Pues yo no me solidarizo con los mineros, mire usté. Me solidarizo con mis compañeros, que a cambio de un sueldo menguante y unas dietas exiguas se juegan el tipo contra los subvencionados. A nadie se le ocurre subvencionar el martillo de enderezar espejos porque no sirve para nada. Pero aquí sí, aquí lo haríamos, como lo hacemos con el cine español, las embajadas de las CC.AA., los toros, las asociaciones de gays y lesbianas de Zimbawe, y lo que haga falta, que aquí somos muy guays y solidarios.