Bueno, esto está más claro. Pero también que un sistema funciona siempre que no se desvirtúe.
En el período constituyente se planteó la creación de un federalismo asimétrico y, sobre todo los nacionalistas, se negaron a ello, fíjate que eso supondría la atribución de la tan ansiada soberanía ciertas partes del territorio nacional, y sin embargo ¡no quisieron!, la razón: con este sistema se atribuyen unas competencias a cada ente, el problema es que estas competencias son inamovibles, algo que choca con la razón de ser misma del nacionalismo, como es la reivindicación permanente. Por eso, y por otras presiones de ciertos sectores, se optó por el sistema actual y que nos colaron como algo intermedio entre el federalismo y el centralismo, ¡nos la metieron doblá! porque con la introducción en la CE del infame art. 150 se ha ido vaciando de competencias al Estado a la par que se han ido creando organismos duplicados, ineficientes y costosos que todos tenemos que sufragar para mayor gloria de los pésimos gobernantes que tenemos.
Es esto lo que se carga un sistema en apariencia bueno y que ciertos sectores, de la izquierda y de la derecha, advirtieron que podría suceder con todas sus consecuencias.