Cuanta más sátira pueda extraerse de un acontecimiento, mayor es el daño que produce a una sociedad. Si un tal Ignacio Miramamolín hubiera llamado a la puerta de los españoles para pedirles millones de euros a cambio de demostrarles que el golf atrae turistas, habría recibido un sonoro portazo. Si hubiera precisado su condición de esposo de una hija del Rey, el brusco adiós se habría transformado en una acogedora bienvenida. Es decir, Urdangarin pedía en nombre de Cristina en la trama investigada en un juzgado de Palma después de que se saquearan más de dos millones a los contribuyentes baleares, y tres más a los valencianos. Por tanto, la Infanta es inocente en el escándalo que erróneamente lleva el nombre de su esposo.
Por orden creciente de importancia, la inmaculada Infanta ha sido defendida por la Fiscalía, la Audiencia de Palma, la Agencia Tributaria, la abogacía del Estado, la Moncloa, la Zarzuela y Martínez Pujalte, el Sazatornil del PP. No está mal, si se piensa que Cristina de Borbón se ha embolsado personalmente cerca de un millón de euros de una trama maloliente a través de una sociedad en la que posee el cincuenta por ciento. Todas las instituciones citadas consideran que el apellido Urdangarin prevalece sobre el humilde linaje Borbón, un insulto a la Corona que no ha sido compartido por Jaume Matas. El gobernante, hoy ya promovido a delincuente por el Supremo, afirma que pagó dos millones porque no se podía negar al yerno del Rey.

La Infanta no devolverá el dinero que ha ganado en Nóos - Blogs de Diario Robinson

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