La alta participación (1 millón de votos más que en 2011) ha favorecido especialmente a partidos de izquierda y en unas supuestas segundas elecciones, lógicamente la participación bajaría. Así que es lógico pensar que, al revés, si baja la participación, podría perjudicar especialmente a partidos de izquierda (imposible saber si afectaría más al PSOE o Podemos).
Por otra parte, el PSOE se acaba de meter en una crisis interna en el peor momento posible (federalismo o referéndum) acuciado por el progreso de Podemos. Un pacto entre estos dos partidos puede significar la identificación entre ambos por lo que, a la larga, el que ceda en su postura podría ser consumido por el otro y a la vista de los resultados, Podemos tiene muchas expectativas de seguir atrayendo voto de izquierdas.
El voto de Ciudadanos es claramente voto detraído del PP y al ser de nueva implantación, podría no tener infraestructura para acometer una nueva campaña electoral, que por otra parte, podría volver a reagrupar el voto de la derecha.
Todo esto deja al PP en una posición de ventaja.
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