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  1. #21
    VACAS Y VAQUEROS
    Así, a primera impresión al leer el título, seguramente que nos viene a la imaginación la imagen del paisano en medio de una pradera o en la falda verdosa de un monte con su cayado tirando de longaniza y rebanada de pan de hogaza, pero en este caso nos vamos a ir a ese otro vaquero que sale en las películas americanas con su caballo, sus botas altas, sus espuelas, las zahoneras protegiendo las piernas, el chaleco corto, y su eterno sombrero. Frente a él la imagen de esas vacas con sus enormes cuernos y las inmensas praderas americanas.
    Si hay vaqueros en Norte América, la figura del indio es inevitable, y las peleas y escaramuzas están aseguradas. Es una imagen que hasta los niños tienen asimilada gracias a la propagada que los americanos hacen de su historia; pero seguramente ningún niño y pocos adultos saben que el origen de estas figuras tienen su origen y es una copia de los españolitos de infantería ( también de caballería) que en su momento se la jugaron para la exploración y colonización de aquella tierra. De aquella tierra porque los españoles, aunque se desconozca, llegaron hasta latitudes como la hoy Alaska al sur del río Yukón ( Malaspina, Salvador Hidalgo, Heceta, Cuadra) por el Oeste, y hasta la desembocadura del río San Lorenzo al sur de Terranova por el este ( Ponce de León, Fagundes, Vázquez de Ayllón, Avilés, Verrazano,). Todo esto pasando por los hoy estados de la Columbia Británica ( Canadá), Washington, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Nebraska, Kansas, Missouri, Colorado, Arkansas, Texas, Nuevo México, Arizona, California, Alabama, Michigan, Missisipi, Tennesse, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Florida, y todo esto en los actuales EEUU. ¡Casi na! Que diría un castizo .Pues por allí, por esos mundos de Dios anduvieron los abuelos de los españolitos de hoy, los mismos que ahora andan a la greña por chorradas autonómicas y esas cosas.
    Pero el asunto iba de vacas y vaqueros, y de eso escribiremos.
    Todo comienza en la zona denominada Nueva España, una zona de frontera al sur de Estados Unidos y que por muchos años perteneció a España y en la que colonos, militares, aventureros y frailes se dejaron el pellejo en su intento de colonización y en las eternas contiendas con los indomables indios de las praderas, entre los que sobresalen por su indómita resistencia Apaches y Comanches.
    A finales de 1700, después de muchas alternativas, el poblamiento de la llamada Frontera, en el actual estado de Texas, cambió el procedimiento habitual que los españoles habían seguido para la conquista y colonización de estas tierras. Hasta entonces era una mezcla de palo y zanahoria llevada a cabo por fuerzas militares y frailes redentores, todo centralizado en la figura del Virrey, que era el máximo representante de la corona española.
    Hasta entonces fue la quimera del oro o la busca de la mítica fuente de la eterna juventud la que había movido las voluntades españolas; pero por fin se dieron cuenta que el verdadero tesoro estaba en aquellas praderas y el enorme potencial económico que representaba el ganado.
    El gobierno del Virreinato cedió la iniciativa a los colonos acomodados, que no dudaron en arriesgar sus dineros en crear haciendas y ranchos ( así lo denominaron) en tierras siempre hostiles y de difícil climatología para mercadear con enormes masas de vacas, cuya carne era demandada en todo el continente en el que ya se movían distintos países a la caza y captura de tierras y preponderancias.
    Las vacas llevadas por los primeros españoles tenían que ser de una raza que pudiese soportar la sequedad y dureza de aquellas tierras, y al mismo tiempo tener el carácter necesario para saber defenderse de los depredadores que se les presentasen, y para ello se escogió a una raza de vacas originarias de las marismas del Guadalquivir, cuyo hábitat presentaba ciertas semejanza con lo que las esperaría en el nuevo mundo, y que se denominaba “ raza mostrenca”.
    Cuando fracasaron los primeros intentos de colonización cientos de esas reses quedaron abandonadas vagando por los campos, teniendo que adaptarse a las circunstancias, cosa que consiguieron en menos de cien años y dando origen a una nueva raza, la conocida por “cornilargos” y que es la que todos conocemos por las películas americanas.
    Junto a este ganado bovino quedaron los caballos, que también dieron origen al famoso “mustang” y que tanto significó para prolongar hasta el infinito las guerras indias.
    Ya sabemos el origen de las vacas y la genética de su pedigree. Andaluzas y peleonas. Ahora vamos con los vaqueros.
    Pues en este caso también tienen su origen en los militares españoles que se ganaban la vida por esas latitudes.
    Pronto se dieron cuenta los españoles que el armamento que les había dado la supremacía en los campos de batalla de Europa, no era el más apropiado para el tipo de lucha a la que se enfrentaban, y sobre todo no era el adecuado en un clima de semejante rigurosidad.
    Los morriones protegían la cabeza, pero eran insoportables de aguantar en medio del calor de Nueva España. La coraza protegía de golpes y flechas, pero menguaba la movilidad y era como vivir eternamente en una sauna. Las armas de fuego fueron, junto con el caballo, determinantes en los primeros años, pero los indios pronto aprendieron a paliar esta ventaja, además de que pronto se convirtieron en jinetes extraordinarios sin haber comprado ni un solo jumento. Una descarga de armas de fuego podía frenar una masa hostil en ataque, pero aquellas armas necesitaban mucho tiempo para volver a cargarse, y cuando volvían a estar listas para su uso ya tenían a los enemigos encima; así que optaron por adaptarse a las circunstancias cambiando la exclusividad de las armas de fuego por largas lanzas, la protección ante las armas cortas de los indios confiársela a una especie de escudo parecido a aquellos que aparecen en los grabados de los moros de la reconquista, la coraza la sustituyeron por una especie de chaleco largo que les llegaba hasta las rodillas y conformado a base de capas de piel de vaca; buena protección y mayor libertad de movimientos; el yelmo lo cambiaron con un más práctico sombrero de ala ancha similar al cordobés y que posteriormente evolucionó en el descomunal mejicano y el más manejable “americano”.
    Estas tropas eran los denominados Dragones de Cuera, por llamarse así el largo chaleco que les protegía y les daba la figura característica.
    Luego, posteriormente, esta manera de vestir fue evolucionando hasta la que todos conocemos en los famosos vaqueros americanos, por una parte, y la más exagerada y llamativa de los charros mejicanos, ya que el estilo y origen se creó en el mismo espacio geográfico, aunque posteriormente derivó en dos naciones distintas.
    Por desgracia, o por ventura….¡vete tú a saber!, aquello no cuajó. La presencia española fue poco a poco diluyéndose a favor de los más agresivos e incisivos anglosajones. Los eternos conflictos internos de España, la falta de población en unos territorios tan extensos, la lejanía de España de un mundo naciente , las ambiciones de los nuevos americanos nietos de los españoles que sólo conocían aquellas tierras y ya no tenían sentimiento de raíces españolas, la presión de otras naciones; y sobre todo la rigidez de la política española impidió las excelentes perspectivas económicas de aquellas tierras. La obligatoriedad de ser católicos y las restricciones al comercio libre supusieron un lastre insalvable, porque sobre todo se competía contra la agresiva economía norteamericana, donde la libertad económica y la libertad de religión se anteponía a cualquier otra consideración.
    Como siempre nuestro quijotismo y el querer ser más papistas que el Papa cambiaron el curso de la historia. Pero lo que no pueden cambiar es la realidad incuestionable de nuestra presencia y el origen de uno de los íconos más utilizados y explotados por los americanos.
    Las vacas eran de origen andaluz, los caballos españoles, y la indumentaria un invento de los sufridos milicos españoles.
    ¡Qué cosas! ¿verdad?

  2. #22
    jl@pez1957
    Guest
    Interesante, curiosa e instructiva historia Arevacoss.

    Y de nuevo lo mismo,

    Somos los españoles poco constantes, sin visión de futuro, nos despistamos por todo........y encima la siempre eterna religión.

    Vamos que poco aprendemos de nuestro pasado.


    Me ha gustado tu historia.

    Saludos cordiales

    ©Jlopez1957

  3. #23
    Gracias por el comentario, Sr. López. Ya verás de lo que te enteras cuando escriba algo sobre los famosos indios…pero ahora otras cosas tienen prioridad.
    De todas formas no cargues la culpa del fracaso colonizador en la religión. Aplica el “rotulador verde” ese y subraya lo positivo.
    A diferencia de los colonos anglosajones, los españoles impusieron leyes que exigían el respeto hacia los indios, y los promotores de ese respeto integrador partió de los religiosos. La justicia del rey pillaba muy lejos y la avaricia y prepotencia del ser humano es innata a su condición. Los mayores males vinieron por la indefensión de los indios a las enfermedades que los europeos llevaron desde el viejo continente; tanto españoles, como franceses, como ingleses; aunque los primeros fuimos nosotros.
    También hay que recapacitar y analizar el proceso en función del momento histórico. España acababa de terminar su reconquista contra un invasor que basaba su modo de vivir en una religión que hizo correr ríos de sangre ( todavía a día de hoy siguen igual) y todavía no habían terminado de solucionar el problema turco. No es de extrañar que el catolicismo real fuese el eje principal alrededor de donde giraba todo.
    Lo importante de todo esto es dar a conocer una parte desconocida de nuestra historia, buena en algunos aspectos y menos buena en otros, como cualquier cultura colonizadora; y que sepamos y seamos conscientes de la enorme riqueza histórica que atesora el país más antiguo de Europa.

    Saludos y otra vez gracias.

  4. #24
    Teniente General Avatar de Nefertari
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    Así que el principio fue…unas mostrencas andaluzas…..que cosas. Nada de esto sale en las pelis americanas que inundan la historia del celuloide, ni el curioso origen del “traje” vaquero que tanto nos ha enseñado Hollywood…..

    Un placer de lectura, datos desconocidos de los inicios de ese gran país EE.UU.. Poco rastro han dejado de las huellas españolas por aquellas tierras, unos cuantos nombres quedan en algunas ciudades.

    Gracias por compartir este historia Arevacoss….

    Un saludazo.
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  5. #25
    El cuadro de Eugenio Álvarez Dumont. Un cuadro "equivocado".....o "el cuadro del olvido"

    Existe un cuadro que representa el ataque feroz de un chispero madrileño contra un coracero francés en la jornada del 2 de mayo de 1808. Es de Eugenio Álvarez Dumont, pintor español de finales del 1800. El cuadro se titula “Manuela Malasaña” y figura hasta en los baldosines de cerámica que anuncian la calle actual en Madrid.
    Pues este es un ejemplo más de cómo nos trasmiten la historia y lo poco rigurosos que suelen ser con hechos tan importantes.
    Manuela Malasaña es una de las heroínas que pelearon alrededor del Parque de Monteleón. Costurera y vecina del barrio donde debía ser muy querida y apreciada. Hay varias versiones de su muerte, y en realidad no se tiene certeza de cómo sucedió su asesinato.
    Pero lo que sí se puede aseverar, es que la representación del cuadro de Álvarez Dumont no corresponde a la muerte de Manuela.
    Lean vuestras mercedes.
    (Primero una parte novelada)
    El zapatero Pablo García Vélez, de 20 años, busca a su padre ( Felipe García Sánchez) perdido en la última huida del acoso de los franceses. Camina herido por un golpe de sable en el cuero cabelludo, por donde sangra abundantemente. Está exhausto por la lucha continua y por las carreras que sin descanso han tenido que realizar para lograr zafarse del acoso francés. Ahora camina con precaución de portal a portal. Busca una huida en una ciudad casi tomada en su totalidad por las tropas invasoras.
    Al pasar por uno de los portales vislumbra en la penumbra de las escaleras la figura de una mujer. Es una joven de unos 16 o 17 años que permanece tranquilamente sentada.
    Pablo se extraña de la presencia de la casi niña y la aconseja que abandone la escalera y suba a su casa; pero la muchacha le indica que esa no es su casa, y que espera a que todo se calme un poco más para irse.
    Pablo aprovecha y se sienta junto a la joven, quien le ofrece un trozo de pan que lleva en una cesta. Dice la joven llamarse Antonia Nieto Colmenar, costurera y vecina del barrio. Había salido a primera hora para realizar unas compras y se vio sorprendida por la algarada y los disparos, buscando refugio en el portal.
    Pablo se fija más detenidamente en la muchacha y observa que tiene la falda manchada de sangre y se lo hace saber, indicando esta que se trata la de un hombre caído un poco más arriba al que trató de socorrer, pero que ella está intacta, lo contrario que el joven. También le cuenta que había tratado de buscar refugio en alguno de los pisos de la casa, pero aquellos que abrieron sus puertas, al ver la sangre la negaron el auxilio.
    Poco después la muchacha hace intención de irse, a lo que Pablo se opone diciendo que espere un poco más, pero Antonia argumenta que hace mucho tiempo ya que salió de casa y que deben de estar muy preocupados por su tardanza.
    Se despiden y Pablo ve marchar a la joven alejándose poco a poco calle arriba sujetando con una mano la cesta y con la otra recogiendo la falda.
    En ese momento los cascos de unos caballos se dejan oír y al instante aparecen las figuras de cinco coraceros franceses.
    (Ahora empieza el testimonio fidedigno y recogido de un testigo)
    Se trata de Lucas Espejo, de 50 años y oficial de la Biblioteca Real, que vive en esa calle y es testigo de los hechos desde una de las ventanas de su piso.
    “Observé a cinco coraceros franceses persiguiendo a una joven, que corrió delante de los caballos hasta que la atropellan y la derriban. Tres de ellos siguen adelante, pero los otros dos se detienen y caracolean sus monturas alrededor de la aturdida muchacha. La joven intenta escapar, pero uno de los coraceros la agarra brutalmente del pelo inclinándose desde la silla de montar. La joven se defiende y muerde con fuerza la mano del coracero, a lo que este levanta el sable y la derriba.
    Añade Lucas Espejo : “ Vi salir a un hombre joven con alpargatas, faca, chaleco y en mangas de camisa, que se arrojó navaja en mano contra el coracero, apuñala al caballo en el cuello hasta que consigue que doble las patas delanteras, y aferrándose al jinete, encaramado sobre la montura, le clava al francés una y otra vez la navaja por la escotadura de la coraza, antes de que el segundo coracero, acercándose por detrás lo mate de un tiro de pistola a bocajarro”
    Ahora echen un vistazo al cuadro de Eugenio Álvarez Dumont, y verán esta escena retratada a la perfección.
    Álvarez Dumont nació bastantes años después de los hechos ( 1864), y sin duda realizó su obra basándose en el relato de la muerte de Antonia Nieto y de Pablo García Vélez.
    No sé por qué la tituló “Manuela Malasaña”. Quizás porque era consciente de que nadie sabía con certeza como murió Manuela, o quizás porque era esta mucho más famosa por sus acciones en el Parque de Monteleón que la casi anónima y cándida Antonia . Pero lo curioso es que nadie, de los que deben guardar la mayor veracidad de los hechos, se ha preocupado en deshacer el entuerto llevando a la distorsión de la historia en perjuicio de una de las víctimas inocentes de aquel maldito y a la vez glorioso día.

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