Buenos y calurosos días D. Manuel.
Entiendo a la perfección el espíritu de su opinión, y sepa de antemano que estoy totalmente de acuerdo en el fondo; pero discrepo en lo que supone para la reafirmación interesada de aquellos que no piensan así y quieren imponer sus fronteras, sus calles, sus barrios, sus mares, sus ríos, y en definitiva su particular mundo.
La aceptación de mentiras históricas cambia radicalmente ese mundo ideal que nos gustaría a los nobles de corazón. No debemos dejar que nos engañen y hay que denunciar socialmente sus aberraciones, aunque solamente sea por ese muchacho que crecerá en la mentira y se enfrentará en su día contra quien le lleve la contraria.
Esa es mi humilde opinión.
Un cordial saludo.