestión técnica que sobrepasa las capacidades de todos los que estamos aquí, salvo quizá la de algún bioquímico de Criminalística que esté leyendo esta discusión y que quizá podría aportar información sólida.
También tiene que entender que nosotros no sancionamos. Nosotros nos limitamos a informar de un hecho (denunciar) ante la Autoridad competente, quien valora y sanciona (o en el caso penal, condena) si lo estima conveniente (y le aseguro que no pocas veces no sanciona porque tiene un completo conocimiento de la norma que nosotros no solemos tener, entre otras cosas porque las normas son muchas y de los más diversos campos).
Lamento su caso particular. Sólo usted sabe si consumió o no consumió, pero ante unas determinadas evidencias nosotros tenemos que aplicar el procedimiento establecido.
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