Nunca existe ni existirá el cien por cien de seguridad. Eso hay que asumirlo, y darle vueltas es perder el tiempo.
El ser humano no es perfecto. Hay muchos determinantes que de hecho influyen en sus actos y en sus reacciones. Una simple preocupación familiar o doméstica puede alterar gravemente nuestro grado de concentración en lo que estemos haciendo, y esta alteración puede conducirnos al desastre.
Entonces podríamos pensar que hay qué supeditar las acciones humanas al control de una máquina; pero las máquinas están concebidas y fabricadas por seres humanos, y por lo tanto, también susceptibles de tener errores en su concepción o fallos en su construcción.
Por ejemplo, el accidente ferroviario a que hace referencia el Sr. López, fueron “los revestimientos” metálicos de las ruedas los que, por desgaste no programado, ocasionaron el desastre. Posteriormente se mejoraron las aleaciones en función de la fricción y el desgaste; pero siempre quedará otro factor que no se tuvo en cuenta el que ocasione el próximo problema.
Otro ejemplo sintomático ocurrió con una aeronave que termino en catástrofe.
Una revisión rutinaria. Hangar distinto al habitual y consecuentemente utillaje y tornillería ubicada de otra manera. Presión por tener que realizar un vuelo programado. Imposibilidad de colocar la escalera de trabajo de forma perpendicular al fuselaje. Colocación de un tornillo de iguales dimensiones y rosca al original, pero de distinta aleación. Colocación de ese tornillo haciendo un pequeño escorzo con el cuerpo. Mala colocación del tornillo forzando la rosca en función de la distinta aleación. Horas de vuelo…….el tornillo se jode…..el aluminio no aguanta y se fisura….avión al suelo.
Para mí, el ser humano y su ansia de llegar antes, de ganar tiempo al tiempo, de siempre ir más rápido; es cómplice indirecto de todo esto. Todo lo que sea susceptible de moverse transportando a una persona, es peligroso.