Puf. Mal año llevamos de incendios. La chicharrera del “buen tiempo” nos está dejando tiznados a todos. Luego vienen los vientos solanos y los taraos mentales y montan la de Dios es Cristo.
Es tristísimo ver la desolación que dejan los incendios forestales… y son difíciles de atajar.
Pero hay detalles que se han abandonado y podrían paliar en parte las consecuencias de todo esto.
Antes los paisanos limpiaban el monte de hierbajos, zarzas, y demás combustible que arde como la yesca. O bien lo hacían ellos trabajando ( antes se trabajaba) o la presencia del ganado ayudaba bastante. Medios no tenían, pero también sabían moverse por el monte y sabían combatir el fuego a base de retamas y saber hacer. Se adivinaba la columna de humo y rápidamente, a toque de arrebato en el campanario, los hombres y jóvenes salían escopeteados.
El campo es bonito pero tiene sus leyes que hay que saber interpretar y saber acatarlas. Hoy día somos casi todos urbanitas peliculeros, y esa condición y el desconocimiento del entorno rural asociada a la estupidez humana propicia muchos de estas desgracias.
Según el entorno y la vegetación, 10 añazos se tarda en recuperar esas zonas. Los veraneantes se vienen a sus ciudades, “los aventureros” también, y son los paisanos los que sufren más las consecuencias.
Hay una cosa que siempre me ha llamado la atención. Se trata de constatar cómo se dan de baja vehículos autobombas por el simple hecho de tener una determinada fecha de baja en función de los años. Vehículos casi nuevos y en perfecto estado de funcionamiento, que podrían servir en pequeños municipios aunque simplemente fuese como aljibes rodantes o para regar las calles. Un simple operario con su licencia de conducción correspondiente y un mínimo de preparación podría dar un resultado impensable en muchas circunstancias.
Siempre lo pienso igual. El progresismo aquí lo entendemos equivocadamente.