Cualquier persona, en su fuero interno, puede opinar sobre el sexo de los ángeles si ese es su gusto. Luego habría que ver si está acertado o no tiene ni pajolera idea de lo que habla; pero todo aquel que viste un uniforme para hacer cumplir la ley y acatando de antemano una serie de normas a todo nivel que regula su profesión, debe abstenerse de hacer cualquier comentario en público y mientras realiza su cometido. Pero estamos en una nación muy peculiar en todos los sentidos. Aquí puede darse que todo un Jefe de Estado Mayor de la Defensa ( casi ná) que ha jurado una bandera y una constitución, cambie de chaqueta y apoye públicamente y cobrando de ello, todo lo contrario que ha jurado y por lo que se le ha investido de un poder y una respetabilidad que, evidentemente, no se merece.

Aquí se puede formar un “golpe de estado comunitario” por el chanchullo de un simple título académico, y paralelamente nadie se preocupa del juicio sobre el robo y malversación de millones de euros del vecino.

Esto es un trozo de tierra ubicado al sur de Europa al que todavía se le conoce como España, y aquí lo más absurdo, lo más ridículo, lo más fuera del sentido común, tiene cabida y es aplaudido y seguido por sus habitantes.

Vergüenza y miedo me da lo que dejamos a nuestros hijos y nietos.