Era una tarde de junio. El centro comercial estaba lleno de gente. En su aparcamiento había un Ford Sierra. El maletero del Ford Sierra estaba lleno de amonal. Poco después de las cuatro de la tarde de aquel 19 de junio, el temporizador detonó la carga. Murieron 21 personas, entre ellas varios niños. La mayoría de las víctimas eran mujeres. Otras 45 resultaron heridas.
El centro comercial se llamaba Hipercor y estaba situado en la avenida Meridiana de Barcelona. Corría el año 1987, y existía todavía una organización llamada Herri Batasuna. En un comunicado que difundió tras la matanza, dicha organización lamentó el bombazo de manera impersonal, como si fuera una desgracia caída del cielo. Las únicas responsabilidades concretas que encontró en el hecho, y se detuvo a señalar, fueron las que en su criterio correspondían a la policía y la empresa propietaria del centro comercial, por no desalojarlo a tiempo, y causar con ello una mortandad que en realidad perseguía finalidades propagandísticas. Visto en retrospectiva, resulta alucinante, pero en aquellos días era normal escucharles a sus portavoces cosas como aquélla: si alguno de ellos hubiera sostenido que el Sol da vueltas a la Tierra o que los conejos cazan lobos a nadie le habría producido mayor asombro. Tal era la marca de la casa.
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Por aquellos años existía en la comunidad agredida por este nada delicado procedimiento del coche-bomba una entidad llamada la Crida a la solidaritat en defensa de la llengua, la cultura i la nació catalanes (en denominación abreviada, la Crida). En teoría defendía el catalán, frente a la amenaza de la lengua española. La práctica llevó a que se le imputara alentar una variedad de actos de afirmación independentista, incluidos algunos con tipificación penal: lanzamiento de cócteles molotov, robo de banderas, daños, vivas a terroristas. Por alguno de ellos llegó a condenarse a algún dirigente. Hubo un cierto escándalo cuando se publicó que subvenciones dadas por la Generalitat, y destinadas en teoría a otros menesteres, habrían acabado yendo a parar a cuentas corrientes de responsables de la organización.
Según los diarios barceloneses de la época (ésta es la fuente que tenemos, con todas sus limitaciones), tras lo de Hipercor la Crida "coincidió" con el comunicado de Herri Batasuna. Sucede además que con posterioridad, y según informes policiales, llegó a ofrecerle su apoyo para la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo. Por aquellos años era portavoz un ciudadano de apellido Sànchez (versión catalanizada del muy castellano "hijo de Sancho") que, dicho sea de paso, y también según los diarios de entonces, manejaba una de las cuentas bancarias a donde fueron a parar subvenciones dudosamente justificadas.
Han pasado 28 años, y este solsticio de verano de 2015 es buen momento para recordar a esas 21 personas a las que se les cortó atrozmente el camino, en su madurez o en plena infancia. También la indignidad con que algunos rehusaron atribuir la conducta a quienes pusieron el explosivo en un lugar donde sólo podía hacer un daño indiscriminado, para cargarlo en la cuenta de quienes gestionaron como pudieron la deficiente información suministrada por los verdugos, en una de tantas ocasiones en que se amenazaba de bomba por aquellos oscuros días.
Igualmente es momento a propósito para recordar a todos aquellos que, ya fuera suscribiendo ese comunicado, ya ayudando a cosechar votos, vinieran a convalidar de un modo u otro tal alarde de insensibilidad. El tiempo pasa, los muertos quedan atrás, pero los vivos continúan. Aquel portavoz Sànchez, que desde la Crida combatía entonces la castellanidad que desprende su apellido, sigue en la brecha, como líder de la influyente asociación que impulsa la declaración de independencia.
Y es que, a veces, la Historia retorna de manera inoportuna.

http://www.elmundo.es/espana/2015/06...e328b4597.html