Todos somos conscientes y conocedores de la actual situación económica y social de España y no es necesario que nadie venga a recordarlo. Incluso algunos ya adivinábamos las posibles consecuencias del circo social en que poco a poco se iba convirtiendo todo esto ( aunque algunos solo se les iluminan las neuronas cuando no son los de su cuerda quienes llevan las riendas o les afecta directamente en el bolsillo o en sus derechos). Durante años la clase política que se autodenominaban demócratas, y añadían cínicamente la coletilla “de toda la vida” se han aprovechado de la incultura social existente y han tratado de seguir dividiendo en dos sociedades distintas y antagonistas a los españoles. Justamente en dos, no cabe ninguna otra; y los gurús de esas dos políticas sociales se han ido alternando y afianzando mediante maniobras y una descarada ingeniería social en el poder.
A todo esto hemos contribuido todos en mayor o menor medida. Unos por puro borreguísimo y extremismo, otros por vergonzosa cobardía, y otros porque tiene que haber de todo en este mundo.
Ahora la verdad ha saltado por los aires y el gigante con pies de barro se ha derrumbado; y justo ahora todo se vuelve en lamentos, protestas, demagogias, predicciones catastrofistas y odios viscerales a los mismos que hace cuatro días se les reían las gracias o se aplaudían las chorradas más absurdas. Justo ahora que la podredumbre ha tocado nuestra línea de flotación (nuestros supuestos derechos inalienables e intocables), y claro, las risas se vuelven llanto y comienzan a castañearnos los dientes.
El gobierno actual, quizás por primera vez, trata de actuar de acuerdo con la realidad social española y la que la tan ansiada Europa de banqueros y mercaderes, hartos de tanta pandereta, nos imponen. Quizás excesivamente con dureza, pero ajustándose a la realidad, que nos guste o no es indiscutible e incuestionable.
También es verdad que se podría criticar la manera de hacerlo y la desproporción evidente entre los sacrificios exigidos a unos y a otros. Yo también soy de los que pienso que en este caso la casa debería empezarse por el tejado, dando ejemplo, de lo que no tienen, aquellos que han sido los pastores de tanta ovejita lucera. Pero lo que es incuestionable es que el futuro de los españoles pinta en bastos y no queda otra solución que arrimar el hombro, apretarse el cinturón, y dejar las chuches para otras ocasiones. Evidentemente pasar de lo bueno a lo menos bueno en algunos casos, y a lo malo o muy malo en otros, no gusta ni agrada a nadie; pero es que no hay otra solución (o por lo menos yo no soy capaz de encontrarla).
Aquí en el foro; como espejo social que es, se pueden leer opiniones de todo tipo, e incluso alguna que otra estupidez gratuita; pero es lo que hay y somos quienes somos. En general todos coincidimos en quejarnos, echarnos las manos en la cabeza, y en algunos casos mentar casi a la corte celestial; pero no he leído ni una sola alternativa social que esté basada en la realidad y en el sentido común para tratar de arreglar este desastre anunciado.
Ahora, dentro del desbarajuste y del río revuelto, aparece un señor ataviado con el cachirulo palestino ese, aspecto de profeta bíblico, y una labia digna del mejor vendedor de feria rural. Solo le queda aparecer con el puño cerrado en alto y la camiseta agujereada del asesino ese que llamaban el Che. Es decir, un subproducto social de la izquierda más radical y troglodita.
Se autoincluye en una ideología caduca y que ha demostrado históricamente lo que en realidad esconde (dictadura, miseria, humillación y muerte) pero se atreve a imponer sus ideales por la fuerza amparándose en la supuesta democracia de la que él y sus colegas viven sin conocer siquiera en carne propia el horario del trabajador a quien dicen representar. Dice que se preocupa y trata de ayudar a los parias sociales (esto siempre queda de **** madre delante de una cámara o de un micrófono), pero con el dinero y el trabajo de los demás, cuando él y sus secuaces pertenecen a la casta política privilegiada. Roba descaradamente con luz, taquígrafos y cámaras de TV, y tiene la desfachatez de decir públicamente que es un acto “simbólico”. Para el individuo este, un acto simbólico es entrar en un supermercado, agredir a esos trabajadores que él tanto dice defender, saquear lo que no es suyo, y jactarse de haberlo hecho. No le importa un pimiento la imagen de far-west que pueda ofrecer al mundo. Él tiene el suyo propio y su propia realidad incuestionable.
Además es un cobarde. Preguntado de si en un momento determinado tuviera que presentarse ante la justicia, alega que dependería de como aplique su impunidad parlamentaria; ya que en el caso de las autonomías es algo “más pequeña”; pero al mismo tiempo repite una y otra vez que él nunca llegó a entrar en el supermercado; que él se limitaba a “distraer” la acción policial mientras que sus colegas ( borregos añado yo) hacían de agentes ejecutores ( yo os arengo y os dirijo, pero vosotros ponéis las dos mejillas…por si acaso), Vergonzoso, pero ya sabemos el grado de ética y vergüenza que gastamos por estos lares.
Pero lo que más me duele, no es que el payaso extremista este que vive del cuento y de comer el tarro a incautos y a dolidos sociales ande por el mundo de adalid de los parias de la tierra tratando de imponer (siempre simbólicamente) por la fuerza el mundo que él considera justo y acusando de atracadores sociales a todo aquel que no comulgue con el pan de sus hostias. Lo que me fastidia es que todavía encuentre personas (no digo gente) que traten de disculpar y encontrar algún tipo de excusa a sus acciones.
Payasos como este han hecho y hacen mucho mal a nuestra nación. La democracia en que se ampara y de la que vive, se basa en el imperio de la justicia y en el acatamiento de las leyes que rigen la sociedad. Leyes que para él pueden saltarse a la torera “simbólicamente”, y que una parte de la sociedad aplaude y otra encuentra matices susceptibles de excusar y aminorar la gravedad de sus actos.
Ya lo hemos dicho algunos aquí: tenemos lo que nos merecemos; y yo añado que este no ha sido, no es, y no será nunca un país serio; y estamos condenados a ser siempre la raza maldita…y el caso es que quiero a esta tierra, y me duele en el alma como la tratamos.