Muy bien. Son trabajadores (lo que hoy día es algo importante) pertenecientes a una empresa que a su vez trabaja contratada para otra y toda esa retahíla de chanchullos laborales que los sindicatos de clase han dejado hacer (no voy a valorar si acertadamente o desacertadamente) y los gobiernos (en plural) han montado para no dejarnos a todos en paro permanente (tampoco voy a enjuiciar esto). Ahora se quejan de que trabajan muchas horas y cobran poco y no tengo por qué dudar de la veracidad de esto ni de la honradez de quienes lo afirman (luego habría que ver caso por caso y juzgar). Pero no puedo apoyar su actitud en función de lo siguiente.

En primer lugar me crujen las neuronas al escuchar que alguien proteste porque trabaja mucho y cobra poco en un momento histórico en que hay miles de familias que no trabajan nada y no cobran nada. Dejo a parte las consideraciones empresariales y sus acciones. Es cuestión de ética social y de sentir “solidaridad” con aquellos que son más desafortunados (esto de la solidaridad se utiliza según nos convenga).

En segundo lugar nunca aceptaré que determinados colectivos de trabajadores se aprovechen de la importancia estratégica de su trabajo y del número de la colectividad para imponer su “lucha” y sus reivindicaciones, y sin embargo a la otra mayoría de trabajadores de pequeñas empresas se les tenga olvidados completamente y al resto de conciudadanos les importe un pimiento lo que pueda pasarles, lo que ganen, o las horas que realicen.

Mal ejemplo de justicia social es la que dan los que luchan por ella. Es lo de siempre: yo, mí, me, conmigo….y el resto que allá se las apañe. Muy justo, muy socialmente correcto y muy ejemplarizante.

En tercer lugar no admito que ciertos colectivos en protesta utilicen a los usuarios como rehenes de sus aspiraciones. Para un servidor esto lo considero un delito, pero mis consideraciones son mías y normalmente solo un servidor está de acuerdo consigo mismo.

Hace muy pocos días me interesé por una pareja de ancianos conocidos. Viven solos y ya pasan de los 90 años. Era el día del cumpleaños del señor y soy conocedor de la gran ilusión que le hace el saber que aun se acuerdan de ellos. Llamé por teléfono una y otra vez. Por la mañana, por la tarde, por la noche. Aquello daba la señal de llamada pero nadie respondía. Preocupado llamé a la policía y nos dirigimos al domicilio de los ancianos. Una vez dentro pudimos comprobar que afortunadamente no había ocurrido nada; lo que ocurrió es que alguno de estos trabajadores cabreados y como medio de presión para que se solucionasen sus problemas de trabajar mucho y ganar poco, habían saboteado la línea y el teléfono no sonaba en casa de los ancianos. Ellos no comprenden ni entienden ya nada de nada. Solo lloraban porque pensaban que ya nadie se acordaba de ellos. El abuelo repetía una y otra vez que quería morirse que, además del sufrimiento diario, sentía que había dejado de existir.

¿Es esto justo? ¿Es este el tipo de sociedad que los progresistas y los que siempre apelan a eufemismos demagógicos pregonan machaconamente?....para un servidor NO. Para un servidor esto es una soberana hipocresía social y una sociedad decadente y cerril.

Ahora cada cual que piense su cadaunada.