Me uno a los sentimientos expresados, pero con pésames y buenos deseos no solucionamos nada.
Este tipo de muertes se han dado y se dan con demasiada frecuencia, y es tristísimo salir un día para trabajar y no volver a casa. Puedo admitir la inminente peligrosidad y el riesgo que supone una intervención con delincuentes o en situaciones de riesgos naturales, pero no puedo entender que sea tan sumamente peligroso las actuaciones en carreteras.
Evidentemente el simple hecho de vivir y movernos en nuestro entorno conlleva riesgos, pero son riesgos controlables y que se pueden paliar en gran medida. Igual que nos damos cuenta que una maceta colocada por la parte exterior de un balcón o terraza es un peligro en potencia y consecuentemente legislamos y ponemos remedio, igualmente deberíamos estudiar estos casos y tratar de minimizar los posibles riesgos.
Según cuentan en la noticia es el despiste debido a la curiosidad de un conductor el hilo desencadenante de la tragedia, y aquí ya encontramos una circunstancia que se puede solucionar , aunque sea a medio o largo plazo. ¿Cómo? Pues con la implantación de la educación vial desde parvulitos, por una parte, y la ampliación educativa y de formación especifica para estos casos cuando se accede al permiso para manejar un arma tal como es un vehículo.
Esto en lo que se refiere a los futuros conductores en general; y para el personal que desarrolla su actividad profesional en las carreteras estudiando e implando protocolos de actuación y elementos técnicos que sean susceptibles de asegurar lo más posible sus vidas y su integridad física cuando realizan su trabajo.
Queda el tercer elemento: el espacio físico donde hay que trabajar, que son las vías de circulación, y estas también pueden, a base de inversiones y sentido común, ayudar a minimizar riesgos. ¿Cómo? Pues con el diseño de las vías. La construcción de arcenes adecuados y con el suficiente espacio de seguridad cuesta mucho dinero a la administración, pero una simple vida humana no tiene precio.
Particularmente hay colectivos participantes en emergencias, como el mío, en que es obligatorio emplear los vehículos a modo de protección para asegurar un espacio seguro de trabajo ( aparte del que las fuerzas de seguridad puedan proporcionar), y últimamente, para paliar el efecto del “curioso” , se utilizan una especie de “biombos” que aíslan y ocultan a la vista el objetivo de la curiosidad y la morbosidad habitual. Los resultados son razonablemente buenos; aunque debemos ser conscientes de que la seguridad total es metafísicamente imposible.
Por lo demás, pues lo dicho. Me uno a los sentimientos de sus compañeros; pero con eso no basta.
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