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  1. #11
    jl@pez1957
    Guest
    ¿Todo se repite tan pronto?

    JAVIER MARÍAS

    Ya sé cómo son este hombre o esta mujer. Los he visto antes; sé sus métodos, de qué van............


    http://elpais.com/elpais/2015/07/24/...03_701635.html

    Siempre se ha procurado decir que cumplir años traía algunas ventajas, y como éstas eran poco tangibles (sabiduría, serenidad y cosas así), parecía ser, más que nada, un vano intento de consolar al envejeciente. Yo, de momento, no veo grandes inconvenientes en la edad que he alcanzado, pero últimamente sí hay algo que me empieza a *preocupar, o a fastidiar, o a decepcionar. Mis años ya son bastantes, pero están lejos de los noventa, los ochenta y aun los setenta que acumula tanta gente alrededor.
    Quiero decir que no ha pasado tantísimo tiempo desde que llegué al mundo, menos aún desde que me incorporé a él plenamente –eso se producía, en mi época, cuando uno entraba en la Universidad–. De eso hará unos cuarenta y seis años, lo cual, en términos globales, es apenas un soplo, un periodo bien breve que no justificaría mi sensación, cada vez más frecuente, de asistir a supuestas novedades que no son sino repeticiones de cosas ya vistas. Ojo, no vistas ni oídas de segunda mano, o estudiadas en los libros de Historia, sino vividas directamente por mí.

    Hoy vuelve a jalearse la novela “social” de la cual en España tuvimos hasta morirnos de aburrimiento
    Me ocurre a menudo con la literatura, el cine y la música, las tres artes que más me acompañan. Leo novelas o poesía o ensayos que se me presentan como innovadores o vanguardistas o "postcontemporáneos” o “transmodernícolas”, elijan el término que prefieran; y, con alguna excepción, me encuentro con piezas que para mí son antiguallas, cosas ya probadas en los años cincuenta, sesenta o setenta del siglo XX (y luego arrumbadas en su mayoría, por tontainas, plomizas o huecas).
    Hoy vuelve a jalearse la novela “social” o “comprometida”, por ejemplo, de la cual en España tuvimos hasta morirnos de aburrimiento. Y no es que la actual coincida en sus intenciones con la del “realismo social” pero sea enormemente distinta: no, es casi idéntica a la más apesadumbrada y pedestre de los cincuenta y sesenta, cuando no una ínfima parodia de Galdós.
    Otro tanto sucede con los “experimentalismos”, que parecen imitaciones de los de los setenta, y con el mismo grado de pedantería. Como si no hubiera transcurrido el tiempo, hay ensayos que a su vez son remedos levemente aggiornati de Deleuze, Barthes, Foucault y hasta Sartre (sin quitarles a ninguno su mérito, nada tiene eso que ver).
    Hoy causa furor mundial el “filósofo” Zizek, al que no he leído ni oído más que trivialidades vehementes salidas de la máquina del tiempo, todas me recuerdan a mi más estúpida y pomposa juventud. Lo mismo en cine: la celebrada Ida, con su saco de premios, es la mera regresión a las producciones setenteras del Este que veíamos en cine-clubs. Hasta han vuelto la solemnidad y la unción con que solían contemplarse estas antigüedades.

    Pero lo más curioso es que esa sensación de déjà vu se experimente también con las personas. Uno ve a la mayoría de los políticos del PP y piensa: “A este individuo, más joven que yo, lo conozco perfectamente, sé cómo es, lo he visto antes, probablemente en el franquismo que hube de soportar hasta los veinticuatro años. ¿Cómo puede ser, si el sujeto en cuestión sería un niño o una niña, o acaso no había nacido, al final de la dictadura?”, se pregunta uno con perplejidad.
    Ve uno a Pablo Iglesias y a no pocos correligionarios suyos y lo asalta la misma sensación: “Yo he conocido a estos tipos en el pasado lejano; es más, milité junto a ellos, breve tiempo y a desgana –más que nada, por oponerme al franquismo–, en mi primerísima juventud. Dicen las mismas cosas y tienen las mismas actitudes que los prochinos de mi primer curso de Facultad, con algún tic de los trostkos y algún otro de los miembros del PCE más cerriles y stalinistas, ya anticuados entonces. ¿Cómo es eso, si ellos no vivieron aquellos tiempos?”

    La desazón va más allá.
    También con los particulares, gente nueva o joven a la que uno conoce, me es cada vez más frecuente pensar pronto: “Ya sé cómo son este hombre o esta mujer.
    Los he visto y padecido antes (o disfrutado, no crean); sé sus ambiciones, sus métodos, de qué van, qué es pose en ellos y qué no; si son o no de fiar, si son soberbios o angelicales; si son sinceros o falsos, aduladores y trepas o nobles y que van de frente; incluso si tienen buena o mala índole, si son unos farsantes y cantamañanas o gente que se esfuerza en pensar por sí misma; si son listos, tontos, listos-idiotas o aparentes bobos con arrebatos de brillantez”. Claro que uno no es infalible y puede equivocarse, pero eso no quita la sensación de saber, de “reconocer”. A eso se le debe de llamar “ser perro viejo”.
    A que resulta más difícil engañarlo a uno: ha visto y oído ya mucho, ha prestado atención, y quizá la variedad humana (o española), pese a su fama de infinita, en realidad no da mucho de sí.
    No hay duda de que hay arquetipos que permanecen y se reiteran a lo largo de siglos, son preexistentes a la fecha de nuestro nacimiento. Y uno tarda en aprendérselos, estamos todos condenados a una larga fase de ingenuidad, de ser pardillos.
    Pero, una vez dejada atrás, resulta descorazonador y decepcionante ver cómo vuelve todo lo antiguo una y otra vez, como si la capacidad de inventiva se agotara pronto. En menos de lo que dura una vida, que ya es decir, porque la vida siempre es corta.





    ©jlopez1957

  2. #12
    jl@pez1957
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    EDITORIAL EL MUNDO
    El inmerecido premio a Wert compromete la credibilidad de Rajoy


    http://www.elmundo.es/opinion/2015/0...2248b459f.html


    La utilización de los cargos de libre designación como una herramienta al servicio de los intereses personales es una práctica difícilmente digerible para los ciudadanos de una sociedad democrática avanzada. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cometió ayer un lamentable error al nombrar al ex ministro de Educación José Ignacio Wert como embajador jefe de la Delegación Permanente de España ante la OCDE, con sede en París. Wert había manifestado de manera notoria su deseo de ocupar ese puesto vacante para acompañar a la capital francesa a su esposa, Montserrat Gomendio, la ex secretaria de Estado con la que inició un noviazgo al poco de llegar al Ministerio que compartían y que desde hace dos meses es directora general en ese mismo organismo internacional.

    Llamativamente, un hombre tan poco amigo de los cambios como es el jefe del Ejecutivo ha accedido a facilitar la salida de Wert del Gabinete, primero, y después a buscarle una importante responsabilidad de representación institucional muy bien remunerada junto a su mujer en París. Resulta obligado pedir explicaciones a Rajoy por un comportamiento tan espléndido con quien ha sido un mal ministro, el peor valorado de la legislatura, cuando además el presidente había sido advertido de las fuertes críticas que tendría que padecer si se plegaba a los deseos de Wert.

    Wert no se lo merece porque abandonó a petición propia el Ministerio de manera irresponsable, a poco más de dos meses del inicio del curso escolar y con varias comunidades amenazando con no aplicar la nueva ley educativa, por lo que dejaba así a su sucesor una difícil papeleta. Rajoy ya escogió entonces la peor forma de comunicar a la opinión pública su relevo por Íñigo Méndez de Vigo, esperando a última hora de la tarde de un viernes para enviar una escueta nota a la prensa en la que no se daba ninguna explicación.

    Ese tipo de prácticas, que denota mala conciencia y poco respeto por el papel fiscalizador que deben cumplir los medios en democracia, volvió a repetirse ayer. El Gobierno difundió el real decreto con el acuerdo del Consejo de Ministros que nombra a Wert cuando ya había finalizado la intervención en la que Rajoy hizo balance del curso político. El presidente eludió así que los periodistas le pusieran en un aprieto por tan espinoso asunto. A nadie se le escapa, asimismo, que la noticia se dio al mismo tiempo que buena parte de los españoles iniciaba sus vacaciones de agosto, periodo en el que por razones obvias desciende considerablemente la intensidad del debate público.

    El Ejecutivo, que paradójicamente se queja de que tiene un problema de comunicación, parece no comprender que decisiones como ésta acreditan su distanciamiento de la sensibilidad ciudadana. Y desde luego no ayudan a reforzar la credibilidad de su gestión. Ayer Rajoy no se movió un ápice del discurso de bonanza económica con el que espera que el PP gane las elecciones. Qué duda cabe de que el presidente puede exhibir datos que confirman la recuperación, como ese crecimiento del PIB por encima del 3%. Pero en el mensaje de Rajoy siguen faltando líneas maestras de acción política para hacer frente a los principales desafíos que tiene el Estado. En cuanto al reto independentista catalán, mostró gran firmeza a la hora de negar que se vayan a celebrar elecciones plebiscitarias, aunque se echó en falta una mínima voluntad de seducción política. De nuevo, también, perdió la oportunidad de abordar la lacra de la corrupción de un modo creíble y valiente. Si el PP pretende que la sociedad lo vea como un partido comprometido con la regeneración que demanda el país, lo último que debe hacer el Gobierno es conceder regalías como la de Wert.




    ©jlopez1957

  3. #13
    jl@pez1957
    Guest
    EDITORIAL EL MUNDO

    Las comisiones por el uso de cajeros son un intolerable abuso al ciudadano



    http://www.elmundo.es/opinion/2015/0...5248b45ae.html


    La ecisión de BBVA y Banco Santander de empezar a cobrar una comisión a quienes no sean clientes y saquen dinero de sus cajeros automáticos, tal como ya hace CaixaBank, ha causado una gran indignación entre consumidores y usuarios. El Banco de España se pronunció ayer en plena polémica recordando a las entidades que la medida es contraria a la obligatoriedad de que en cada retirada de dinero sólo se cobre una comisión, ya sea por la entidad dueña de la tarjeta o por la propietaria del cajero. Pero, más allá de emitir la advertencia, el regulador no ha avanzado ninguna iniciativa para impedirlo ni ha anunciado sanciones.

    Este anuncio ha coincidido, además, con la noticia de que los seis mayores bancos españoles han ganado en el primer semestre del año un 48% más que en el mismo periodo de 2014, unos magníficos resultados que tienen que ver, entre otras cosas, con la caída de la morosidad y el crecimiento del margen de intereses, pero también con el aumento más que considerable de ingresos por comisiones. Desde el estallido de la crisis, todos los ciudadanos han comprobado cómo sus entidades empezaban a cobrarles por servicios por los que antes no se pagaba. En este contexto, la intención de empezar a imponer también estas comisiones en los cajeros supone un auténtico y desmedido abuso, que resulta del todo injustificable.

    Además, una medida así podría contravenir la legalidad vigente. Sin ir más lejos, la Comisión Europea investiga desde hace tiempo por esta práctica a CaixaBank, a la que ya le ha requerido documentación y ha pedido "explicaciones de este modelo de servicio", con el fin de establecer si se ajusta o no a la regulación comunitaria. Y en nuestro país, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) deberá intervenir también ante las sospechas de que las entidades bancarias mencionadas hayan podido pactar la fijación de la misma comisión de dos euros, algo que sería ilegal, más allá de que el nuevo escenario supondrá una gran merma competencial para pequeños bancos y entidades con escasa red de cajeros.

    Un Estado avanzado como el nuestro necesita un sector bancario sólido. Pero tiene ya demasiados productos que reportan enormes beneficios como para estrujar aún más la cartera del ciudadano de a pie.



    ©jlopez1957



    Con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, hay sanciones mayores que por este tipo de acciones.........

    Da que pensar

  4. #14
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    Las camellas de Arabia no ofenden a nadie

    Hace unos días hubo una noticia que pasó tristemente inadvertida, o casi, para la prensa española. Y eso es malo, pues se trataba de una noticia importante; de las que tienen que ver con nuestro presente y, sobre todo, con nuestro futuro. La cosa era que un cartel con la imagen de una modelo publicitaria ligera de ropa, denunciado por miembros de la comunidad musulmana de Brick Lane, en Londres, seguirá en su sitio después de que el organismo regulador de la publicidad británica desestimara las protestas de un sector del vecindario, que consideraba el anuncio ofensivo para quienes frecuentan las mezquitas de esa zona, donde vive una amplia comunidad que profesa la religión islámica. Aunque la imagen de la modelo es «sensual y sexualmente sugestiva», admite la resolución, tampoco va más allá de eso, ni tiene por qué ofender a nadie, pues «encarna la clásica belleza y femineidad» que ha venido siendo representada por el arte occidental hace siglos. Así que, quien no quiera, que no mire. Y punto.

    Me pregunto, con una sonrisa esquinada y veterana, fruto de los años y la mucha mili, qué habría ocurrido en España, en caso parecido. O qué es lo que va a ocurrir en cuanto se dé la ocasión. Me lo pregunto y me lo respondo, claro; y más en un país donde incluso hay oportunistas y tontos del ciruelo -sin que una cosa excluya la otra- capaces de ponerse a considerar muy serios, con debates y tal, las protestas de ciertos colectivos musulmanes porque las procesiones de Semana Santa, puestos a citar un ejemplo fácil, recorran las calles españolas ofendiendo la sensibilidad religiosa islámica. Etcétera. Aquí, no les quepa duda, siempre habrá un organismo regulador de la publicidad, o una televisión, o una asociación de derechos y deberes, o un juez sensible a la delicadeza de sentimientos mahometana, que llegado el caso decida que, en efecto, la libertad en lo que llamamos Europa -aunque a algunos nos dé la risa llamarla así todavía- acaba allí donde empiezan los derechos, el fanatismo o la gilipollez de cuatro gatos a los que, de este modo, nuestra propia cobardía e imbecilidad acaban multiplicando de cuatro en cuatro, hasta irnos todos al carajo.

    Y claro. Resulta inevitable preguntarse, también con respuesta incluida, dónde se meten en esta clase de debates las ultrafeminatas radicales que tanto las pían con otras chorradas de género y génera: las de las asociaciones de padres y madres de alumnos y alumnas, por ejemplo y por ejempla. Qué opinan ellas, o sea, de escotes en anuncios o no escotes, y hasta qué punto coinciden con la censura islámica, o no. Con lo de usar hiyabs, niqabs, antifaces y trapitos así. Sería útil saberlo más pronto que deprisa, como dicen las chonis. Y los humos del tren, que los suelten en Despeñaperros. Porque tiene su guasa esto del anuncio que ofende porque muestra las tetas o las nalgas de una señora, mientras que, por lo visto, no ofende a nadie que otra señora pueda meterse en España en un autobús, en una comisaría de policía o en un hospital enmascarada de pies a cabeza, como un guerrero ninja, mientras el marido va a su lado con bermudas, chanclas y gorra de béisbol. El hijoputa.

    Y es que en Europa olvidamos, a menudo, que más importante que respetar tradiciones absurdas o infames es defender a quienes acudieron a nosotros huyendo, precisamente, de la miseria y el horror que esas tradiciones imponen en sus lugares de origen. Y que eso se logra con educación escolar y con firmeza institucional frente a quienes pretenden esclavizarlos, incluso aquí, usando el manoseado y dañino nombre de Dios. Quien se ofende por un anuncio en un cartel publicitario se ofenderá también cuando por su calle, por su barrio, se cruce con un escote, una falda corta, un cabello sin velo o un rostro sin tapar. Y actuará en peligrosa consecuencia. Quien pretende aplicar maneras medievales de entender la vida, mientras se beneficia de un sistema de derechos y libertades que a otros costó siglos de dura lucha conseguir, no tiene derecho a imponer su voz ni a reclamar respeto. La Europa moderna tragó dolor y sangre para librarse de púlpitos, velos, gentes de un solo y sagrado libro, pasos de la oca y fanatismos de todas clases. Somos demasiado mayores, ya, para que vengan otra vez a taparnos el escote o las ideas. Así que la solución es muy simple, Manolo, Mohamed o como te llames. Si no estás dispuesto a asumir nuestras reglas, chaval, si esto te ofende, coges un avión y te vas al desierto de Arabia, o del Sáhara, donde las tetas de las camellas no ofenden a nadie. Y allí te pones ciego de dátiles.

    Arturo Pérez Reverte.
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  5. #15
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    Intelectuales: ni están ni se les espera

    Está siendo, en España, un año de intenso debate político. O más bien de intenso bombardeo mediático dedicado a la política. La palabra debate, como algunos la entienden, o la entendemos, es otra cosa: un intercambio de ideas y programas distintos, opuestos a veces, en un escenario común de inteligencia y respeto; en un territorio donde el testigo, el público que cuando llegue la hora de las urnas tomará decisiones de las que dependen su bienestar, su trabajo y su futuro, obtiene material suficiente, argumentos serios que mejoren su percepción del mundo como ciudadano y lo hagan, como votante eventual, más responsable y más crítico. Más culto, políticamente hablando. Más sabio.

    Sin embargo, esa clase de debate, ese confrontar ideas y programas de una manera útil, esa opinión cualificada, estimulante, generadora de resultados positivos, no suele darse en nuestro país. No, al menos, en los medios de mayor impacto popular, que son la radio y la televisión. A algunos amigos míos extranjeros los sorprende mucho que, salvo pocas excepciones, en clara oposición al enorme número de tertulias radiofónicas y televisadas que aquí nos abruman, el nivel intelectual de nuestros debates, su argumentación práctica, sus conclusiones, sean siempre de un nivel extremadamente mediocre, limitado a un monótono tira y afloja entre periodistas y políticos, casi todos ellos, unos y otros, encuadrados ya desde el comienzo según sus medios e ideología. De lo que suelen resultar debates casi siempre reiterativos, maniqueos y previsibles.

    En todas partes cuecen habas, claro. Pero otros países de nuestro entorno abren también puertas a otras cosas. En Francia, en Gran Bretaña, en Alemania, incluso en Italia, con su no siempre justa fama de frivolidad mediática, es frecuente encontrar en radio y televisión a personajes de talla intelectual, catedráticos, científicos, historiadores, expertos en asuntos sociales y políticos, opinando en profundidad, interviniendo en debates o completando informaciones que, gracias a ellos, alcanzan notable altura. En España, en cambio, esa importante tarea social recae siempre sobre los mismos: políticos previsibles hasta el hartazgo -y por lo general de una incultura, un discurso plano y unas maneras desoladoras-, que manejan casi como único argumento lo malos y perversos que son sus adversarios, y periodistas que salvo nobilísimas y escasas excepciones suelen encuadrarse en dos grupos: los sectarios que confunden periodismo con militancia, sea cual sea ésa, y los todoterreno capaces de opinar de todo y de todos, que igual se acuestan siendo expertos en economía griega que se levantan listos para ejercer, sin complejos, de críticos de arte moderno, especialistas en misiles o analistas del Kremlin.

    En cuanto a los intelectuales, por llamarlos de algún modo, a los verdaderos expertos que han dedicado su vida a las materias que se debaten, política incluida, rara vez les vemos el pelo. Mientras en Italia para hablar de democracia dudosa se recurre, por ejemplo, a Luciano Canfora, o en Francia para hablar del bicentenario de Waterloo se pregunta a Alessandro Barbero o a Dominique de Villepin, aquí los especialistas, dicho sea entre comillas, sólo sirven para un fugaz corte de quince segundos en el telediario, donde nada dicen porque, entre otras cosas, poco se les pregunta o lo que dicen importa, en realidad, un carajo. Se meten allí para justificar, para vestir la cosa, igual que muchos de esos absurdos directos que nada aportan ni para nada valen. Aquí las voces lúcidas se silencian o se desprecian, relegadas por un grosero rifirrafe de consignas políticas, descalificaciones e insultos. Las figuras respetables del intelectual de derechas o de izquierdas, ambas necesarias, sus argumentaciones de peso, su conocimiento sereno de la materia que tratan, son ahogadas por el fragor mediático que pone etiquetas a todo, que exige simplificar hasta lo absurdo asuntos complejos que requieren mucha discusión y cordura. Aquí todo se reduce a fachas y progres.

    Aunque tampoco, es cierto, el público receptor anima a ello. Descorazona asomarse a las redes sociales y comprobar hasta qué punto la incultura, la limitación de ideas, la falta de comprensión lectora -que es uno de los grandes males de nuestro tiempo-, la fácil distinción entre ellos y nosotros, tan tristemente nuestra, ahoga las voces sensatas y necesarias. Y uno acaba preguntándose, desesperanzado, si en realidad periodistas y políticos no se limitan a encarnar, ante las cámaras y los micrófonos, los papeles que una España inculta, estúpida, elemental y nunca dispuesta a aprender de sí misma, exige de ellos.


    Arturo Pérez Reverte
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  6. #16
    Es D. Arturo el que recapacita y expone. Pero si el asunto terminase en la cutréz y sectarismo televisivo en este tipo de cosas nos podríamos dar con un canto (una piedra) en los dientes. Si no has quedado lobotomizado por los argumentos políticos de quienes “entienden” de esto y tratas de buscar otras alternativas, quedarás tarumba perdido al comprobar el abanico de ofertas culturales que te ofrecen.
    Verdaderos debates socio-culturales en torno a la puesta de cuernos de tal o cual elemento social distinguido, máxima preocupación mediática por los gestos que hacía fulano o mengano cuando era entrevistado si había hablado con la suegra de la churri que le había puesto los cuerno y se había quedado con el churumbel habido de sus relaciones con la Trini (todo así, de corrido). También podremos culturizarnos viendo el top-ten que hacen de una serie de imbecilidades humanoides y viendo como el personal se parte de risa cuando en realidad, de esas imbecilidades, pueden quedar dolorosas secuelas para toda la vida; pero mola mazo chaval. Si no quedamos a gusto ahora nos bombardean con una serie de habilidades culinarias basadas en mezclar la miel de toda la vida con el vinagre de orujo y el plancton del pacifico norte. No hablan de la humilde patata y del sacrosanto huevo frito, pero la peña luego va a “Casa Fulano” (ahora todo son “casa”) y pide el menú de moda; claro que se le suele indigestar cuando disfruta de la abundante ración y de la cuenta….pero hay que seguir la bola macho.
    Ya ni los “animalitos de la 2” se pueden seguir y los repiten más que el pepino en el gazpacho. Y hasta los abuelicos, con tanto cambio criminal de frecuencia y con tanto botón en los mandos son capaces de aclararse.
    Esa es la cultura televisiva que la democracia ofrece gustosamente al pueblo popular y populoso.

    ¡La madre que los parió!

  7. #17
    jl@pez1957
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    Cuando nos agobia el tiempo libre


    Ser capaces de disfrutar de lo que hacemos, aquí y ahora, desarrolla la atención. Cambiar el ritmo puede aburrir al principio, pero debemos tener paciencia para conseguirlo

    MIRIAM SUBIRANA

    http://elpais.com/elpais/2015/07/24/...84_996703.html



    Los espacios y tiempos configuran nuestra vida.
    Vivimos cambiando de velocidad. En casa habitamos en nuestro territorio a nuestro ritmo, y de ahí salimos a otros: el trabajo, la calle, los bares, los centros comerciales, playas, montañas, coches, aeropuertos… Estamos también en zonas de ruido, de conversación, de silencio, de soledad. Vivimos tiempos apresurados, estresados, presionados, tranquilos, aburridos, de competición, de ocio. A menudo ni siquiera podemos decidir cuáles son esos espacios por los que transitamos ni somos dueños de nuestros tiempos. ¿Cómo configuran nuestra vida?

    Estamos adaptándonos constantemente a ellos. La dispersión, el estrés y la angustia aparecen a menudo en estos intervalos de adaptación. ¿Sabemos aprovechar lo que estos cambios nos facilitan? ¿Los buscamos o vivimos atrapados en nuestros hábitos y rutinas?

    El estrés del tiempo libre. El tránsito del trabajo al ocio puede provocar ansiedad y estrés. Llevamos meses de actividad intensa y de un día para otro estamos de vacaciones. Ahora el tiempo es más nuestro. Sin embargo, nos encontramos con el impulso de hacer, planificar y estar ocupados. El hábito puede estar tan arraigado que llenamos nuestra agenda de visitas, viajes, encuentros y planes. Vamos a un lugar distinto, y la preparación anticipada nos produce a veces más gozo que cuando estamos allí porque queremos asegurarnos de no perdernos nada. Es bueno estar abierto al aprendizaje que supone viajar y ver; sin embargo, ¿cuánto gozamos del momento? ¿Hasta qué punto calmamos nuestro hábito de tener que planificar y estar siempre en acción?


    La sensación de agobio puede deberse a nuestra necesidad de buscar siempre cosas mejores y novedosas, y a nuestra incapacidad de encontrarnos cómodos y bien donde estamos y con lo que tenemos. El neurólogo Emrah Düzel lo explica: “Con la percepción de lo nuevo el cerebro libera mucha dopamina, vincula ese descubrimiento a la sensación de que ahí encontrará una recompensa. De no ser esto así, el hombre nunca se habría aventurado a salir del agujero. Colón nunca habría buscado una nueva vía marítima y el vuelo a Marte no sería un objeto de reflexión para nosotros”.


    En otros casos, pasamos de estar muy activos a ser espectadores pasivos. Internet, los smartphones, los intercambios constantes por Facebook, Twitter, correos electrónicos y otros medios suponen una multiplicidad de estímulos que influyen en nuestra fuerza de voluntad y capacidad de autocontrol. Incluso en nuestro tiempo libre nos vemos invadidos por las noticias y datos que llegan por nuestros teléfonos. Se convierte en una adicción.

    Observamos la aventura de una película o un acontecimiento deportivo en vez de vivir nosotros una o practicar un deporte. Estamos siendo espectadores pasivos, y esto al final no nos proporciona plenitud. En vez de disfrutar del descanso nos aburrimos por falta de vivencias y nos sobreviene el estrés del tiempo libre. Pasar de un tiempo ocupado y activo a otro más libre implica a veces saber aburrirse para ir desacelerando el ritmo.

    Domine sus circunstancias. El tiempo libre es desestructurado y más difícil de configurar. Uno quiere regresar rápido a casa después de un día intenso de trabajo y luego, cuando llega, al cabo de un rato, no sabe qué hacer y enchufa la televisión o se distrae con Internet. Son distracciones que no nos nutren ni nos producen verdadero descanso. Quizá nos brindan una pausa en los pensamientos y preocupaciones, pero seguimos abiertos a estímulos externos que no permiten un pensamiento creativo, sino que quedamos atontados ante lo que vemos acontecer frente a nosotros.

    El “no hacer” nos angustia, provocando la sensación de estar “perdiendo” el tiempo, y el no querer sufrir esa ansiedad junto al deseo de sentirnos activos nos impulsan a la acción. Es positivo no dejarse dominar por la tentación de buscar siempre cosas nuevas para colmar deseos y necesidades que probablemente sean superfluos. Se trata de desarrollar el arte de no ser marionetas de nuestros anhelos sin autocontrol, ya que muchos de ellos son inculcados por lo que se supone que uno debe tener, consumir y hacer y no por lo que realmente se quiere. Sepamos decir basta.

    Unas verdaderas vacaciones consistirían en conseguir que nada tire de nosotros, en que nuestra atención esté centrada en gozar del instante presente sin que busquemos estímulos, siendo capaces de pasarlo bien sin hacer nada.

    Aprendamos el arte de potenciar la atención cuando nos falten metas, estímulos y retos externos. Para ello necesitamos paciencia. Tomarnos con calma los días de transición de un tiempo apresurado a otro más nuestro. Al principio, quizá nos aburrimos o nos sentimos “descolocados”, pero poco a poco aprendemos a disfrutar de la chispa de cada momento. No permitiendo que la mente ya esté en otro lugar, planificando lo que tendría que venir luego y cuál es el siguiente deseo a cumplir. Se trata de dominar el propio tiempo.

    Para ello disfrutemos de lo que hagamos. Hacerlo desarrolla nuestra atención. Lograr estar concentrados plenamente en nuestro quehacer tiene valor en sí mismo. Un día en la playa observé a una niña jugar con las olas, les hablaba, se reía, estaba totalmente absorta en su juego y asombro por el vaivén de las olas, seguía su compás. No se planteaba si ese juego le reportaba algo, más que sentirse feliz en el aquí y ahora. Estaba concentrada y radiante.

    Pintar, tocar música en grupo, cuidar las plantas con pasión, fotografiar, jugar, bailar, cocinar algo nuevo en familia, una conversación interesante, reír hasta que se nos saltan las lágrimas son otras formas de disfrutar que contribuyen a desarrollar la concentración y la atención. Se trata de buscar retos que exijan toda nuestra concentración, actividades que ni nos abrumen ni nos aburran y nos permitan ser creativos. Una amiga me confiesa que un solo sábado le cunde mucho más que tres días entre semana. Y ocurre así porque cambia de espacio y de ritmo y eso hace que su concentración y su creatividad florezcan.

    ¿Variamos de ritmo en vacaciones y en nuestros periodos de ocio? Para que en nuestro tiempo libre logremos romper con la fuerza de la costumbre, con ciertos hábitos y rutinas, es importante que nos planteemos: ¿qué considero esencial en mi vida? Y no perdamos de vista nuestras preferencias. Posiblemente la prioridad está en lo que sugiere Walter Benjamin: “La felicidad es volver a uno mismo y no asustarse”.

    Metafóricamente diríamos que volver a uno mismo es llegar a casa, dejar de correr. No me refiero a un lugar físico concreto, sino al espacio interno en el que uno se encuentra. Estar en casa consiste en estar bien con uno mismo. Con lo que piensa y siente, con su cuerpo, con su entorno. Por ejemplo, cuando se inicia el Camino de Santiago, la mente va más rápido que el cuerpo. Poco a poco, caminando, se va habituando hasta que armoniza cabeza y cuerpo, entonces está en casa. Se trata de valorar la sencillez, salir de la dispersión y encontrar la serenidad interior. Es posible vivir esta placentera sensación cuando dejamos de querer controlar las situaciones y a las personas, cuando aceptamos la incertidumbre y la no permanencia como estados naturales del cambio constante que implica vivir, y cuando estamos en paz con nuestros actos.

    Si en vez de entrar en sí mismo, lo que hace es huir, no aprenderá a dominar ni su tiempo, ni sus pensamientos ni su energía. Seguirá disperso. Mantenerse distraído para evitar las propias preocupaciones es distinto a encontrarse a sí mismo e ir al lugar en donde experimenta ser, la casa propia. Se trata de estar bien con uno mismo, incluso en estados de inactividad como el sueño, la meditación o el simple acto de mirar por una ventana. Así favorecemos el bienestar, la creatividad y el propio rendimiento.



    ©jlopez1957

  8. #18
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    Olvido Hormigos se pica con Pérez-Reverte en Twitter: "Que escriba sus libros"

    El escritor colgó una foto en la que aparecía su última novela al lado de la de la exconcejala: "Les agradeceré que no me la pongan encima".

    El escritor Arturo Pérez-Reverte colgó en su perfil de Twitter una imagen en la que aparecía su última novela, Hombres buenos, junto al libro erótico que publicó la exconcejala socialista de Los Yébenes Olvido Hormigos.

    El autor de Territorio comanche o El asedio escribía en el pie de foto: "El Corte Inglés me ha puesto al lado a Olvido Hormigos. Les agradeceré que no me la pongan encima". El comentario consiguió más de 2.000 retuits y 2.000 favoritos.
    La exconcursante de realities le respondía: "Hasta las mismas narices de la gente que se cree mejor que los demás". "Que escriba sus libros", escribía en otro 'tuit'.

    Finalmente, respondiendo a otro usuario, Hormigos concluía: "Buenas noches y a los que les joda que se aguanten".
    No era la primera vez que Pérez-Reverte lanzaba un ‘dardo’ a Hormigos en Twitter. Este pasado invierno, cuando GH VIP: Última hora se emitía justo antes de la serie Alatriste en Telecinco, el periodista escribió: "Y ahora imaginen con qué estado estomacal veo a Belén Esteban y a Olvido Hormigos, tres minutos antes, de teloneras de Caridad la Lebrijana".

    http://www.libertaddigital.com/chic/corazon/2015-08-02/olvido-hormigos-se-pica-con-perez-reverte-en-twitter-que-escriba-sus-libros-1276554125/


    Jajajajaja…..qué país tan divertido es el mío. Aquí cualquiera que escriba cuatro folios y consiga que los encuadernen, merced a venderse por los platós sus intimidades…..se “pone” a la altura de maestros de la pluma, narrativa, ingenio y prosa…..vamos que el intrusismo da pie a que se la tienda la alfombra en la RAE a la Sra. Olvido. Quien si es miembro de la academia es Don Arturo, por meritos propios…..¡¡habrase visto tamaño de impertinencia!!

    Supongo que la Sra. habrá contado con el “asesoramiento” de alguien que se encargue de escribir libros…..no me creo que lo haya escrito sola, por malo que sea….jajajajaja. Todo sea por el vil metal y el negocio de vender…..lo que sea.

    Y Sra. Olvido…..el oficio de don Arturo es ese….escribir libros, artículos, etc….el suyo, ni lo sé ni me importa.
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  9. #19
    jl@pez1957
    Guest
    Otra versión del "incidente" de Pérez Reverte y Hormigos, o de Hormigos y Pérez Reverte


    Interesante ver los tuit de marras.


    http://www.huffingtonpost.es/2015/08...n_7926066.html


    ©jlopez1957

  10. #20
    jl@pez1957
    Guest

    Editorial de El Pais de 03 de agosto de 2.015

    Envejecer sin jóvenes


    Abrirse a la inmigración es una de las vías que le quedan a Europa

    http://elpais.com/elpais/2015/08/02/...59_699465.html



    Merece la pena que los políticos incluyan en su agenda las estimaciones que atribuyen a Europa la cualidad de continente más envejecido del mundo en 2050, mientras África será el más joven. En poco más de tres decenios, el porcentaje de mayores de 60 años habrá crecido en Europa un tercio por encima de los que viven ahora, según Naciones Unidas. Los éxitos conseguidos con la elevación de la esperanza de vida no son obstáculo para darse cuenta del impacto que implican sobre la financiación de la salud, las pensiones y la dependencia.

    Satisfacer las necesidades y expectativas de un contingente de jubilados en franco crecimiento será casi una quimera si no se acompaña de un aumento de la población en edad de trabajar. En España hay 9 millones de pensionistas por 17 millones de personas en activo, como recordó Mariano Rajoy el viernes pasado, al final de su conferencia de prensa en La Moncloa, una relación que le llevó a subrayar el problema que planea sobre el sostenimiento de la Seguridad Social.

    Inútil pensar en la natalidad como solución. Para cambiar el curso de los acontecimientos haría falta que cada mujer alumbrara una prole numerosa (la media en España es de 1,3 hijos, por debajo de la ya modesta cifra europea de 1,6). Culturalmente ese objetivo es muy difícil en una Unión Europea, donde Francia, Reino Unido e Irlanda son las excepciones significativas a la baja natalidad.

    Aunque las consecuencias de la crisis económica nublan otras consideraciones, la Comisión Europea relaciona el envejecimiento demográfico con las dificultades para recuperar los niveles previos a la crisis. Persisten grandes contingentes de trabajadores en paro que deberían ser recuperados con políticas activas de empleo. Pero no son pocos los estudios internacionales que alertan de la insuficiencia de las soluciones para el Viejo Continente si se descarta la inmigración.

    Los Gobiernos deberían plantearse una política de atracción de inmigrantes por vías legales y controladas, y acompañarla de las medidas de integración que sean necesarias. Cuando los expertos de Naciones Unidas y de la Comisión Europea insisten en la correlación entre inmigración y prosperidad, hay que escucharles con más atención que a esos políticos soberanistas o de extrema derecha que proponen medidas autoritarias, argumentando que inmigración equivale a delincuencia o a sustitución de trabajadores locales por extranjeros.

    A golpe de refuerzos policiales y de alzamiento general de muros no se alcanzará una solución. Los dramas que se viven en el Mediterráneo —y recientemente en el eurotúnel— son válvulas de escape buscadas por los que ven cortados otros caminos para migrar o pedir asilo. El cierre del paso a la inmigración no solo ahonda la crisis de imagen de Europa ante el resto del mundo, sino que implica, en el fondo, un futuro incierto para los habitantes del Viejo Continente.

    La alternativa a invertir en integración es calcular lo que puede costarnos una Europa que se aproxima al invierno demográfico, sin conciencia de lo que esto significa.






    ©jlopez1957

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