Seremos muy buenos, seremos los mejores, pero en cuestión de convivencia ciudadana actuamos igual que el ejército de Pancho Villa, donde cada uno hacía la guerra por su cuenta.
Estamos hartos de ver todos los días noticias en prensa sobre corruptelas políticas y económicas, y a lo máximo que llegamos es a despotricar aquí o allí. Lo malo, es que la justicia hace otro tanto haciendo dejación de funciones, y los fiscales parece que están en el limbo, como si su obligación no fuera perseguir de oficio tanta corruptela.
En Israel, por bastante menos, un exprimer ministro parece que va a pisar la cárcel. En Islandia casi todo el gobierno fue a dar con sus huesos en la cárcel. En los países escandinavos, son los mismos correligionarios de su partido quienes fuerzan a dimitir a quien lo ha hecho mal.
Aquí no. Aquí el partido te tapa más allá de lo humanamente posible, y sólo cuando el caso ha sido demasiado flagrante y actúa la justicia, entonces, puede que tus compas de partido se desmarquen.
¡Qué país!