Las teóricas cabezas pensantes agraciadas con un supuesto conocimiento técnico adquirido, tienen una grave responsabilidad social cuando se dirigen por escrito a a sociedad a la que pertenecen. De sus aciertos se derivan beneficios, pero de sus errores enormes males que recaen en el conjunto del sistema proyectándose en cada ciudadano concreto. Hablar por tanto cegado por la emoción ideológica o de partido, cual ideólogo de un totalitarismo, ha demostrado en la historia ser inevitablemente seguido de la ruina de su propio pueblo.


Cataluña entra como el resto de España con retraso importante sobre otros países europeos en la revolución industrial. Sin embargo se dan en Cataluña unos factores concretos que no se ven en ninguna otra parte, factores que siguen condicionando a más de un siglo de distancia el presente histórico.

Así como en el resto de países de nuestro entorno la industria siempre surge al lado de la fuente de energía y la materia prima, como mínimo una de las anteriores, Cataluña, que no las tiene ninguna, se industrializa primando sucesivamente sobre otros puntos de la geografía española, que si tienen la energía del carbón o la materia prima del hierro. En Cataluña surge un emporio de industria, defendida por una férrea oligarquía económica local, que impera sobre el posible desarrollo de otros puntos de España. Sus decisiones e intereses se proyectan con fuerza sobre el gobierno central, en todo lo relativo a sus intereses locales y sus intereses en las últimas colonias, concretamente Cuba y Filipinas.

El desarrollo industrial, no creado en otras partes, motivó un trasiego importante de emigración interior que acudía a Cataluña en busca de trabajo desde la segunda mitad del siglo XIX, acentuándose en las décadas inmediatas al cambio de centuria. Tal emigración da cuenta de más de un 50% de población catalana actual que proviene de otras partes de España. Esa población, que sufrió los rigores de una revolución industrial en sus momentos de opresión y falta de seguridad obrera, fomentó la preponderancia de partidos políticos como la CNT y el socialismo de Pablo Iglesias, defendidos por sus respectivos sindicatos obreros y sin ningún ánimo regionalista, sino de mejora de clase, y la reacción de una oligarquía catalana, localista y regionalista que se mantuvo a la gresca por la vía expeditiva del pistolerismo de la patronal y la ayuda del gobierno central con figuras partidarias de este sector, siendo célebre por dos momentos diferentes la figura de Martinez Anido, (popular últimamente a raíz de su petición de certificado de defunción) una antes del franquismo del 39 y otra, mucho más pacífica por comparación, después de él.


Pero lo cierto es que Cataluña sigue actualmente sin fuentes propias de energía y sin materias primas. Su evolución industrial debería por tanto basarse en una continua inversión en Investigación y Desarrollo para ser competitiva. Por el contrario a política nacionalista (heredera de esa oligarquía catalana que triunfó en la etapa de Primo de Ribera y posteriormente a la República en la que triunfó más los partidos de clase obrera, en la etapa del General Franco) ha fomentado el regionalismo exclusivista y la conquista del mercado a base del monopolio financiero, descuidando totalmente su competividad industrial, ampliamente superada por los demás países europeos.

Pero la financiación hace actualmente agua, y solo basan su industria actual en un monopolio sobre el conjunto de la nación, táctica que por cierto no es nueva pues ya fue corriente desde el siglo XIX.

Así que con esos polvos, ellos verán si les conviene meterse en los lodos del separatismo.

Lo cierto es que con la realidad económica en la mano, son otras regiones a las que les conviene y si no lo expresan y se mueven para ello, es por una emoción cultural en la que creen, muy cara para ellos, llamada España.

Un saludo