Cuando una persona deja su estatus de "particular" para ser "político", automáticamente se convierte en una persona pública, y sus opiniones y pensamientos son públicos, no privados, y por tanto lo que piensa, lo que cree, y lo que defiende el político es lo mismo que piensa, cree y defiende su Partido.
Por supuesto que el Partido piensa en muchas cosas, pero no todas son igual de importantes. El Partido piensa en la política de indemnizaciones a las mejilloneras gallegas cuando hay marea roja, pero también piensa en terrorismo, o en defensa nacional.
Lo primero puede ser una cuestión técnica con distintos puntos de vista; lo segundo son valores e ideas que cualquier persona tiene muy claras, es blanco o negro, a favor o en contra.
Por eso, cuesta demasiado digerir para la sociedad en general, y para un colectivo tan castigado por el terrorismo como el nuestro en particular, que un partido político pueda ir diciendo que un terrorista es un "hombre de paz".
Si un político tiene ideas distintas a las que defiende su partido, tiene 2 opciones:
a) callar o pronunciarse a favor del Partido, que equivale a aceptar la disciplina de Partido.
b) disentir, que equivale a cuestionar la disciplina de Partido. Se puede disentir por muchos motivos, pero no todos tienen la misma importancia.
Para la Sociedad, y para los Partidos, el terrorismo es una de las líneas maestras de la Política, por la gravedad del asunto. En una cuestión como esa la disensión suele provocar crisis de cierto calado, y suele acompañarse de una carta de dimisión por parte del crítico (sobre todo en estos partidos regeneradores que están en contra de que la gente se aferre a los sillones a toda costa).
De momento el señor Delgado está en la opción a), y como persona pública que es, demuestra aceptar lo que dice y hace Podemos.
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