No estoy de acuerdo. No pienso de la misma manera. Las cosas nunca ocurren porque sí. Siempre hay lazos circunstanciales que influyen en el desarrollo de los sucesos y hechos.
De esta tragedia ya nadie se acuerda (salvo los protagonistas) porque así se ha dictado por quienes sostienen los hilos del guiñol. ¡Qué barbaridad! ¡Quien lo diría!....pero no nos ha tocado a nosotros…. ¿en qué fechas cae el próximo puente?...y a otra cosa mariposa.
Hay tantos ejemplos en nuestra reciente historia en que todo se pretendía tapar y quitar importancia de la misma manera, para posteriormente salir a la realidad la verdadera importancia, que llenaría páginas.
Hace unos días hablaba con una ya mujer a la que conozco desde cuando era una simple adolescente. Por entonces era simplemente una chica “algo alocada” y el juicio era siempre el mismo: “Son cosas de los adolescentes. Ya irá cambiando según vaya creciendo”. No cambió y hoy está diagnosticada de un problema mental. Afortunadamente se tomaron medidas a tiempo y hoy día está bajo tutela de la Comunidad, nunca la faltará protección económica y asistencia sanitaria, y lo que es mejor, ella es consciente de su problema y lucha para lograr mantenerse dentro de unos parámetros normales y admisibles. ¿Todo lo que hizo fue porque hubo un momento en que “algo se rompió”?...No.
Yo mismo he sido, junto con el resto de personar bajo mi dirección y responsabilidad, víctima de uno de estos casos.
Se trataba de un chaval, hijo de un compañero, que llega destinado de otro sitio. Desde un principio se advertía cierto grado de desprecio hacia aquellos que eran más novatos que él y cierto despotismo a la hora de tratar con sus compañeros, pero estaba revestido de cierto grado de liderazgo, lo que es importante para el desarrollo de nuestra profesión.
Poco a poco fui advirtiendo que no cumplía lo ordenado. El tenía sus propias ideas y su actitud creaba problemas de convivencia de forma continua.
La primera alarma seria ocurrió con una actuación en que, tras ordenarle el sitio donde tenía que intervenir y la misión encomendada, advertí que no lo había cumplido y su actitud llegó a poner en peligro a otro equipo.
La segunda ocurrió fuera de servicio y terminó con su detención y un expediente abierto. Nunca nos había pasado algo así.
Un día se nos comunicó que estaba de baja…..y nada más.
Fueron pasando los días y los meses y me fue imposible saber la causa de su baja. No era curiosidad morbosa, simplemente es que me preocupaban las cosas que les pudiesen pasar a “mi gente”, ya que los problemas “de fuera” inciden directamente en los problemas “de dentro”. Su padre, al que conocía de sobra sin llegar a ser amigo al uso, siempre me evitaba y nunca, nunca hizo el más mínimo comentario.
Llegó un día un escrito en el que se me notificaba la baja definitiva del servicio del citado muchacho. Tanta paz lleves como nos dejas, pensé.
Posteriormente, y de forma casual, me enteré de todo.
Se trataba de un esquizofrénico que ya venía rebotado del otro destino por los mismos problemas. Su padre había intervenido para cambiar al hijo de destino y así evitar una sanción. Era un chaval que estaba en tratamiento, pero que no lo cumplía a rajatabla , y esos periodos quedaban reflejados en su conducta habitual.
Sinceramente me cabreé muchísimo. Había trabajado con una persona al que no le funcionaba bien la cabeza. Nos había puesto a todos en peligro con su actitud, e incluso a sí mismo. Yo era el responsable de todos y no sabía que tenía a un enfermo mental en el grupo.
Aquí tienes ya unos culpables en distinto grado, y a unas víctimas potenciales. Nada se rompió en un momento determinado; pero estuvo a punto de romperse varias veces y aquello se podía evitar fácilmente….pero no se quiso ni se pudo hacer.
Un saludo.