“Las Catedrales de la Naturaleza”. Sí señora. Buena opción.
Conozco algunas de las reseñadas, y la que más me impresionó es Valporquero, en león. La inmensa galería principal, a poca distancia de la entrada, es simplemente apabullante.
Para un servidor, que tuvo su tiempo de chaladura espeleóloga, la visión adaptada y preparada de estas cuevas visitables, pierde un poco el encanto que se refleja en los visitantes “normales”. La aventura del laberinto, el reino del silencio y la oscuridad, la emoción ( y acojone) de una subida inesperada del cauce de las aguas subterráneas, proporciona una serie de sensaciones que no se llegan a alcanzar con las visitas turísticas ( además de tener asegurada una sesión de lavadora de las del 12 y en programa largo). Pero considero indispensable aprovechar cualquier viaje y la cercanía de alguna de estas maravillas para empaparse de sensaciones y de belleza.
Hace años, la única manera de visitar una cueva madrileña (El Reguerillo, en Patones) era apuntarse como voluntario para “cribar tierra”. Un grupo científico había obtenido el permiso de excavar en la cueva y ofrecía una pequeña cantidad y aseguraba bocatas a cambio de trabajar como simple peón en la investigación. Paredes de caliza y suelo enmarcados por cordeles formando mosaicos donde con suma paciencia había que aplicar la brocha y la paleta de albañil.
No os podéis imaginar lo que supone advertir como “algo raro” va saliendo a la luz. Lo comunicas, viene el entendido, y te dice que eso es un hueso o un colmillo de un tigre dientes de sable. Es como si te tocase la lotería de navidad. Tienes delante de tus ojos algo que existió hace miles de años y ha estado oculto al resto de los mortales.
Tampoco tiene parangón salir de una gatera, dar caña al carburero, y descubrir una galería y los contrastes de luces y sombras que se crean en el mar de dientes calcáreos y rugosidades del terreno.
A modo de curiosidad, decir que hay que distinguir entre “cueva” y “sima”; y también entre complejos de galerías “vivos” y complejos “Fósiles”.
En España tenemos uno de los complejos kársticos más grandes de Europa (la Piedra de San Marín, en la muga franco- navarra), donde se mató Loubens, y El Sumidero del Gato, en Almería (no explorado todavía en su totalidad). También existe alrededor de algunas cuevas en su descubrimiento o en su posterior exploración historias trágicas (el mismo Loubens o aquella más peliculera de Floyd Collins en el americano Valle del Mamut)
En fin. No sigo que me conozco y termino por aburrir.
Muy buena opción.
PD. Cada vez que paso por la fotografía de los molinos, me tengo que detener a admirarla. ¡Qué bonito!
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