Efectivamente las cosas relacionadas con nuestros compañeros de metal se están poniendo chungas (a todos los niveles incluido el particular); pero ( siempre aparece el puñetero “pero”) hay que tener en cuenta otras consideraciones que agravan la situación.
Me refiero al uso que dan los usuarios. Me explico. Conductores, lo que se dice conductores, hay pocos y en vías de extinción. Abundan muchísimo más los componentes de esa fauna automovilística que entra dentro de la designación de “pisapedales”. Seguro que cualquiera de vosotros lo habréis podido comprobar. No se preocupan para nada del vehículo. Meten la llave, arrancan ( normalmente sin pisar el embrague), meten la “uno” ( normalmente sin “amor”) y…ancha es Castilla.
Quizás el problema comience en este “primer escalón” para continuar en el segundo, que no es ni más ni menos, que dar un “repaso básico” a nuestra herramienta de trabajo, lo que alargará la vida de nuestro caballo de metal y nos evitará más de un disgusto; aunque, como el buga no es nuestro y supuestamente ya está planificado como apañarlo, digo que s´ascacharrao ( si lo digo) y el que venga detrás que arree.
Yo, parto de esta premisa. Luego, si hay que recriminar al sistema su funcionamiento, lo hago; pero (coño, otra vez el “pero”) asumamos nuestra parte de culpa y esa pequeña “estafa” que hacemos al contribuyente no tratando los vehículos oficiales con “amor” y profesionalidad.