Este tema tiene mucha tela que cortar, tanta que si empleamos a mil sastres tardaríamos un buen montón de tiempo y esfuerzo en terminar el traje. Pero no quiero dejar pasar la oportunidad que se nos brinda y ahí va mi opinión.
Yo dejaría en el Estado muy poquitos coches oficiales, los justos y necesarios y ninguno más.
Ahora, la polémica está en a quién le dejamos coche oficial y a quién no. Esa es la madre del cordero, y en verdad que es un tanto difícil discernir criterios al respecto.
Ahora, con los tiempos que corren, en que todo son recortes, cualquier ostentación del más mínimo privilegio, se sataniza hasta la extenuación. Pero hay casos y hay casos.
No le podemos pedir al presidente del gobierno de turno que vaya en autobús a un evento, pero me parece a mí que a un rector sí se le puede pedir. Me refiero en el caso de eventos en la ciudad donde supuestamente trabajan y residen.
Y si no en autobús, como máximo en un taxi, pues ya que estamos con los recortes nos ahorraríamos la compra del coche, el mantenimiento del mismo y el sueldo del chófer.
¿O no?