A quién creer

Apelar al Santo Oficio para describir tu actuación es alinearte con el siniestro Torquemada
05.06.12 - 00:15 -
LORENZO SILVA |

I
Las noticias coinciden en el tiempo y en la forma, y tristemente en el fondo. La Guardia Civil expone en un informe las presuntas conexiones dentro de la cúpula de la Junta de Andalucía con la trama de los ERE fraudulentos. Otro informe policial, elaborado esta vez en Cataluña, pone al descubierto los vínculos (presuntos siempre, en espera de lo que resuelvan sus señorías) entre la trama delictiva desmantelada en torno al Palau y diversas entidades en la órbita de quienes ahora mismo sustentan con sus votos en el Parlament al Govern de la Generalitat. Otro detalle común a ambas historias, y que no resulta por cierto baladí, es que los informes policiales apuntan a partidos que en este momento se hallan en el gobierno y por tanto en el ejercicio de delicadas e importantes responsabilidades.
Tan pronto como los informes policiales salen a la luz pública, alguien desde las filas de la formación imputada sale a la palestra para desmentir cualquier posible responsabilidad. De paso, ya que los informes dejan poco margen interpretativo, se impone desacreditar al cuerpo policial actuante, que habría llegado a esas conclusiones por caminos tortuosos y con motivaciones espurias. En Andalucía, apurando las posibilidades expresivas y narrativas de nuestro idioma, se ha llegado a decir que los guardias civiles han actuado siguiendo procedimientos inquisitoriales. Ahí es nada. En España apelar al Santo Oficio para describir tu actuación es algo más que mentar la bicha: es alinearte directamente con el siniestro Torquemada, Darth Vader y demás habitantes del lado oscuro de la Fuerza.
Pero los políticos que se ponen delante de las cámaras a decir estas cosas, con todo lo que ha llovido en los últimos años (entre otras cosas, con los numerosos cargos públicos de todos los partidos a los que hemos visto salir de dependencias municipales esposados y custodiados por los civiles o por la Policía), deberían pararse un segundo a pensar en el conflicto que nos están planteando a quienes los vemos y escuchamos. Y que no es otro que la disyuntiva entre creerlos a ellos, con sus explicaciones siempre tardías, vagas e incompletas (amén de eminentemente parciales), o a unos funcionarios que, en la mayoría de los casos, sabemos que trabajan con razonable rigor e independencia.
Deberían recordar la valoración que les tiene asignada la ciudadanía, y la que se les dispensa en cambio a los cuerpos y fuerzas de seguridad. Los jueces decidirán, tanto en lo que respecta a los ERE andaluces como en lo que toca a las intrincadas ramificaciones del asunto Palau. Hasta entonces, nada puede afirmarse, pero el pálpito no nos lleva precisamente a confiar en los políticos. Cuándo comprenderán que para restaurar esa confianza lo primero es terminar de barrer su propia tienda.

http://www.lavozdigital.es/jerez/v/2...-20120605.html