Querida Nefertari, me gustaría matizar un poco algunas cosillas:
Carrillo no "son" los rectores, sino uno más, uno y solamente uno, y se puede escribir sobre su vida, obra y milagros sin necesidad de salpicar al resto, o de ponerlo de ejemplo para catalogar al resto.
Cuando dije que según las estadísticas del INE se reparten 12,55 alumnos por profesor, me refería, y creo que lo intenté dejar bien claro, a que esa estadística en verdad no se acerca ni mucho menos a la realidad, pues en el saco de los docentes en dicha estadística se incluye a una cantidad nada desdeñable de personal que no ejerce en la práctica la docencia, tales como por ejemplo médicos que operan y practican el ejercicio de la medicina en los llamados "hospitales universitarios", y no son pocos precisamente, y además están desarrollando su actividad para la Seguridad Social y son pagados por la universidad de turno. Pues como este caso de los médicos existe una gran variedad de personal que está incluído en la estadística del INE como docentes y su actividad verdadera está apartada de lo que es el contacto directo con el alumnado.
Si algún rector incumple la ley, pues que pague por tal incumplimiento. Pero ya, automáticamente. ¿Dónde están esos incumplidores?, mucho me temo que en la imaginación calenturienta de algún periodista que se dedica a calentar al resto del personal siguiendo unas pautas.
Yo particularmente defiendo la autonomía de las universidades, que no tiene nada que ver con esos cuentos para no dormir que leo de que un rector es como el poder abosoluto y tiránico poseedor de su república independiente. Los techos y límites de gastos de las universidades públicas están regidos por el Estado, y las universidades rinden y deben rendir cuentas de todo lo que se gastan, otra cosa muy distinta es que el rector, como cabeza visible, sea el responsable y en parte el administrador de esos gastos.
Pero eso de ampararse a estas alturas en los gastos o los supuestos derroches para justificar la intrusión de un Gobierno de determinado color político en la Universidad, me suena a que nos llaman idiotas. Si se ha derrochado, como ha sucedido en este país, y como ha hecho hasta el más tonto, pues que se pongan las soluciones oportunas, pero eso no es, ni debe ser motivo para justificar el robo de la autonomía universitaria. Si esto sucediera, ibamos a ir apañados.
Un ministro tampoco es un dios, también se equivoca y también es criticable. En este país, gracias a Dios, desde el Rey para abajo todo, y reitero, todo el mundo es criticable y discutible en sus acciones, en sus omisiones y en sus decisiones, los rectores, indudablente también, pero no es necesario que se monte la grotesca campaña que se está montando para colocar a la opinión pública en su contra demonizándolos sin otra causa explicable más que la de ningunearlos para justificar lo injustificable, que es la eliminación de autonomía universitaria. xbridx
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