La ciudad de los perros.

Dicen que es el mejor amigo del hombre, y no voy a llevar la contraria a nadie; pero normalmente los otros amigos hablan y estos ladran; y como la naturaleza les ha dado el ladrido para expresar ciertos estados, pues no solo se enteran sus amantísimos amos, sino que también se entera toda la vecindad; y aquí empieza el problema.

Últimamente la tenencia de un perro en las viviendas de vecinos se ha convertido en algo normal. Antes era distinto. No había crisis pero el personal, salvo excepciones, no se podía permitir la tenencia de un can en una vivienda urbanita de pocos metros cuadrados, o si se lo podía permitir hacían gala de una selección de prioridades y la tenencia y disfrute de un perro no ocupaba los primeros puestos.

No sé, supongo que tanta película televisiva con estos animales como protagonistas y el poco sentido cívico que habitualmente usamos hoy día a disparado el asunto y casi se ha convertido en moda.

Soy de los que considera que un animal encerrado entre cuatro paredes con suelo de tarima flotante y sin oportunidad de ejercer debidamente todo su potencial físico, o por lo menos teniéndolo muy limitado, pues como si en realidad estuviese maltratado. Ya no hablo de esas interminables horas abandonado en la casa mientras sus amadísimos amos trabajan, o se divierten, o van de visita al hospital, o al Carrefour, o a cualquier otro sitio que no pueden ser acompañados de su fiel escudero. En esos casos , para un servidor, el maltrato es evidente y constatable con los aullidos y lloriqueos de los animalitos.

Ya sé que eso les pasa a los perros de los demás. Ya sé qué el mío no ladra, se encuentra a las mil maravillas encerrado en el cuarto, que no tiene problemas con el parquet…..aunque he constatado que cuando lo saco al monte viene el pobrecico con las almohadillas de las patas sangrando; pero mi perro es feliz y no molesta a nadie…..cuando estoy con él.

Puedo entender y apoyo que determinadas personas, por su situación de soledad y en algún otro caso más en que la presencia de nuestro amigo es terapéutica y más que aconsejable, el resto de vecinos aguantemos las particularidades de estos animales;también los considero imprescindibles en un entorno rural; pero aguantar el “orfeón donostiarra” que monta la jauría del barrio un día y noche sí, y otro también creo que no es de recibo y que no tenemos por qué aguantarlo aquellos que amamos a los animales de “otra forma”.

Un servidor, que es más de pueblo que las amapolas, se ha criado con “Fus”, con “Tuso”, con “Faraón”. Se ha servido para su seguridad de toda una jauría de chuchos abandonados . Ha trabajado con “Hacha” y con “Nico”; y ha disfrutado con la valentía en la caza con “Carlo” y “Yuco”; pero en una vivienda de 50 m2, en un bloque de vecinos, y en una ciudad como Madrid….NO

Pero a pesar de todo, considero que además del problema del animal en sí mismo, la clave está en los dueños.

Aquí te piden titulación hasta para vender clínex en los semáforos y exigen una montonada de papeles y trámites legales y sanitarios para proteger al animal; pero ¿quién nos protege de algunos animales del género homo que son los dueños y responsables de can? ¿ No estaría bien que para el disfrute y tenencia de este maravilloso animal exigieran un cierto nivel de educación cívica , del conocimientos de las leyes que regulan todo esto y de las particularidades del animal que está bajo su responsabilidad?

Vosotros ustedes, a parte de tirarme piedras por no seguir la moda, ¿qué opinan?

PD. Estoy deseando que alguien me convenza.