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Resultados 31 al 40 de 158
  1. #31
    jl@pez1957
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    Una reunión improcedente que exige la explicación del ministro del Interior


    http://www.elmundo.es/opinion/2015/0...d388b457f.html


    REUNIÓN en sede ministerial entre Rodrigo Rato y Jorge Fernández Díaz, poco antes de que el juez del caso Rato remitiese la instrucción a la Audiencia Nacional, es un flagrante ejemplo de irresponsabilidad política que exige una aclaración inmediata. Según ha informado este periódico, el pasado 29 de julio el titular de Interior recibió, en un ambiente de "cordialidad" y durante dos horas, al ex vicepresidente del Gobierno, imputado en varias causas y sobre el que pesan gravísimos delitos fiscales y de blanqueo de capitales. Fuentes del Ministerio enmarcaron la reunión en la relación de amistad que les une desde hace años y aclararon que los cuerpos de seguridad adscritos a su departamento son ajenos a las investigaciones que la Agencia Tributaria lleva a cabo sobre las actividades del que fuera todopoderoso ministro de Economía. Sin embargo, ambos argumentos son insuficientes.

    El primero de ellos, porque un ministro lo es a tiempo completo y no puede desdoblar su personalidad mientras está en el cargo. Además, la reunión se produjo en el despacho de Fernández Díaz, lo que la convierte automáticamente en oficial. Por eso tienen razón tanto PSOE como UPyD al exigir que el ministro acuda al Parlamento a informar sobre el porqué de ese inoportuno encuentro y sobre el contenido del mismo.

    Pero, sin duda, lo más grave es que el Ministerio no ha dicho la verdad en la segunda de sus alegaciones. A petición de la Fiscalía Anticorrupción, desde hace meses la Guardia Civil colabora con los técnicos de Hacienda a través de la Unidad Central Operativa (UCO). El juez encargó expresamente a esta unidad especializada la investigación referida al posible delito de blanqueo, cuyos indicios han motivado el traslado de la causa a la Audiencia Nacional. De esta forma, la reunión en el Ministerio del Interior adquiere unos razonables tintes de sospecha que ni el Gobierno ni el PP pueden pasar por alto.

    Dados los cargos de máxima responsabilidad política nacionales e internacionales desempeñados por Rato, su caso se ha convertido con razón en uno de los asuntos que el PP debe gestionar de la manera más transparente posible. No hay que olvidar que quien estuvo a punto de ser nombrado sucesor de Aznar y cuya gestión económica se ha presentado como modélica posee una fortuna de orígenes no justificados y tiene abiertas varias causas sobre su nefasto papel en Bankia, coronado con el deshonroso episodio de las tarjetas 'black'. A todo eso se añaden los cinco delitos fiscales que pesan sobre él y la nueva acusación de blanqueo de capitales. Tal y como informamos hoy, existe la sospecha de que el ex ministro ha invertido en el hotel que posee junto a su mujer en Berlín, 420.000 euros provenientes posiblemente de comisiones ilegales, obtenidas durante su etapa al frente de Bankia. Las acusaciones revisten una enorme gravedad si se tiene en cuenta que la investigación sospecha que la cuantía total defraudada ronda los dos millones de euros. Por todo ello, es normal la intranquilidad de Rato, ya que la las penas de los delitos fiscales sumadas a las de blanqueo llevan aparejadas importantes penas de prisión.

    Para evitar que las razonables sospechas que la reunión ha despertado entre la oposición y en la Asociación Unificada de la Guardia Civil, que ha pedido la dimisión del ministro, Fernández Díaz debe explicar personalmente cuanto antes los detalles de lo ocurrido.





    ©jlopez1957

  2. #32
    jl@pez1957
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    Jesús Duva Las calles de la alcaldesa

    Las calles de la alcaldesa


    Jesús Duva

    Muchos de sus votantes consideran que Carmena ya debería haber pisado el acelerador

    http://elpais.com/elpais/2015/08/10/...49_646340.html

    Unos meses antes de morir en 1991, Agustín Rodríguez Sahagún se lo comentó una noche a un grupo de amigos: “Lo mejor que me ha ocurrido en mi vida política ha sido ser alcalde de Madrid”. Antes, al lado del presidente Adolfo Suárez, había sido diputado por Unión de Centro Democrático, ministro de Industria y ministro de Defensa (bajo su mandato se produjo el golpe de Estado del 23-F). Ante semejante currículo, no es extraño que uno de los contertulios mirase con incredulidad a aquel ya enflaquecido Rodríguez Sahagún. “Sin ninguna duda es el cargo en el que más he disfrutado. El Ayuntamiento de Madrid es un superministerio que maneja un enorme presupuesto con el que puedes hacer muchas cosas. Además, te permite estar en primer plano de la vida política porque al alcalde le invitan a todo”, explicó. Convenció a todos.

    La enorme visibilidad y popularidad inherente al puesto de regidor de la capital de España quedó patente unos años antes, durante el mandato del profesor Enrique Tierno Galván. En la memoria colectiva está grabada a fuego la multitudinaria manifestación de duelo popular que colapsó la ciudad para acompañar su cortejo fúnebre en 1986.

    Ahora, el primer sillón municipal lo ocupa la juez Manuela Carmena, que irrumpió como un torrente en las elecciones del pasado mayo. Sobre esta sucesora de Rodríguez Sahagún y de Tierno Galván hay muchas miradas y en ella están depositadas las esperanzas de cientos de miles de vecinos.

    Carmena no lleva ni dos meses al frente del Consistorio y, por tanto, es aún muy pronto para juzgarla. No obstante, hay muchos de sus votantes que consideran que ya debería haber pisado el acelerador y haber hecho alguna cosa más de las que ha hecho, aparte de apagar los fuegos que le han surgido entre su propio equipo. Otra alcaldesa emergente, la barcelonesa Ada Colau, está resultando más resolutiva y más rápida a la hora de tomar decisiones.

    La alcaldesa madrileña ya ha hecho gestos destacables por los desahuciados de sus viviendas y por las mujeres que sufren explotación sexual. Ahora se ha ido unos días de vacaciones. A su vuelta deberá acometer, entre otras cuestiones, la suciedad de las calles y el asfaltado de las mismas. Asuntos bien pedestres, es verdad, pero bien importantes para millones de personas.



    ©jlopez1957

  3. #33
    Sí, eso. Que asfalte las calles cuando ya estén todos aquí.
    A ver si cuando se escribe se piensa en lo que se escribe. Ya andamos suficientemente “holgados” como para “comprimirnos” un pelin más.

  4. #34
    Teniente General Avatar de Nefertari
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    El ardor de los necios

    Carlos Herrera.

    Menos callar ante el avance de mediocres y más mostrar coraje ante la conjura de los necios

    ADA es, en sí misma, el ardor. El ardor de no se sabe bien qué, pero el ardor.
    Ada es la causa. ¿Qué causa? Pues resulta difícil de definir o centrar, pero la causa permanente, porque las cosas siempre tienen causas permanentes, reivindicaciones constantes, luchas pendientes, metas por conseguir. Ya, sí, pero ¿qué fin perseguimos? Pues la felicidad colectiva, la seguridad permanente, la garantía constante... El nirvana que sólo un activista puede garantizar a sus conciudadanos.

    En su reunión entusiástica con Artur Más, la alcaldesa de Barcelona por gracia de la izquierda municipal y universal ha afirmado estar con «el prusés». ¿Y qué es estar con «el prusés»? Sencillamente, no estar en contra de él. Estar con «el prusés» es estar en contra de la ley, a favor de la asonada histórica de unos cuantos y por la consecución de una serie de objetivos contraproducentes para la inmensa mayoría de ciudadanos de la ciudad que preside, o como se llame lo que hace. Colau es la síntesis perfecta de la modernidad catalana: una ignorante al frente de la maquinaria de una ciudad. Esa maquinaria debe solventar cuitas diarias particularmente complicadas, pero su ejecutoria se basa en la gestualidad, en ese altavoz mediático que garantiza retirar un busto del Rey aduciendo no sé sabe qué «sobrerrepresentación» por parte de un edil de acento porteño. La alcaldía de la ardorosa Colau, como la de otros ejemplos que la izquierda tonta ha conducido a los altares del éxito representativo, consiste básicamente en poner el lado bueno para la foto, en acentuar las aristas más provocadoras de su carácter para alimentar a unas bases necesitadas de ardor de estómago. Con semejantes preludios y con la infantilidad que achacar a la simpleza de su pensamiento, ¿cómo no prever que Ada va a apoyar este «prusés»? Lógicamente, apoyará este y los que se tercien siempre que comporten un desapego a las leyes que nos han traído hasta aquí.

    Como bien me recordaba un amigo catalán que por estas calendas no sale de su asombro de viejo izquierdista responsable, «toda esta basura que maneja Mas y sus mariachis, no puede salir adelante por una sola y sencilla razón: no es legal». Puede que mi viejo amigo sea en exceso partidario de los órdenes establecidos, pero tiene razón. Sencillamente, ni es el momento, ni son las formas ni son las personas, como él dice. Pero contamos con lo que contamos, que es un mediocre con ansias de mesías en la Generalitat y una polvorilla absurda en la alcaldía de Barcelona. Lógicamente se reúnen, hablan de sueños baratos y prescinden de la legalidad porque la legalidad no es quién para desmontarles la barraca de feria en la que tienen puestas sus esperanzas de futuro. Mas sueña con que su foto presida las escuelas catalanas de los niños que estudien en la arcadia venidera, y Colau que su nombre figure en las guías que definan a Barcelona como la ciudad de los saltimbanquis y rastafaris. A uno y a otra la legalidad les importa poco porque la legalidad no se hizo para obstaculizar los sueños de aquellos que se creen que inspiran las aspiraciones de la mayoría.

    Precisamente la mayoría, esos catalanes que aún se tienen por sensatos, deberían manifestar más claramente su desafección a estos aventureros en lugar de callarse como puertas. Todos los que encuentro y que afirman estar espeluznados con lo que les espera deben salir a la calle y decirle a los Mas y las Colaus que no se les ocurra jugar con sus vidas y sus haciendas, como tímidamente ha sugerido esta semana un grupo sectorial de empresarios. Menos callar ante el avance de mediocres y más mostrar coraje ante la conjura de los necios, ante el acuerdo indecoroso de individuos como esta pareja de somormujos.
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  5. #35
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    El hashtag 'El socialismo es pobreza' se convierte en 'trending topic' en España

    #ElSocialismoEsPobreza, impulsado por el grupo liberal El Club de los Viernes, fue de lo más comentado en Twitter el martes.

    El movimiento liberal El Club de los Viernes, fundado en Asturias el pasado diciembre, ha logrado este martes durante casi doce horas mantener su hashtag #ElSocialismoEsPobreza en el Trending Topic nacional, colocándose además como número 1 de toda España.

    El Club de los Viernes es un grupo de personas que se aglutina en torno a la idea del respeto al individuo, al ser humano, como unidad básica de conformación social. Entre otras cosas, defienden la existencia de un estado limitado a la asistencia a los más necesitados y a evitar la imposición violenta de los derechos de uno o varios individuos sobre los derechos de otros.
    Y tienen además como objetivo fundacional el desarrollo y la defensa del ser humano libre de imposiciones colectivas coactivas, por lo que no es de extrañar que #ElSocialismoEsPobreza haya sido el hashtag elegido por este grupo de intrépidos liberales españoles para conseguir ser tendencia en España.

    El Club de los Viernes ha transmitido su agradecimiento a todos los que han hecho posible este logro, ayudando a poner este pequeña pica en el Flandes de las redes sociales. "Creemos que hay que dar la batalla ideológica a la socialdemocracia predominante en España para ir abriendo brecha en la sociedad y que nuestros conciudadanos vean que las políticas de gasto público sin control y la inexistencia de una separación real de poderes sólo nos llevan a la ruina. Por eso hemos querido debutar en el Trending Topic con este hashtag que sirve para recordar algo que cualquiera que observe el mundo y la historia sabe #ElSocialismoEsPobreza".

    Enseguida han comenzado los ataques de aquellos a los que iba dirigido el hashtag, pero desde El Club de los Viernes no han perdido la calma y dejan un mensaje claro para aquellos que gustan de vivir del dinero ajeno: "Leer los tuits relacionados con nuestro hashtag es una buena cura contra el socialismo reinante. Hemos logrado que toda España sepa que #ElSocialismoEsPobreza y lo hemos logrado sin bots ni subvenciones públicas. Sólo con el esfuerzo de miles de personas que creen que solamente una España profundamente liberal y democrática puede garantizar un futuro esperanzador para millones de ciudadanos".

    http://www.libremercado.com/2015-08-...na-1276554758/
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  6. #36
    jl@pez1957
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    ¿Dónde está el Gobierno ¿Y las mujeres notables?

    ¿Dónde está el Gobierno ¿Y las mujeres notables?

    Raúl Conde

    http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/...s-mujeres.html


    El hallazgo de los cadáveres de las dos jóvenes asesinadas en Cuenca, quemadas y enterradas en cal viva, mientras el principal sospechoso permanece huido; y la muerte de una mujer en Castelldefels (Barcelona) a manos de su ex pareja en plena calle, han vuelto a situar la violencia machista en el primer plano.

    Triste apariencia porque, seguramente, transcurridas pocas horas, el asunto volverá a ser apartado del foco.

    Pasado mañana muchos hombres seguirán negando la relación entre el machismo ancestral que subyace en España y la violencia criminal en la que degenera. Y muchas mujeres continuarán viéndose incapaces de denunciar a sus agresores "porque yo no quiero que mi marido vaya a la cárcel", cuando en realidad es por miedo.

    Dos de cada diez víctimas retiran la denuncia, según el Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. El miedo. Siempre el miedo. Ya sea a su marido, a perder a los hijos, a verse en la calle sin un duro o a la reacción de su entorno social.

    La responsabilidad penal de un asesinato atañe solo a quien lo comete. Obviamente. Pero la violencia machista responde a unos esquemas sistémicos que exceden la fatalidad o la truculencia de un crimen como el de Cuenca. Soslayar este aspecto es no entender nada de lo que está pasando o frivolizar una realidad cruel: esta mañana, sin despeinarse, un tertuliano de TVE ha dicho que la avalancha de crímenes de género en agosto "no tiene nada que ver con la falta de leyes", y otro a su lado le ha respondido que se debe "al calor".

    Deben de ser estos los efectos del posmachismo del que hace tanto tiempo nos lleva previniendo Miguel Lorente, ex delegado del Gobierno para la Violencia de Género. El posmachismo. Una de las últimas trampas que la cultura patriarcal ha puesto en práctica. Una corriente que acata la desigualdad incorporándola como un marco normal o aceptable.

    Los elementos que definen al posmachista, según Lorente, son la "neutralidad, el cientificismo, el interés común, el argumento del beneficio económico para quien defiende la igualdad, la idea de imposición y adoctrinamiento como parte de una ideología excluyente, y el ataque personal y descrédito de quienes se posicionan en contra del posmachismo".

    Quizá por esta razón, en esta España incívica nos hemos acostumbrado al espanto que supone asumir que hay tantos hombres en cuya sesera habita la idea de dominar a la mujer hasta el punto de arrebatarle su vida. Por eso y, posiblemente, porque no se ponen los paliativos adecuados.

    El drama de la violencia de género es tan grave, tan profundo y con tantas ramificaciones sociales, pedagógicas, legislativas, policiales y judiciales que causa sonrojo que el Gobierno siga sin abordarlo como un asunto de Estado.

    Tres mujeres han sido asesinadas en las últimas 24 horas. En julio, se registró un crimen de género cada dos días. Desde 2003, el número de mujeres fallecidas a manos de sus parejas o ex parejas alcanzó las 790. Sólo en 2014 fueron 51. Se dice pronto. Imaginen la reacción política y social si tal desgarro hubiera sido provocado por el terrorismo de ETA o cualquier organización fundamentalista.

    Pero, tal vez, lo peor es lo que se avecina. Las estadísticas indican que el machismo arraiga entre los jóvenes y el miedo continúa siendo el principal inhibidor de las víctimas. El último macrosondeo del CIS, hecho público en marzo, reveló que cerca de 2,5 millones de mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual o física, mientras tres de cada cuatro víctimas no denuncia a su agresor.

    La amenaza se agrava -en la medida que adelanta la perpetuación de patrones de conducta que creíamos extinguidos- porque, según el Ministerio de Sanidad, una de cada tres españolas de entre 15 y 19 años ve aceptables las conductas atávicas de presión a las mujeres jóvenes que generan la denominada violencia psicológica de control, previa al maltrato físico.

    Esta catarata de datos no impide a algunos sesudos opinadores seguir porfiando en la cantinela de las denuncias falsas, pese a que éstas suponen el 0,005% del total desde 2009, según la Fiscalía General del Estado.

    En un editorial reciente de EL MUNDO, recordamos que erradicar la violencia machista exige reforzar los juzgados especializados. El machismo se acaba con más educación, pero los crímenes de género no tienen más respuesta que la dotación de medios y la especialización de todos los ámbitos implicados, especialmente, el judicial.

    Zapatero, que fue quien tuvo el acierto de impulsar la Ley de Igualdad y la primera norma de Violencia de Género, cometió el error injustificable de eliminar el Ministerio de Igualdad e incluir en su programa de ajustes una causa de la que había hecho bandera. Trasladar de la esfera privada a la pública la consideración ciudadana de la gravedad que significa golpear y matar a tu pareja es parte de la tarea desarrollada desde que en 2004 se aprobó la Ley integral de violencia de género.

    Desde 2011, los recursos destinados a luchar contra esta lacra se han recortado un 17%. La ley permanece desactualizada y la igualdad ha desaparecido de la agenda pública.

    Que Rajoy fijara este desafío en un segundo rango gubernamental -en concreto, la secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad- es en sí mismo revelador de la poca consideración política que le concede. La labor de este departamento resulta voluntariosa, pero insuficiente porque la violencia de género hace más de cuatro años que dejó de ser una prioridad política.

    Despojar a un asunto relevante de la proyección pública que precisa equivale a desplazarlo de la lista de prioridades, lo que tiene efectos directos no sólo en la acción del Gobierno sino de los medios de comunicación.

    Esto explica, por ejemplo, que ningún ministro reaccione públicamente cuando ocurre una tragedia como la reciente en Moraña (Pontevedra) o que ningún representante de primer nivel del Ejecutivo se desplazara hasta ese municipio cuando el presunto parricida de sus dos hijos menores fue detenido.

    Esto explica también que el presidente Rajoy haya sido incapaz de tener unas palabras dedicadas a las mujeres muertas por violencia sexista en ninguno de los grandes discursos que ha pronunciado en la legislatura. Oigan: en ninguno. Ayer mismo, tras conocerse el desenlace de las chicas de Cuenca, Rajoy escribió en su Twitter: "Horrible tragedia en Cuenca". Tragedia, dijo el presidente. Como si este crimen fuera un terremoto o una riada. Como si fuera un accidente meteorológico. Como si no hubiera causas estructurales. Como si el lenguaje fuera neutro.

    Y, tal vez, esto explica también que tantas mujeres notables guarden silencio mientras una pléyade de mujeres anónimas ofrecen una permanente lección de heroísmo y dignidad.

    Mujeres que luchan contra la pesadilla del maltrato desde los barrios y las asociaciones. Mujeres que han decidido dar la cara, pese a la ausencia de recursos. Mujeres que añaden su esfuerzo voluntario allí donde un gobierno ha recortado en casas de acogida o viviendas tuteladas. Mujeres a veces sin formación, pero ahítas de conciencia. Mujeres que carecen de la posición de fuerza que sí ostentan ministras, políticas, periodistas, jueces, abogadas, médicas, artistas, científicas y hasta reinas.

    Huelga decir que será imposible extirpar el machismo (y el posmachismo) entre los hombres, mientras no consigamos extirpar el machismo entre las mujeres. Por eso el silencio de tantas de ellas, incapaces de aprovechar el privilegio de su influencia, resulta hondo y desesperanzador. Seguimos esperando su reacción. Y la del Gobierno, también.




    ©jlopez1957

  7. #37
    jl@pez1957
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    Fronteras

    FERNANDO VALLESPÍN


    http://elpais.com/elpais/2015/08/12/...13_588564.html


    Qué es más políticamente incorrecto, el sexismo o la xenofobia? Se supone que ambos. Sin embargo, como acabamos de ver, el populista Donald Trump sólo ha comenzado a tener problemas en su candidatura a la presidencia de Estados Unidos cuando hizo comentarios misóginos. Mientras se limitaba a sacudir a los inmigrantes mexicanos, su popularidad no dejó de subir. ¿Por qué ahora sí y antes no? Mi tesis es que en Occidente el principio moral que nos obliga a tratar a todas las personas, con independencia de su origen, raza o condición, como iguales a todos los efectos, ha dejado de ser un tabú. No hay problema por descalificar al otro, a quienes habitan más allá del muro que él propone erigir en el sur. Su lapsus sexista, por el contrario, afecta también a los nuestros —“nuestras” en este caso—, y eso es lo que no se tolera. Derechos para los de dentro, leña a los fuera. La moral solo rige para los que están de este lado de la frontera.

    Me temo que algo similar es lo que estamos experimentando ahora en Europa, esa utopía construida a partir de los supuestos valores universalistas de la Ilustración. Nuestro continente parece haber caído también en una auténtica paranoia con las fronteras. Su identidad, lejos de aquella que inspiraba sus principios fundadores, está cada vez más próxima a una creciente sensación de exclusión del otro, del no europeo. Ser europeo equivale a habitar una fortaleza y a impedir que otros entren en ella. Vamos camino de convertirnos en una macro gated-community como ésas en las que se enclaustran los ricos en los países del mundo en desarrollo. Dejamos entrar al servicio, a quienes nos proporcionan el trabajo que no estamos dispuestos a hacer; el resto se queda fuera. O a los turistas, claro, que tanto contribuyen a transformarnos en un parque temático.

    Con el agravante de que ahora reverdecen también las fronteras clásicas entre los Estados miembros —véase lo que ocurre en Calais—; o se suscita la necesidad de crear otras nuevas —Escocia, Cataluña y lo que venga—; o se abre la brecha entre Estados acreedores y deudores. Por no hablar de la que a mí más me preocupa, esa sutil frontera interior que divide a las diferentes sociedades europeas entre los autóctonos y el creciente flujo de “extraños” que conviven entre “nosotros”. Los alojamientos de refugiados no se protegen con alambradas, como el acceso a los trenes de Calais. No hace falta, son las mentes las que ya están amuralladas y nos previenen del contagio. En suma, y como diría Borges, no nos une el amor, nos une el espanto, el miedo a ser “invadidos” y “contaminados” por foráneos; etimológicamente, aquellos que están fuera de los muros de la ciudad.

    Las declaraciones de Cameron sobre Calais no tienen nada que envidiar a las de Marine Le Pen
    Lo verdaderamente alarmante de esto es que la permeabilidad de las fronteras exteriores sirve para reforzar la frontera interior, como si se tratara de vasos comunicantes. Cuanto mayor sea la capacidad de entrada, tanto mayor también el reforzamiento de la identidad étnica y nacional propia; y menor la disposición a satisfacer las necesidades de integración de este nuevo pluralismo cultural. Y lo irónico, en la mejor línea de Bruselas, es que el problema se trata como una mera cuestión de administración, de eficacia en la gestión del cierre fronterizo. No se aborda como lo que es, una crisis humanitaria que requiere una fuerte sacudida de nuestra conciencia moral y el poner los medios, mediante acciones de política interior y exterior, para no romper tan flagrantemente con los valores que decimos sostener. Nos hemos convertido en cautivos de nuestro propio éxito, habitamos una supuesta jaula de oro cuyas rejas tratan de excluir a los otros cuando en realidad también encierran a quienes supuestamente nos beneficiamos de ella. Es una reclusión psicológica, si se quiere, pero por ello no menos real. ¿Acaso hay algo peor que vivir en la incongruencia moral permanente?

    Nuestro liderazgo político no parece dispuesto a resolverlo porque es bien consciente de esa frontera interior que contribuyen a reforzar. Basta con ver las declaraciones de Cameron sobre Calais, que no tienen nada que envidiar a las habituales de Marine Le Pen. No, el liderazgo de hoy no lidera, se adapta a lo que cree que es la posición de la mayoría. Quien está llamado a actuar es ese sector de la sociedad civil europea que sigue creyendo en sus principios y sabe que una acción unitaria y decidida sobre las causas de estas nuevas migraciones son mucho más eficaces que las alambradas y las devoluciones en caliente.

    Hace ya algunos lustros, Saskia Sassen hizo una predicción que se está cumpliendo a rajatabla. Hablaba de la paradoja de que a medida que el mundo se fuera globalizando irían reforzándose también las fronteras. La libertad de movimientos de capital no iría pareja a la de las personas. Vivimos en una sociedad mundial pero también en islotes poblacionales aislados, políticos y culturales. Tanto hacia fuera como hacia dentro, insisto. Globalización no equivale, pues, a cosmopolitismo. Y, sin embargo, ésa debería ser la ideología dominante, al menos para quienes creen en la democracia.

    Vivimos en una sociedad mundial pero también en islotes poblacionales aislados
    Es cierto que no hay democracia que no distinga entre ciudadanos y metecos, pero todas ellas están dispuestas a reconocer los derechos básicos de la persona más allá de los estrictamente políticos. Por eso mismo, aunque no hay Estado sin fronteras, estas deberían estar abiertas para quienes huyen de la persecución o la miseria. No es una labor de un día, desde luego, pero sí debe ser el desafío al que el mundo rico ya no se puede sustraer, un horizonte que va más allá del mero aumento de la ayuda al desarrollo. Es obvio que no podemos dejar entrar a todos los que quisieran, pero debemos evitar que no se vean obligados a ello. Lo que se requiere es abandonar las medidas defensivas y emprender una ofensiva en toda regla sobre las causas de estas nuevas expulsiones.

    Quién sabe, quizá así matemos dos pájaros de un tiro. Porque pocos dudan de que algo así solo es viable si nos reforzamos como unión y abandonamos el peligroso juego de la refeudalización del continente. Debilitamiento de las fronteras hacia dentro y apertura hacia fuera con un renovado impulso humanitario. No creo que esta sea la tendencia dominante, pero es la que mejor se adapta a nuestros principios y —y esto ya me hace sentirme más optimista— la que más adecuadamente se ajusta a nuestro propio interés. ¿O alguien piensa de verdad que los muros sirven para algo?

    Fernando Vallespín es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.





    ©jlopez1957
    Última edición por jl@pez1957; 14/08/2015 a las 06:31

  8. #38
    jl@pez1957
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    15/08/2015 ¿Cuándo se jodió la Fiesta?

    ¿Cuándo se jodió la Fiesta?

    Luis Martinez


    Tiempo atrás, con el toreo ocurría lo mismo que con casi todo lo relevante. Incluido el propio tiempo. "Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si intento explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé", decía con cara de asombro san Agustín. Nadie, para entendernos, sentía la necesidad, tiempo atrás, de cuestionar el sentido, significación y origen de una práctica indisolublemente unida al propio sentido, significación y origen de lo que, nos guste o no, somos. Pero eso se acabó. Illumbe se reabre y lo hace un par de días antes de la fecha más taurina de la que es capaz el calendario. El 15 de agosto -¿quién se acuerda?- sólo trabajaban los toreros. Y, en efecto, entre la indignación de unos y la euforia del contrario, surge la pregunta. ¿En qué momento se jodió todo?, que diría Zavalita.

    "Entre el ruido de la pelea cainita, nadie parece caer en la cuenta de la decadencia de un espectáculo degradado"
    Los más sensibles hablan de, precisamente, una nueva sensibilidad en la que no cabe ni la carne cruda ni la sangre poco coagulada. No es tanto vegetarianismo como, en términos foucaultianos, una nueva manera (más limpia, no menos culpable) de administrar el espectáculo público del dolor. Para qué insistir. En el polo opuesto, los defensores, los aficionados, se debaten entre un confuso braceo de argumentos turbios en el que se mezcla la raíz, la tradición, la Cultura, Hemingway y dos huevos duros. Eso, además de un sentimiento telúrico que une el verso de la vida con la rima de la muerte. Todo retórica. Y no necesariamente brillante.

    Y, sin embargo, entre el ruido de la pelea cainita tan nuestra, nadie parece ni quiere caer en la cuenta de la decadencia de un espectáculo degradado, sin nervio y, definitivamente, mortecino. Joaquín Vidal, siempre él, colocaba allá en el fragor del Cordobés y del desarrollismo, el momento en el que se empezaron a torcer las cosas. También los toros vivieron su burbuja. Lo que salió de aquello fue un espectáculo triunfalista, turístico, fraudulento, cursi y, lo peor, muy aburrido. Quizá, ahora sí, una copia de lo que, como país, acabamos por ser. Y eso, a juzgar por las crónicas antiguas, nunca fue así. El propio sentido de una fiesta tan cierta como inexplicable es la emoción. Sin ella, urgen las explicaciones, las subvenciones, la necesidad de un argumento.

    Lo peor que le ha podido pasar a los toros es el taurino atemorizado; el taurino con complejo de culpa empeñado en la defensa a ultranza (siempre con la coartada culturalista) de lo, admitámoslo, indefendible. Y en ese enfrentamiento con la sensibilidad moderna, los defensores han terminado por renunciar al espíritu propio de una fiesta que siempre fue una pelea contra el tiempo y contra las definiciones... Y se jodió todo.




    ©jlopez1957

  9. #39
    jl@pez1957
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    16/08/2015 La revolución de la risa

    La revolución de la risa


    Manuel Rivas

    Salió a la superficie una realidad oculta: la mayoría no aceptaba la suspensión de las conciencias

    http://elpais.com/elpais/2015/08/14/...93_356634.html


    Lo mejor en los pueblos es su cosecha de humor y, ya puestos, de amor. Entrelazados, humor y amor, hacen posible una segunda vida, una historia de la risa frente a la historia amordazada por los que tienen el afán de dominar.

    Cierto que hay muchas clases de humor, incluso el malhumor que se presenta como humor, como la risa estúpida del que se mofa del débil al que está pisando el cuello. Para mí, esa risa estremecedora, que cuenta hoy con mucha peña en lo que llaman “redes sociales”, debería figurar en el género del terror.

    Por el contrario, lo más admirable es el humor que surge desde la adversidad, una chispa que toca la penumbra, y que hace volar el pensamiento, como ese niño de una viñeta de Castelao a quien la madre dice enfadada: “¿Por qué no quieres ir nunca más a la escuela?”. Y él responde: “Porque siempre me preguntan lo que no sé”.

    El shock de la crisis se volvía estupor ante el descarado vuelo de las rapiñas
    En esta clave de humor sutil, que germina en lo frágil como una arquitectura de la inteligencia, hay un relato judío, de la tradición yidis, que trata del Gobierno y la relación con la gente común. En este caso, el poder es un poder fuerte, el poder del zar. Cuenta que el emperador ruso se levantó un día malhumorado y ordenó imponer un nuevo impuesto a los judíos. Envió a un consejero a algunos de los poblados o shtetls habitados por hebreos para observar la reacción. El informador volvió con datos muy preocupantes: la gente estaba muy indignada, lo consideraba un abuso. El zar decidió entonces duplicar el impuesto. El consejero volvió a los poblados y regresó con un informe sorprendente. La gente hacía chistes todo el tiempo y se reían del zar insaciable y de los abusos de los mandamases.

    El zar, después de pensarlo, reaccionó preocupado: “Si están haciendo chistes, dejemos las cosas como están. No se les va a poder sacar ni un rublo más”.

    Estos días, con los datos que vamos conociendo de la llamada Operación Púnica y la ristra interminable de grandes chorizadas, me volvió a la cabeza esta historia que había conocido por un texto de Leonardo Moledo titulado El rey Lear y el humor judío. Creo que en España hemos llegado a la preocupante fase histórica de contar chistes y reírse sin parar.

    Con los casos de Gürtel, Malaya, Palma Arena, Nóos, ERE, Palau, preferentes, tarjetas black, Rato, etcétera, etcétera, nos habíamos situado en la etapa del escándalo y la indignación. El shock de la crisis se volvía estupor ante el descarado vuelo de las rapiñas, en un paisaje social de recortes y empobrecimiento. Asistimos al esperpento del auto de fe al juez Garzón, para regocijo de corruptos y carcamales. Te quedabas perplejo al ver que algunos cargos políticos imputados en expolios del patrimonio público eran jaleados a la puerta del juzgado. Pero era un espejismo: la mayoría de la gente estaba realmente harta. Al límite. Los discursos se llenaron de promesas de regeneración y transparencia. Pero solo hubo reacción verdadera cuando la gente hizo explotar las encuestas y los estudios de opinión.

    Salió a la superficie una realidad oculta: la mayoría social no era indiferente, no aceptaba la suspensión de las conciencias. La mayoría podía valorar positivamente la Transición, pero no que se utilizase como tapadera del conformismo.

    Sí, los corruptos también nos habían robado el humor
    Lo que está ocurriendo con la Operación Púnica puede marcar una nueva etapa de la lucha contra la corrupción en España en dos sentidos. Por una parte, ya no es verosímil el discurso oficialista de los “casos aislados”, las “ovejas negras” o las “manzanas podridas”. Desde la propia justicia, el juez instructor y la Fiscalía Anticorrupción, se habla explícitamente de “trama organizada” y de “organización criminal” por delitos de blanqueo, contra la Hacienda pública, falsedad documental y tráfico de influencias.

    Por otro lado, se está produciendo la recuperación por parte de la gente de un bien público fundamental que no figura en los cargos contra los corruptos y que es la apropiación del humor.

    Sí, los corruptos también nos habían robado el humor.

    Hay esa conversación de dos de los implicados en la Púnica, un político y un empresario, que debería figurar a partir de ahora en los manuales de historia contemporánea. Es una especie de sketch que tiene la condición de paradigma.

    –¿Qué tal?

    –Bien, bueno…, bien.

    –Tocándote los huevos y ya está.

    –Tocándome los cojones, que para eso me hice diputado.

    (…)

    –Esto es una putada. Acostumbrado a no trabajar, coño, es una putada.

    –Como dice Bony… que repite este, a chupársela a este. ¿Que no repite porque ponen a otro?, pues, ¿a quién hay que chupársela? Pues a otro. Vamos a por él. Si es siempre lo mismo.

    Ya ven. Se lo pasaban bomba. Tenemos que empezar a reírnos todos. No va a ser siempre lo mismo.




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    La prótesis caducada del catalanismo en España

    Federico Jiménez Losantos

    Desde hace años, miles de catalanes llevan prótesis caducadas, cuya fecha de deterioro irreversible fue manipulada para venderla y colocarla en 30 hospitales de la Generalidad. Desde hace un siglo, España alberga en su interior el nacionalismo catalán como una prótesis supuestamente benigna que ayuda a mantener el equilibrio del Estado. Pero igual que las prótesis adulteradas por la administración pujolista –Convergencia Democrática de Cataluña, antes de la confesión del Muy Poco Honorable Pujol que la llevó a la fosa– hace tiempo que los dolores provocados por la prótesis catalanista deberían haber alertado sobre el riesgo que para la salud pública revisten ese catalanismo llamado integrador y ese nacionalismo llamado moderado, que no son ni una cosa ni la otra. Ambas son prótesis retóricas caducadas que fatalmente provocarán invalidez o septicemia en el cuerpo intervenido por unos galenos que han convertido la estafa en el negocio del siglo. Para ser precisos, los 101 años pasados desde la creación de la Mancomunidad Catalana como órgano teóricamente administrativo que era en realidad el embrión del Estado Catalán instalado como prótesis en el Estado Español.

    De Prat de la Riba a Cambó y Pujol

    Nada ha cambiado desde Prat de la Riba –primer presidente de la Mancomunidad– o Francesc Cambó, alevín de Prat en el Centre Escolar Catalá, que desembocó en la Lliga Regionalista Catalana, el partido de la derecha catalanista que pastoreó Cambó hasta la guerra civil, en la que se convirtió en devoto propagandista de Franco. De Prat a Cambó y a Pujol hay una constante inalterable: deslealtad de fondo y suavidad en la forma, un estilo untuosamente clerical que sustituyó al feroz carlismo trabucaire con el que la Cataluña conservadora combatió durante todo el siglo XIX al liberalismo español. La Renaixença, madre de la Lliga, siempre consideró intolerable la Constitución de Cádiz y toda forma de soberanía nacional que supusiera merma de privilegios y tradiciones, por lo común redundantes. El invento genial del catalanismo tras la crisis del 98 fue convertir la defensa de esos privilegios en ideario político, en hacer de la desafección industria y del proteccionismo a los intereses catalanes una alcabala para la paz civil.

    Como fruto de unas clases dirigentes cuyos intereses particulares no admitían fácilmente una defensa general, el discurso nacionalista siempre ha consistido en una apelación sentimental a los de casa para defender de los de fuera algo espiritual, sagrado, innegociable, pero que de inmediato se negociaba con ese poder lejano y opresor –Madrit–, siempre tan a mano. La paz civil catalana, el bálsamo de esos delicados sentimientos heridos sin saberlo pero secularmente por toscos castellanos y vagos andaluces podían ser objeto de una cura inmediata y paradójica gracias a unos cirujanos de papel moneda –los catalanistas– que curaban los agravios con aranceles. Lo malo es que el milagro catalanista duraba poco. En realidad, nada, porque aún no se habían secado en la Gaceta o el BOE los decretos que favorecían a ciertos intereses catalanes y ya estaban reproduciéndose las espirituales e incurables llagas que aliviaban por un rato el doctor Prat, o Cambó, o Pujol.


    .../... Continua....
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

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