Esto de los desahucios viene de lejos. Desde que en el texto de la Constitución aparece eso de que “todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna” (ojo, solo nombra a los españoles) aquellos que, por la causa que fuese, no podían acceder a la vivienda, distorsionaron el texto ajustándolo a sus intereses particulares interpretando “derecho” como “obligación”. Ya está. Según esa Constitución que empleamos según nos cuadre, ya tenemos piso. Luego viene la realidad, que es la de cómo acceder a ese “derecho”, y que no es otra que pagarlo. Pero justo en ese punto empiezan los problemas: cuando tenemos que pagar por tener en propiedad o en alquiler las cuatro paredes.
Sí hacemos cuentas nos damos cuentas que a groso modo la mitad de los españolitos (luego añadimos los foráneos) no tienen vivienda en propiedad, es decir, una gran masa de hipotéticos votantes si alguien apoya el sueño de todos: tener una vivienda en propiedad….o cómo sea (aquí la dignidad de la vivienda ya empieza a no tener tanta importancia)
En realidad el problema no sería tal, si toda esta tropa que apoya la ocupación y el impago, en el libre ejercicio de solidaridad social los acogiesen en sus casas; pero no. Lo guay es especular y ser solidarios con las propiedades de otros, y no olvidemos que cualquier propiedad lleva implícito sacrificios y muchas horas de nuestras vidas dedicadas a la obtención de esa propiedad.
Resumiendo; que la señora alcaldesa se lleve a su finca y casa de El Espinar o a su triplex madrileño a alguna de estas familias y predique con el ejemplo. A qué eso no lo hace, pero con la propiedad de otros no encuentra problema….¡nos ha jodío!
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