Entre la corrupción y las mentiras de nuestros políticos, ¿qué futuro podemos esperar?
Me gustaría a veces poder cabrearme conmigo mismo de verdad, por cuantos saltabalates nos rodean, pero llegado el momento, uno piensa: ¿Y qué gano yo con eso? Que me suba la tensión, que se me meta el veneno en el cuerpo. Al final, al mal tiempo buena cara. Cabrearse no vale para arreglar las cosas.