Si estamos tan tocados y hemos perdido el norte y cualquier atisbo de dignidad humana para sacarles unos céntimos a unas pobres y dignísimas mujeres, mucho más dignas que muchísimas políticas que van de respetables, obligadas a ganarse la vida de una forma lamentable, pero que no engañan al contribuyente, casi que preefiero que entren de una vez los bárbaros y no dejen piedra sobre piedra de esta sociedad enferma.

Esta sociedad haría en bloque lo que hacen esas pobres mujeres, recurrir a la prostitución para conseguir finanzas, pero sin excusa ni paliativo alguno.

Sacarles unos céntimos para que nuestras políticas de cualquier taifa coman por cuenta del estado en esos restaurantes de 2000 tenedores. Y se creerán dignísimas y guapísimas ellas.

Fantástico.