[quote user="Trevelez" post="799779"]Cada día da más gusto leeros a todos. Si estractáramos y ordenáramos las ideas aquí vertidas, sin duda se podría hacer un tratado de antropología que ríome yo de los existentes.
Al final todo confluye en el dinero, "maldito parné" que diría algún calé, que es el que ordena y manda al fin y a la postre la mayoría de nuestros actos... que otra cosa son nuestras ideas.
A modo de reflexión, me pregunto:
¿A quién tendrías en más alta estima, a una persona consecuente con sus ideas y con su vida, o a otra que dijera una cosa e hiciera otra?
Yo lo tengo muy claro, ¿y vosotros?
Os voy a contar un detalle del que fui testigo presencial en un bar de Granada hace muchos años.
Estábamos reunidos un buen montón de amigos en un bar departiendo sobre nuestras cosas; banales si se quiere, pues eran años en que nuestra máxima obligación para con nuestros padres era estudiar y ser buenos, y para con nosotros era divertirnos a tope y disfrutar al máximo de la vida y de nuestros años mozos de estudiantes.
En un momento dado, el dueño se vino hacia nosotros y nos dijo que iba a cerrar el bar en quince minutos, que fuéramos acabando nuestras copas. Extrañados ante la situación, pues casi todos los días nos dejábamos caer por allí dejándonos nuestros pocos dineros y sabiendo que aquel bar jamás cerraba a aquellas horas, inquirimos a nuestro “pater bodeguil” sobre la extraña situación.
Después de dos pases de pecho cambiado por parte de nuestro “pater” y ante nuestra insistencia, tuvo que confesarnos que lo había llamado por teléfono Joaquín Sabina, diciéndole que a una hora determinada iba a ir por allí con unos amigos y que por favor tuviera el bar cerrado para él, pues no le gustaba mezclarse con la gente de a pie.
Alguien del grupo fue a recriminarle que nosotros estábamos allí casi todos los días y que el “pájaro” aparecía sólo de vez en cuando... pero otro del grupo le cogió la muñeca y no le dejó terminar, diciendo a continuación:
“Creo que es mejor que nos vayamos”.
Y sin mediar más palabras que las justas para pagar lo que habíamos consumido, jamás volvimos a pisar aquel bar que era casi nuestra segunda casa, aunque muchas veces pasábamos por la puerta y nos divertíamos en los bares cercanos.
Desde entonces, además de a nuestro “pater bodeguil”, le tomé cierta ojeriza al Sabina, y aunque reconozco que sus canciones está muy bien hilvanadas reivindicativamente hablando, para mí dejó de existir cuando comprendí lo que le importábamos los colegas, cuando vi el culmen de la hipocresía personificada en su persona.
Hace ya muchos años, pero esas cosas nunca se olvidan.[/quote]
En esta historia que cuentas se ha “retratado” bien el artista, el hombre, la persona…..
En fin, fuera del escenario son tan humanos como cualquier hijo de vecino y no el personaje que forjan para vender su arte…..
Decepcionante conocer ese comportamiento.
Un cordial saludo.
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