Que triste y banal parece el limitar un tema tan serio y desgarrador a una simple estadística. Pero más triste resulta pretender usar esos datos (reales o no) como argumento para defender una óptica que asume la pulcritud y seriedad con la que profundiza y asiste esta benemérita institución a los que sufren algún problema sicológico.
A seguir rasgándose las vestiduras...
Un saludo.
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