Todo eso está muy bien; pero hay una cosa que es indiscutible. Si un señor que ha estado dos tercios de su vida portando y manejando armas legalmente no quiere entregarla por las circunstancias que sean, el estado no debería retirársela. Tan “chalao” usando armas puede ser un chaval recién salido de una academia como un abuelo que de los que miran por el “bujero” del cañón para saber si tiene cartucho en la recamara. Todo depende del estado de salud mental del susodicho usuario.
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