Pues sí. Es muy triste escuchar noticias como esta, en que no se trata de un accidente al que todos podemos estar expuestos y es simplemente la fatalidad la que dicta su sentencia. En este caso es un homicidio, nada de atropello y esas cosas que parecen estar dictadas para devaluar los hechos de cara a la opinión pública; pero como alguno ya ha apuntado, hay que valorar el cúmulo de circunstancias que han llevado el luto a una familia que se ganaba la vida trabajando para la misma sociedad que ha propiciado este desenlace.

Preguntan a D. Manuel como hubieran tratado este tema en su época. Pues desalmados, delincuentes y tarados mentales con mala baba los ha habido, los hay y los habrá siempre. Cualquier profesional que trabaje de cara al público sabe de antemano que las cosas se pueden complicar cuando menos se lo espera uno, y para eso hay que ir mentalizado y sobre todo precavido. Pero sí que hay una diferencia abismal entre otras épocas y la actual. Antes la presencia de cualquier miembro de las Fuerzas de Orden Público inspiraba, sobre todo respeto y acatamiento. Hoy, por desgracia, las cosas no son así. La política social y consecuentemente las leyes, son sumamente permisivas en aras de una supuesta convivencia basada en una falsa educación, tanto moral como social. Educación que no existe y que las circunstancias políticas encaminan hacia todo lo contrario.

Pero en fin. No es el momento de marear la perdiz con filosofías sociales. Tenemos lo que nos merecemos y lo que nos hemos buscado. Vagos, maleantes, violentos, buscavidas, maleducados, cobardes y aprovechados, son los que nos marcan el paso, y parece que el resto nos lo dejamos cantar.

Que sepan los familiares del Guardia, que los españoles normales sentimos profundamente lo sucedido, y que dentro de nuestras posibilidades, les acompañamos en el sentimiento. Ahora son los compañeros los que les deben arropar y confortar.