Buenas,

Los actos de las Personas que están incursos en una enfermedad psicológica son imprevisibles, cuál es la solución que tomarán para acabar con dicha "desgracia", por lo que NO son "dueños de sus actos", pueden aparentar estar bien, pero es solo un estereotipo, en no pocas contadas ocasiones fingido, porque la realidad se termina imponiendo, tarde o temprano, y la prueba más evidente e irrefutable son estas desgracias llamadas suicidios...Las personas suicidas están siempre incursas en una “gran indecisión” de si morir o no, por lo que buscan variados modos de reducir el dolor emocional que les afligen, y esa búsqueda o huida es un indicativo más de que el problema y el riesgo existe.
No creo que el acto de suicidio sea sólo "responsabilidad" de quien se suicida, si antes pidió ayuda. Y si la administración era perfectamente conocedora de la enfermedad, aunque no constaran antecedentes de gestos autolíticos, debía de saber que la persona está en una situación de “riesgo de suicidio” y por lo tanto debió desplegar una mayor acción “in vigilando” sobre dicha persona. Hay que recordar que el funcionario queda sujeto a la administración mediante una "sujeción especial", y esta forma de engranaje hace que la responsabilidad de los actos sea compartida inclinando la balanza del grado responsable hacia quien debió y no hizo lo suficiente para evitar hechos como estos, y lo suficiente no está en el simple hecho de retirar armas de fuego, cual es sólo una medida preventiva que tiende más hacia la seguridad ciudadana o de terceros, que hacia el propio afectado.
Lo suficiente está en ingresar al enfermo en una residencia con un entorno privilegiado y saludables siempre fuera de las urbes, investigar cuál es el origen de dicha psicopatología, tomar las medidas que se estimen para atajarlas, y pedir responsabilidades; cuanto menos administrativas, a los desencadenantes de la misma (de haberlos); y realizar terapias que ponga al afectado en una situación que tienda al pleno restablecimiento de su salud mental.
En no poca contadas ocasiones no se sabe discriminar entre un problema y una dificultad, aunando esta circunstancia a la falta de tacto, juicio y soledad por parte de una sociedad un tanto insensible e indiferente por los conflictos de los demás o de un entorno laboral problemático, enralecido o excesivo rigorista, todo lo cual conlleva a una falta de efectividad de unas eventuales medidas preventivas-hoy se me antojan precarias- del suicidio o conductas autolesivas graves. De otro lado, las normas que germinan al derecho positivo, a mi juicio, tienen más fines justificativos para disipar eventuales responsabilidades que el verdadero fin psicopedagógico que tienda a atajar con efectividad dicha lacra laboral y, como no, social.

Un saludo
OPESLEGIS