Pues claro que tiene su importancia, tanto en las reses cómo en los que quieran participar.
Los animales “funcionan” en virtud de estimulaciones climáticas y de luz ( a ver quien les dice a las gallinas cuando se tienen que “acostar”), aparte de estímulos alimenticios y de la presencia o carencia de agua. Claro que esto ni lo imaginan los animalistas radicales. Las vacas cambian su ubicación en función del calor y de la luz; buscan el “mosquero” cuando el sol aprieta y suben a las zonas altas y de matorral para dormir ( es simplemente una manera de protegerse de sus depredadores hipotéticos).
Curiosamente acabo de vivir lo que podríamos llamar el origen histórico de los encierros; que es simplemente pasar de una dehesa, ya esquilmada, a otra todavía con hierba crecida a más de quinientas reses. Se hace a primera hora, cuando los animales están agrupados y todavía no han empezado a desarrollar sus movimientos instintivos. Se tiene que cortar una carretera nacional y los animales van arreados desde caballos.
Cuando se hace en grupos reducidos para llevarlos a algún “corralón” en el interior de las poblaciones, hay que poner talanqueras para crear un camino seguro. Aquí es donde nace el encierro tal y como hoy lo conocemos cuando la gente joven se atreve a correr delante de los cornúpetas en su viaje del campo a su destino a través de las calles y callejas.
En este caso particular de San Sebastián de los Reyes ( del que desconozco todo absolutamente), creo que la menor asistencia pudiera ser debida a la diferencia de la hora de inicio. No es lo mismo decir al jefe que a las 9 ya estoy en el curre, que decirle que no trabajaré a media mañana; ya que una parte importante de gente que participa son de poblaciones de la Comunidad, e incluso de provincias limítrofes. También podría influir que desde el desayuno hasta la hora del encierro más de uno ya habrá tenido tiempo de llenarse de “octanos etílicos” y ya no están los cuerpos para carreras y limpiezas de mente.
Lo que sí he constatado es la alarmante falta de la raza autóctona de raza “avileña” y la poca cantidad de vacas “suizas” ( las de leche) donde antes eran mayoritarias. En pocos años el ganado castellano desaparecerá a favor de razas europeas que dan más peso y más carne.