Diez años después de Perejil

En el aniversario de la ocupación del islote por parte del Gobierno Aznar, su sucesor Rajoy se ve obligado a comunicar que queda cancelado buena parte del programa electoral con el que logró reconquistar el poder

Política | 11/07/2012 - 17:48h


Hoy se cumplen diez años del inicio del conflicto de Perejil. El 11 de julio del 2002 un destacamento de marineros marroquíes instaló la bandera del Reino de Marruecos en el islote, obligando a una patrullera de la Guardia Civil a alejarse del lugar. Cinco días más tarde –"al alba y con fuerte viento de Levante", según el parte escrito de su puño y letra por el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo–, una unidad de operaciones especiales del Ejército español ocupó el islote, detuvo a los soldados marroquíes e izo la bandera roja y gualda. Máxima tensión diplomática entre España y Marruecos. Enfado francés y mediación de Estados Unidos, con Colin Powell al frente del Departamento de Estado. José María Aznar quiso enseñar los dientes a los marroquíes, a los franceses y a la vieja Europa en general. España iba bien –ese era el lema oficial–, las inversiones en Latinoamérica crecían sin cesar, y el Gobierno del Partido Popular soñaba con una alianza preferente con Estados Unidos que otorgase a España un rol similar al de Gran Bretaña, frente al eje París-Berlín. España quería ser una potencia media-alta en el nuevo desorden del mundo. La opinión pública española quedó bastante perpleja y Aznar mandó instalar en su despacho la foto de los soldados españoles izando la bandera española. Era su Iwo Jima. Y después vino la guerra de Iraq.

Diez años después, fuertes ráfagas de viento del 1898 barren el islote de Perejil. España va mal y el Partido Popular, de nuevo en el poder, se ve en la obligación de comunicar al Parlamento que queda cancelado buena parte del programa electoral con el que hace seis meses logró reconquistar el poder. Un programa que prometía salir de la crisis con una cirugía casi indolora. El ambiguo programa de noviembre del 2011 queda cancelado por la gravedad de la crisis económica y por la obligada cesión de soberanía a Bruselas (y a Berlín) en aspectos cada vez más cruciales de la política económica y financiera. España se halla oficiosamente intervenida por el Directorio Europeo. El proceso que se inició entre el 9 y el 12 de mayo del 2010, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, ha dado hoy dos vueltas de tuerca. España debe al exterior el equivalente a todo su Producto Interior Bruto y necesita asistencia externa para salvaguardar su banca y financiar su déficit.

Subida del IVA, reducción del seguro de paro, eliminación de la paga de Navidad de los funcionarios, reducción de sueldo de altos cargos (así como de diputados y senadores), empequeñecimiento político de los pequeños y medianos municipios en beneficio de las diputaciones provinciales... Rajoy ha presentado esta mañana un programa de ahorro de 65.000 millones de euros en dos años y medio, con gestos claramente orientados a la reducción del déficit, pero también al apaciguamiento de la opinión pública del área germánico-escandinava.

Al mediodía, cuando el debate ya había entrado en la recta final, la policía cargaba contra los mineros concentrados en Madrid para pedir la continuidad de las subvenciones al carbón. La foto de un minero ensangrentado quizá conquiste mañana la portada de algún diario alemán. Si ello ocurriese, iría en beneficio del Gobierno español. Cruel paradoja. "Los españoles, por fin, van en serio", quizá pensaría el compañero Wolgang del metal, que no quiere que sus ahorros sirvan para arreglar las deudas de los meridionales. Esa es la dinámica europea realmente existente.

El alba de Perejil es hoy un recuerdo lejano y algo grotesco. Cuando aquello ocurrió, el mundo ya se movía en otra dirección. Y ahora lo lamentamos.

Cuatro apuntes rápidos sobre el debate de esta mañana en el Congreso: terciopelo-Rubalcaba, interesado en potenciar la línea de unidad nacional, seguramente convencido de que el Gobierno Rajoy puede vivir dificultades aún mayores dentro de unos meses (moderación que no gusta a todos los diputados socialistas). Josep Antoni Duran i Lleida, también atento a todo atisbo de concentración nacional, ha pedido la liquidación directa de Bankia y una solución para los clientes de las participaciones preferentes. Duran sabe que el problema de las preferentes es un explosivo retardado en los bajos del sistema político español. Pese a que Cayo Lara no es un gran orador, Izquierda Unida sigue ganando espacio: la calle hoy es (casi) suya. La UPyD de Rosa Díez, punzante y con burbujitas demagógicas, comienza a sombrear al PP. El PNV, distante, como si Euskadi no sufriese la crisis, y muy atento a la salvaguarda del concierto vasco. Amaiur con su catálogo de buenos oradores: hoy Rafael Larreina, abertzale próximo al Opus Dei. ERC vivaz y con ese eco del Patufet que le acompaña siempre en el Congreso...

Una jornada áspera y difícil. Muchos españoles que confiaban en una solución fácil a la crisis, hoy han comprobado que no será así. El paquete ha hecho temblar el suelo.

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