Un hombre de 48 años, vecino de la localidad de Pola de Lena, en el Principado de Asturias, ha fallecido esta madrugada, al parecer electrocutado, mientras intentaba cortar los cables de cobre de la catenaria que alimenta de energía la vía del ferrocarril de FEVE que discurre entre Gijón y Avilés. El cadáver de J. L. L. fue encontrado a las 05.40 horas de este lunes por los empleados de la empresa de mantenimiento Cobra que habían acudido a la zona para reponer el cable que impedía el suministro y que mantenía paralizado el tráfico de trenes de vía estrecha entre Gijón y Avilés. El robo ha obligado a transportar a los viajeros en autobús desde el primer servicio, a las 06.30.
Se cree que el hombre estaba cortando los cables de cobre de la catenaria cuando sufrió una descarga que acabó con su vida, aunque este extremo debe ser aún ser confirmado por la autopsia que se le realizará en el Instituto Anatómico Forense de la capital asturiana. En las líneas eléctricas aéreas, las que van suspendidas en postes, normalmente, el polo positivo de la instalación es la catenaria y el negativo son los propios carriles del tren.
El cadáver fue encontrado entre las localidades de Candás y San Zabrornín

El cadáver fue localizado en el punto kilométrico 39,400 de la vía de FEVE, entre las localidades de Candás y San Zabrornín. Hasta el lugar se han desplazado agentes de la Guardia Civil de Candás, el equipo de la Policía Judicial del Instituto Armado y el forense para proceder al levantamiento del cadáver. Como consecuencia del robo, FEVE mantiene suspendido el servicio ferroviario entre Gijón y Avilés desde primera hora de la mañana.
El robo de cobre es muy habitual. El año pasado, los Mossos interceptaron a varios delincuentes que habían robado media tonelada del cobre del trazado del AVE que discurre paralelo a la A2, cerca de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona). En mayo, la Guardia Civil detuvo a siete personas y desmanteló una red con más de ocho toneladas de cable de cobre robado en Cantabria y Asturias. Los arrestados, de origen rumano y con edades entre los 28 y 40 años, actuaban en grandes instalaciones como empresas, canteras, minas y campos de fútbol. Se les atribuye 11 delitos con material sustraído valorado en cuatro millones de euros.

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