«No sólo ponemos multas»






La noche del pasado domingo era una noche de servicio más para los agentes de la Guardia Civil de Toro (Zamora), Alfonso Rodrigo y Buenaventura Alonso. «Era la segunda noche que hacíamos de servicio en la zona de Toro y alrededores», pero a pasadas las cinco de la mañana un aviso de la central requirió de manera «urgente» a dos patrullas. Esa misma noche y unos minutos antes partían de la localidad de Morales de Toro una joven pareja en su coche en dirección a Zamora. La mujer, de 20 años, se había puesto de parto de su segunda hija. Pero la niña tenía prisa por llegar al mundo y la pareja tuvo que parar en la carretera.





Mientras, Alfonso y Buenaventura atendían el requerimiento de la emisora interna -«aunque no pertenecía nuestra demarcación»- para dirigirse a toda velocidad hacia Fresno de la Ribera. Buenaventura conducía y Alfonso, mientras tanto, hablaba por teléfono con los compañeros de la central. Entonces les confirmaron la noticia de que esa noche atenderían por primera vez a una parturienta.
«La niña no respiraba»

«Nos los encontramos en el camino, habían parado en el arcén de la carretera de Fresno de la Ribera», recuerdan los agentes. La escena era insólita: «El padre estaba hablando por el móvil con el 112 y tenía puesto el manos libres. Había seguido las instrucciones que le iban dando, pero el hombre aunque entendía bien el español necesitaba que le repitieran varias veces». Roberta había nacido ya y estaba sobre el pecho de la madre boca arriba.

Buenaventura cogió el teléfono del padre de la criatura para continuar retransmitiéndole a su compañero las indicaciones de los facultativos. Como Alfonso tenía recientes las clases de preparación al parto porque tiene un niño de tan sólo tres años se puso manos a la obra.

«La niña no respiraba y la madre no paraba de sangrar», recuerda angustiado Alfonso, pero pronto se dio cuenta de que Roberta tenía la boca llena de líquido amniótico. Entonces «la puse de lado y con la mano la ayudé a expulsar el líquido». De esta manera, consiguió que Roberta comenzara a respirar con normalidad.
Llegada de refuerzos

Justo en ese momento llegó la UVI móvil y los facultativos del Sacyl «tardaron sólo 10 minutos, pero fueron los 10 minutos más largos de mi vida», señalan los agentes de la Benemérita que llevan 9 y 7 años en el cuerpo.

La madre y la niña descansan ya en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora sanas y salvas. «Los médicos nos dijeron que la atención había sido buena, pero no nos creemos héroes, lo volveríamos a hacer mil veces más si fuera necesario. Es nuestro trabajo», afirman rotundos los guardias civiles.

Los agentes se sienten emocionados y orgullosos de la ayuda prestada la madrugada del pasado lunes y desearían que por actos como éste también se conociera a la Guardia Civil:«No sólo ponemos multas, sino que también ayudamos a la gente», puntualizaron.

Ahora, después de haber pasado el momento de «angustia» los agentes han confesado que les gustaría poder volver a ver «tan sólo una vez más» a la pequeña Roberta.


http://www.abc.es/20120912/comunidad...-20120912.html