Carmena inventa la "querellación" para tapar su corrupción
La naturaleza del comunismo tal y como quedó definida por Lenin y se practica en los partidos hechos a su imagen y semejanza, como el de Podemos, no busca sólo mandar sobre la gente sino dominar su voluntad. Eso es el Poder para el comunismo. Sólo así puede nacer el Hombre Nuevo, negando el Viejo que era antes o que siempre lleva dentro. Lo que impone el comunismo no es sólo que se acate su Poder, sino que se acepte como legítima su dictadura, que su víctima se identifique con las razones del verdugo para convertirla, a ella o a cualquier otra, en lo que es: víctima. Sólo así deja de serlo: asumiendo que lo será para siempre. Y ya no sufrirá.
Es lo que hacían los acusados en los juicios de Moscú de los que se cumplen ahora 80 años: aceptar los delitos más disparatados, crímenes que, por razones de edad, de lugar o de tiempo, no pudieron cometer, contactos con embajadas que nunca visitaron, en idiomas que nunca supieron, junto a personas de los que nunca oyeron hablar. Daba igual. Llegado el juicio, y tras ser insultados minuciosamente por el fiscal Vichinsky, confesaban lo que (a cambio de no matar a sus familias) habían ensayado la víspera, para que 'el idiota internacional', o sea, los periodistas occidentales que daban noticia de los procesos, los encontraran legales y con plenas garantías para los acusados y arrepentidos, alelados y pronto fusilados, pero beneficiarios de la Justicia de la Unión Soviética. Porque al fusilarlos, confesaban, la Revolución no sólo hacía Justicia, sino que a ellos les hacía un gran favor.
Para el triunfo de la mentira en aquellas burdas noticias que sobre los Procesos de Moscú servían los esbirros periodísticos de Stalin, lo esencial era la aceptación de la mentira, o lo que es lo mismo, la indiferencia por la verdad. Orwell nunca exageró: la verdad del comunismo es la mentira. "La primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira", dice Revel en El conocimiento inútil, y es verdad. El Poder es absoluto cuando sus víctimas proclaman la mentira pese a lo que ven y a lo que les conviene.
Ese dominio del interior y no del exterior de la persona es lo que desde el principio de su tiranía, hace ahora cien años, caracterizó al Poder soviético y lo que denunciaron sin ningún éxito liberales y socialistas rusos. Era demasiado increíble para ser cierto. O demasiado incómodo. Era mejor pensar que exageraban, aunque fuera un poco, los que padecían a Lenin y a sus esbirros de la Cheka, el verdadero Partido Bolchevique, que convirtió la Santa Rusia en Meca del ateísmo, en un tipo de 'religión práctica' que, como dijo Bertrand Russell antes de pasarse a Moscú, se parecía mucho al Islam.
Podemos ya manda: se aceptan sus mentiras
Antes de caer en desgracia, Iñigo Errejón, el Trotskito de Pablenín, dijo que "ya tenían el Poder cultural" y les faltaba tomar el poder político. No es fácil discernir quién manda en la cultura, sobre todo cuando se trata de redomados ignorantes, analfabetos funcionales o sectarios analfabetos, como es el caso de la horda podemita. Pero saber si mandan los comunistas es fácil: basta ver si mienten y los demás fingen que es verdad o no se han dado cuenta de que es mentira. Y eso es justamente lo que está pasando. Pablenín y su Pablenina enhebran un montón de trolas, aderezadas con injurias y trufadas de datos falsos. Si los demás diputados se callan, se ríen o quitan importancia a las atrocidades que contra ellos vierte el cabecilla de la fuerza totalitaria más numerosa que se haya sentado nunca en las Cortes, es evidente que, por incomparecencia del adversario, ellos están ganando.
No hay mejor pasarela política ni termómetro más sensible que el de Madrid. Y el Ayuntamiento de Carmena va consiguiendo que se vayan resignando todos, de los concejales de la Oposición a la mayoría de los ciudadanos, hartos de quejarse en vano o de hablar con el Muro de Berlín. ¿Resignarse a qué? A la mentira. Nunca, en gobierno alguno, sea nacional, regional o municipal, ha habido tal cantidad de mentirosos, tan burdos, tan descarados y tan absolutamente impunes. Del Zapata a Rita Maestre, del 'Sobrinísimo' al 'Guillotinador', de la Mayer al Sánchez Mato, o 'Analfamato', no hay delito que no se sustancie en trola ni embuste que no camufle delito.
Tenía una trolita muy bonita en Canadá
http://www.libertaddigital.com/opini...rupcion-82574/
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