Pues todavía alguno dirá que le parece correcto y que entra dentro de la normalidad democrática y parlamentaria. Claro que “ellos” son distintos y en estos casos la “ciudanía del mundo” no tiene cabida. El próximo día que me tome un pote con Patxi el de la Amaya, le voy a contar los dedos de la mano para ver si en vez de cinco tiene cuatro o seis.
¡Jesús! Qué mañana de disgustos llevo.
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