El cura salta entusiasmado: «Hombre, es que el tema del libre albedrío viene aquí pintiparado». «¿Verdad que sí?», dice el cabo. Don Andrés, con mirada ensoñadora, comenta: «¡Con lo bonito que es ese tema!». Los dos amigos continúan paseando. Un travelling les precede en plano medio largo. Gutiérrez deja de lado la cuestión que les ha llevado allí y comienza a disertar sobre el libre albedrío: «Dentro de la Guardia Civil, no podemos usarlo prácticamente. Todo lo que es buena voluntad en los primeros esca*lones del mando, cuando se llega a la altura de teniente coronel o así, se ponen las cosas de una manera que ni libre albedrío ni nada. Se encierran en que las ordenanzas, esto, las orde*nanzas, lo otro… y de ahí… no hay quien los saque». «Pues es una pena -responde compren*sivo el cura-, pero le advierto que con los nuestros pasa lo mismo. Que no se entere un arcipreste que andas tú por ahí un poco ligero con lo del libre albedrío. Se te cae el pelo
Marcadores