Es lo bueno de este oficio, que el día a día cambia completamente de una jornada a otra. La única rutina que hay es la salida y (si Dios quiere) el regreso.
En cuanto a los turnos, uno se acostumbra, no digo que no. Pero a veces es durillo.
Cuando estás en casa a las 8 de la noche, con la familia, en invierno, lloviendo, con frío y viento; y tienes que empezar a prepararte para irte de servicio...
O llegar a las 11 de la noche y cenar a prisa para dormir un poco, porque te levantas a las 4 de la mañana...
A pesar de todo, yo (y muchos como yo) no cambiarían esto por otro trabajo aunque me pagaran 10 veces más. Otros en cambio, se cambiarían cobrando 10 veces menos.
Todos, o casi todos, entramos aquí con ilusión. Del carácter de cada uno (tal y como contaba en mi otro post), depende mantener esa ilusión.
Está claro que no todos tienen el mismo carácter. No todos valen para ser guardia civil.
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