Pues sí. Cada incendio no controlado supone un drama y una desgracia, y si es un fuego forestal de grandes dimensiones puede convertirse en un desastre de consecuencias inimaginables.
Ya perece que las criminales condiciones meteorológicas han cambiado en levante y se amplían en gran medida las posibilidades de controlar a estos monstruos de llamas y destrucción. Ha cesado el efecto de los vientos secos de poniente y el cambio continuado de las corrientes de viento. Una bajada de temperaturas, e incluso un poco de lluvia hacen que las perspectivas sean mucho más halagüeñas.
Ahora vienen las discusiones sobre la coordinación en las acciones, la bajada de presupuestos, el número de efectivos, la táctica seguida, etc; pero todo eso no sirve para nada. En el levante español manda la naturaleza, y el secarral del viento estival de poniente impondrá su poder verano tras verano a la más mínima oportunidad.
La lucha contra el fuego, tanto en el ámbito forestal como en el urbano, es una de las asignaturas pendientes en España. Los poderes públicos y los medios de comunicación se gastan cantidades ingentes de dinero y se vuelcan en mil y una chorrada, pero siguen sin educar a la gente en una cultura contra incendios que debe empezar desde las guarderías de nuestros críos.
También se habla de la falta de personal. Cuando un incendio forestal se desmadra y se convierte en un monstruo, todo el personal del mundo es insuficiente. Creo que las claves deben ir por otros cauces. La formación mínima imprescindible y la posesión de medios básicos adecuados deberían darse a los habitantes de los centros rurales para que fuesen ellos la punta de lanza en la extinción de incendios en su fase inicial, y si las circunstancias se agravasen, pudieran convertirse en personal auxiliar de los profesionales que actuasen.
Por supuesto, la prevención y acondicionamiento durante la época húmeda es fundamental, y aquí también podrían entrar en juego los paisanos, esta vez retribuidos adecuadamente en función del trabajo desarrollado.
Espero y deseo que nuestros hermanos valencianos acaben por controlar y sofocar a la bestia y que por esta vez, el monstruo no se cobre su tributo en vidas.
Como decían aquellos….”Apaga y vámonos”