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Resultados 1 al 6 de 6
  1. #1

    Que barbaridad

    http://www.alertadigital.com/2016/03...la-benemerita/

    Nuevo ataque criminal contra la Benemérita: Lanzan una piedra de dos kilos contra dos guardias civiles desde un puente de la autovía de León


    La semilla del odio a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado germina en algunos sectores de la lumpenizada sociedad española. De una sociedad que se mira en el espejo de muchos de sus representantes públicos no puede esperarse otra cosa que las que aparecen a diario en la crónica de sucesos. Si hace unos días, cuatro jóvenes pasaban a disposición de la Fiscalía de Menores y del Juzgado por su implicación en la muerte de un guardia civil, que fue arrollado en un control de tráfico instalado en la noche del pasado viernes, en la rotonda de intersección entre las carreteras N-240 y la N-123 a su paso por Barbastro (Huesca), hoy la crónica macabra se traslada a León.

    Allí, dos agentes de la Guardia Civil de Tráfico salvaron milagrosamente sus vidas luego de que unos desconocidos lanzaran una piedra de dos kilos contra su vehículo desde lo alto de un puente de la autovía leonesa. La piedra impactó en el parabrisas del coche patrulla de la Benemérita, que sufrió los importantes daños que los lectores pueden comprobar en las imágenes que han sido facilitadas a este medio por fuentes procedentes del instituto armado.
    A la hora de establecer una relación entre causa y efecto, no podemos olvidarmos de la campaña de criminalización contra la Guardia Civil que desde hace meses está siendo promovida e impulsada desde sectores muy localizados de la izquierda española. No podemos ignorar las acusaciones de grueso calado de algunos representantes ultraizquierdistas contra las actuaciones de la Benemérita en puntos tan conflictivo como Vascongadas o los puntos fronterizos de Ceuta y Melilla.

    Recordamos hoy unas declaraciones de Pablo Iglesias, lider de Podemos: “La realidad es asumir que a hostias, perdemos, que perdemos si nos vienen a desalojar los guardias civiles, y que si vienen finalmente los fachas cogeremos sillas y nos enfrentaremos con ellos, pero al final iremos a un cuartel de la Guardia Civil o a un juzgado burgués a presentar una denuncia porque la política es así”. Casualidad o no, este contexto de polarización extrema coincide con el recrudecimiento de los ataques físivos y verbales contra agentes de la Benemérita. Más de cincuenta resultaron heridos el pasado año como consecuencia de agresiones recibidas por parte de jóvenes delincuentes.
    Tampoco es de recibo la campaña de desprestigio del PSOE contra las actuaciones de la Guardia Civil en las fronteras de Ceuta y Melilla. Es inaceptable que este Cuerpo de Seguridad, básico para la garantía de las libertades, sea cuestionado cada vez que interviene para defender nuestras fronteras. Acierta, por tanto, el ministro del Interior al anunciar que blindará jurídicamente sus actuaciones para que sean incuestionables. Nada satisface más a las mafias que los ataques a la Guardia Civil. Pero acertaría más el Gobierno de España si las palabras laudatorias hubiesen dado paso a la puesta en marcha de medidas contra la discriminación económica que sufren policías nacionales y guardias civiles, sin estímulo ni respaldo gubernamental, mientras se remunera a placer a policías autonómicas, guardias pretorianas de presidentes autonómicos –muchos al margen de la ley-, así como de barones y alcaldes que se burlan de la Justicia.
    La Guardia Civil, que todavía mantiene en su día a día ese compromiso de fidelidad con la Patria y lo que representa: una sociedad, una historia, una Bandera, un Himno, unos objetivos comunes, es odiada por la canalla social y política española por seguir siendo un islote de firmeza y patriotismo y seguir representando, a pesar de todo, lo mejor de esta desacreditada democracia.
    Con su valor hasta el sacrificio, con su estoicismo ante las adversidades, con su alegría en los momentos más difíciles, los enemigos de la benemérita institución no pueden soportar el vívido recuerdo que en la encarnadura popular siguen teniendo aquellos agentes que lucharon contra lo imposible en los montes de nuestra geografía peninsular, los que murieron a manos de las compañeros de Otegui, los que defendieron hasta la muerte el castillo de Simancas, los que resistieron en el Alcázar de Toledo, los que llenaron de valor y coraje las mejores páginas de nuestra historia contemporánea.
    No es casualidad, por consiguiente, que el aumento a las agresiones contra sus agentes se haya incrementado en medio de este clima general de inmoralidad y desorden.
    Otra imagen del vehículo de la Benemérita
    Según un reciente informe de la Dirección General de la Guardia Civil (DGGC), la tendencia es que esas reacciones violentas sigan creciendo. Las agresiones se producen con armas de fuego o bien con objetos cortantes o punzantes. Algunas han provocado la muerte de guardias civiles de Tráfico en el desempeño de sus funciones.
    Los escenarios en los que la seguridad personal de los efectivos “puede verse comprometida”, continúa el informe, se dan durante controles de alcoholemia o de drogas, en la identificación de conductores o en el momento de iniciar una sanción por infracciones cometidas.
    Como medida, se anuncia que la DGT quiere reforzar la seguridad de los destacamentos de la Agrupación de Tráfico con 1.500 chalecos antibala. Como tratar de detener la hemorragia con tiritas. Pocos se atreven a apuntar el verdadero diagnóstico, magistralmente desgranado por el psicólogo forense Javier Urra: una sociedad enferma y jóvenes (ocasionalmente niños) nihilistas, hedonistas, que leen poco y reflexionan menos.
    Jóvenes con fracaso escolar, desempleados, sin perspectivas. O que lo tienen todo, pero se sienten vacíos. Perciben la violencia como una forma de resolver problemas. Utilizan las redes sociales, incendiando el ambiente desde el «efecto llamada» muchas veces borreguil. Aprenden desde el hogar, la escuela y la ciudadanía, un perturbador sentido de impunidad. No aceptan la autoridad.
    Algunos son inmigrantes de segunda generación, ocasionalmente escuchan música (rap; grime; dubstep) que invita a la violencia. Buscan en el grupo y desde el cobarde anonimato desresponsabilizarse, mostrar su náusea existencial, su anomia, su sentimiento de sentirse fuera de la noria económica. Y siempre compañeros del alcohol y otras drogas. Buscan emociones fuertes, enfrentarse, romper, desde el hastío, casi por puro placer.
    No es extraño que, en medio de este panorama, las ideologías que son utilizadas para transmitir el germen del desorden, de una insurgencia sin objetivo, se encuentren representadas en las instituciones españolas, mientras los honrados, humildes y corajudos agentes de la Benemérita, milagrosamente esclavos del deber pese a las limitaciones que sufren y las humillaciones que padecen, están siendo los lamentables acaparadores de la crónica de sucesos. Siempre en el papel de víctimas, siempre por mantener sus valores a flote en medio de las procelosas aguas democráticas, siempre por su condición de españoles y españolas de bien. ¡Dios bendiga a la Guardia Civil!
    El necio afirma, el sabio duda y reflexiona (Aristóteles)

  2. #2
    Vivimos en unos tiempos y en una sociedad carente de valores y en franca decadencia...

  3. #3
    Desde luego "es lo que nos merecemos", (que no se me mal interprete), es lo que nos merecemos como sociedad, y que lo sufrimos como guardias civiles. Como la mano dura ya no existe, sale barato cometer esas barbaridades. Castigos ejemplares debería haber, pero es hablar por hablar, cada vez vamos a peor
    [b]DEL PASADO HONOR...DEL PRESENTE ORGULLO

  4. #4
    Si fuera el coche de un juez o del politicucho de turno, se pasaba media vida en el talego....ahhh pero es un coche de la Gc, no pasa nada...llueve sobre mojado, 90 euros de multa y arreglar el cristal y santas pascuas.

  5. #5
    Que de gracias a que no rompió el parabrisas del coche, si no estaríamos hablando de una desgracia.

  6. #6
    Y alguno todavía dirá eso de para eso os pagan.
    Por desgracia, para la mayoría del pueblo somos los malos, que solo vamos a joder, que no los dejamos conducir borrachos, aparcar donde quieren....etc...etc
    Pero claro, este es el país de la hipocresía, y los policías somos como el jarabe, la gente solo se acuerda de nosotros cuando le da la tos.

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