Tratar de dar dogmas de fe aplicables a un personaje histórico con tantas aristas y matices como fue Franco, es como mínimo infantil; y si a eso añadimos que fue uno de los protagonistas de toda una guerra civil, no territorial, si no ideológica y dentro de un marco internacional convulso y cambiante, entonces el asunto se complica muchísimo más.

Primero habría que saber diferenciar las distintas etapas vitales del personaje en función de las particularidades históricas. No es lo mismo un Franco como militar africanista, que un Franco republicano, que un Franco dentro de la guerra civil, que un Franco de la postguerra o que un Franco en plena fase expansiva de España; ni tan siquiera de un Franco en sus últimos años en que el contexto histórico mundial era muy distinto.

Quizás el mayor problema para tratar de analizar con objetividad la importancia de este personaje histórico español, radique en haber sido el máximo representante de una de las partes en conflicto fratricida. Eso, por sí mismo, ya condiciona la posible objetividad. Y el otro factor negativo, podría ser el estar siendo juzgado por una sociedad que ya no vivió en primera persona los acontecimientos y que han nacido y desarrollado dentro de un contexto social muy distinto y que está mediatizada por la propaganda de uno y otro lado.

Hay muchísima tela que cortar para hablar de Franco con rigurosidad histórica y con un mínimo de objetividad.