Je, je. Sí que hay una historia escrita por algún lado. Pero está en clave de humor y dicen que estas cosas hay que tomárselas un poco en serio.
Yo conozco a uno que es español de la meseta y que jura y perjura que se le apareció su suegra en plan vampiro.
El gachó se llama Luciano y es muy aficionado a la caza.
Durante los últimos años de la vida de su suegra ( la señora Desideria) la tuvo que tener en su casa. Parece ser que salían a bronca diaria y a la anciana la gustaba mandar en todo y meterse en todos los charcos del pobre Luciano. Un día este la mandó freír espárragos y la Desideria le recitó una maldición. ¡Esta tía es una bruja! Decía.
Por fin la anciana entregó el petate y se largó para el valle de Josafat. La vida de Luciano volvió a la normalidad . A la normalidad hasta que un día se fue de caza al pueblo de su difunta suegra.
Había helado por la mañana pero poco a poco el tiempo se metió en nieve. Como con nieve no se puede cazar, Luciano optó por ir a la casa cerrada de su suegra, comerse los dos kilos de chuletas que llevaba preparados para el evento y dejar que pasase el temporal.
Comió como un cosaco y bebió como un marqués. Algo trompeta y adormilado por el vino, optó por tumbarse y dormir como un angelito.
A media tarde sonó el timbre de mi casa y allí estaba Luciano con la cara desencajada y con un susto en el cuerpo de tres pares de narices. Conociéndole como le conozco, me extrañó en gran manera ver así a una persona que es capaz de reírse hasta de su sombra.
- Pero qué te pasa- pregunté.
- La Desideria. Que se me ha aparecido la tía Desideria diciendo que qué cojones hacía yo en su casa. Iba toda de negro y parecía una urraca.
Tras contar lo sucedido pensé que se había pasado un poco con el vino y con las chuletas.
- ¿Y tú que has hecho?
- Pues salir pitando y no parar hasta Madrid.
Durante una temporada Luciano miraba de vez en cuando para atrás cuando iba por la calle y hasta dejó de ir a cazar por el pueblo ( la fauna no se alteró porque es un mal cazador). Luego con el tiempo se le pasó el susto y siguió con su rutina habitual. Siguió con su rutina hasta aquél día en que les avisaron que tenían que sacar los huesos de la suegra porque el bujero donde la habían metido ya caducaba.
Allí acudieron Luciano, su mujer, y toda la parentela. Nadie quiso ver lo que había en el nicho. Nadie excepto Luciano, que se acercó diciendo: “A ver como ha quedado la bruja”. Regresó con una sonrisa discreta y susurró a mi oído: “Na. Too huesos. Y por si acaso la he metido en la cajita una ristra de ajos…..pa que se joda; qué el día aquél de la nevá que me echó de su casa era el mismísimo retrato del Drácula en versión femenina.
Ya veis. Aquí también puede haber Strigois.
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