Lo cierto es que hubo manifestantes que se pasaron y hubo también policías que se pasaron. En muchas ocasiones fuera de la escena de mayor tensión, como en bares y en la estación y concretamente es bochornoso y deplorable que unos agentes de seguridad privada de los trenes se sumen al carro de dar palos a los viajeros; ¿pero esto qué es? ¿esos payasos qué se han creído? A veces da la impresión de que se abre la veda y los instintos más inconfesables de cierta gente campean a sus anchas y la policía no debió permitir eso, por vergüenza y profesionalidad de la propia policía.

Tampoco la policía debe nunca actuar con saña, desprecio, vejaciones y agresividad. No debe por profesionalidad. No debe nunca porque es la policía y en algo debe manifestarse y diferenciarse que es la policía. Una policía que no cumple lo anterior es la de muchos países sudamericanos y eso no es una policía, sino delincuentes uniformados, que es otra cosa. Si la policía no se diferenciase de los manifestantes más agresivos, ha llegado la hora de cerrar esto, por defunción, ya que habremos caído a lo más bajo.


Pero lo más importante y grave de estos asuntos es que esa manifestación se convocó para protestar por unos políticos ineficaces y corruptos (todos, los que defienden algunos como el señor Alex, resulta que también). Los políticos siguen. Su incapacidad y corrupción sigue, y ahora el tema se ha desviado a pegarse unos ciudadanos policías contra unos ciudadanos manifestantes.

Que suerte tienen siempre los políticos.

En cualquier caso, las manifestaciones seguirán, como no puede ser de otra manera.

Saludos