Vitoria se había movilizado solo unas horas antes, llenando la plaza de la Virgen Blanca de silencio y de pancartas contra la violencia contra mujeres y niños, una lacra que no cesa. Miles de ciudadanos se reunieron en torno a una convocatoria de repulsa contra el último episodio de violencia machista, un capítulo de máxima repugnancia humana al que ninguna ciudad puede acostumbrarse, pero menos aún una pequeña capital como es la alavesa.

El lunes de madrugada era una noche fría. Hacia las tres, los gritos y la terrible discusión de una pareja en el primer piso del número 14 de la calle Libertad hicieron temblar las paredes del vecindario. Los residentes se asomaron, imploraron que cesaran los gritos, que se dejara en paz a una mujer que chillaba y pedía ayuda. «Basta ya, basta ya», gritaron algunos vecinos, mientras avisaban a la Policía. En un momento dado, algo salió despedido de una de las ventanas, rompiendo los cristales. «Creímos que era un muñeco, hasta que vimos la sangre», relataron después los vecinos. Era la pequeña Alicia, de 17 meses, a la que alguien había arrojado desde la ventana del primer piso y ahora yacía sobre la acera, sola y gravemente herida. En la casa, mientras, la pareja peleó y ambos sufrieron lesiones de las que también tuvieron que ser atendido en dos centros sanitarios diferentes, él en Santiago y ella en Txagorritxu. Él, según se supo ayer, clavó a la mujer un cristal en el cuello.

El hombre a quien se atribuye tan inhumano comportamiento es, para los investigadores, D. M., un joven de 30 años originario de Sevilla que se ganaba la vida en Vitoria como instructor de saxofón en dos centros públicos, de Vitoria y Salvatierra, cuyos rectores y alumnos no salieron de su asombro al conocer la identidad del presunto autor de tal fechoría.

Los investigadores sostienen la hipótesis de que la pelea se originó porque la mujer, al despertarse, vio que el chico no estaba en la cama y le encontró realizando tocamientos sexuales a la pequeña. Al ser sorprendido, la arrojó por la ventana.

El fiscal calculó que D.M., de ser finalmente acusado de la muerte de Alicia y de los presuntos abusos, podría encarar peticiones de pena superiores a los 30 años de cárcel, pero abrió también la posibilidad de que se le aplique la nueva prisión permanente revisable, el tipo penal que puede reclamarse en delitos de extrema gravedad y gran alarma social.

http://www.elcorreo.com/bizkaia/araba/201601/27/muerte-pequena-alicia-conmociona-20160126231711.html



Un crimen de tal vileza que no me salen las palabras.

Con el sistema de impartir “justicia” que tenemos, dudo que cumpla 30 años de condena, ya sabemos cómo se premian a los asesinos, pedófilos, y salen mucho antes de cumplir la condena. Estos sujetos depravados no son reinsertables, ni reeducados para vivir en la sociedad….son un peligro para la sociedad y no deberían formar parte de la misma. Su lugar está en una celda para el resto de sus días.