Me temo, D. Manuel, que al menos una generación y pico después. Aunque ya se sabe que las historias cuarteleras son la mayoría de ellas extemporáneas.
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Una tarde cualquiera, en un cuartel cualquiera, de una localidad cualquiera, pero con la particularidad de que la acción se ubica en el País Vasco. La década de los 80 avanza lentamente hasta su ecuador. La familia en casa, sentados a la mesa mientras cenamos. En la tele, "En busca del tesoro", con el inefable Miguel de la Cuadra Salcedo viajando de aquí para allá con su helicóptero buscando las pistas.
De repente... ¡pum! Son las fiestas del pueblo y los cohetes que han sonado durante todo el día nos hacen pensar que se trata de eso... cohetes. Otro pum, esta vez más cerca. Mi padre se levanta y va a mirar por la ventana. Pum pum pum. Tatatatatatatata. Otro par de explosiones que se mezcla con el sonido de armas automáticas de pequeño calibre. ¡Mari, apaga la luz! Se hace la oscuridad mientras las explosiones y el tableteo no cesa. ¡Todos al dormitorio! Allá que vamos la madre, el padre, los hermanos y yo mismo para intentar resguardarnos de los disparos.
Cuando pienso que todos estamos a salvo, mi padre saca del armario un subfusil y abre la puerta. Quedáos aquí con la luz apagada y no salgáis. ¡No papa, no salgas! ¡No te vayas! La puerta se cierra y por un momento hay silencio. Un silencio que se rompe con más explosiones y más tableteo de Z-70.
Tras unos minutos más que parecieron horas, una voz por encima de las demás, demanda "alto el fuego".
Afortunadamente, ningún herido esa noche. Gracias a Dios y también a las monjas (y sé por qué lo digo).
No en todos los atentados de ETA hubo tanta suerte como la que tuvimos aquella noche.
Hoy he vuelto a mis recuerdos del ayer y una vez más, le veo pedaleando aquella vieja y pesada bicicleta BH que tantas historias podría haber contado si boca hubiera tenido.
Voy caminando con paso algo lento y los recuerdos en esa carretera vienen una y otra vez a mi cabeza ¿porque?... tal vez sea por aquellas historias de su vida que solía contarnos, sencillas porque eran nacidas de la vida misma.
Hoy de alguna casa que no puedo ver me viene un olor olvidado, olor de cepa consumiéndose tan lentamente como la vida de esa cercana encina centenaria a la que si acercásemos nuestros oídos con suavidad a su rugosa piel nos contaría mil y una historias de viejos caminantes que por allí pasaron y a su sombra se cobijaron tantas veces..
Es una carretera especial para mí y sus pequeñas sinuosidades quedaron y quedarán dentro de mis recuerdos no tan lejanos a pesar de los años transcurridos como queda esa bonita canción que tanto nos gusta. Me veo pedaleando siempre detrás, a su paso, mientras él vuelve su cabeza para cerciorarse que le sigo y lo hace con esa sonrisa en sus labios entre la ternura y el orgullo de un padre.
Voy andando y quiero recordar todos aquellos años y cada piedra, cada brizna de hierba me dicen que allí estaban entonces, la piedra del tosco risco inamovible como su historia, la altozana y chulesca hierba, me susurra que también ha nacido de sus antepasados que allí estaban cuando mi padre pasó por allí también con sus recuerdos.
Por aquel camino asfaltado de forma tosca pasaron las invencibles legiones romanas y testigo de lo que digo quedan en el kilómetro III, los restos de esa propiedad romana con su vieja e invencible piscina al paso constante de los años a la que surtía de unas frías aguas el pequeño arroyo hoy desparecido..
Tuvimos en arrendamiento unas pequeña parcela de tierra a las que en mi pueblo llamamos celemin dedicadas al cultivo del azafrán, parcelas de más o menos 500 metros cuadrados que bastaban para dejarte extenuado cuando tocaba preparar para la cosecha o después de haberla recogido, y como él nos enseñaba a mi hermano pequeño y a mi como sacar el mejor jugo a esa tierra fértil, le escuchábamos con miradas infantiles atentamente, era un maestro y un formidable trabajador, aprender en silencio es buena medicina, saber preguntar para aprender cura la enfermedad.
De las historias de sus andares por la carretera, me gustaba aquella en la que contaba que cuando estaba segando en la Viborera y era novio de mi madre solía hacer alguna escapada de la quintería de vez en cuando, siempre de noche y después de haber cenado el gazpacho y un poco de tocino blanco. Montaba en su burro de lacio pelo gris y no por ello menos especial y valioso que Platero y ambos se encaminaban en mutua compañía al pueblo, cansado como estaba no tardaba en quedarse dormido sobre el animal y este que se sabía el terreno como nadie sin un rebuzno, llegaba al pueblo hasta la misma puerta de la novia. Quizás unas pequeñas palabras entre susurros a través de la reja de la ventana eran suficientes para alegrar el corazón y eran suficientes para volver al tajo con su peculiar sonrisa sobre los lomos de aquella yunta tan querida e iba pasando el verano y la vida misma a la par.
.Aún perduran algunas viejas casas supervivientes al pasado. Sobre sus tejados las líneas de tejas no guardan ya esa línea recta con las que las manos del maestro albañil las dispuso y su color está carcomido por los rigores del frío y el sofocante calor del verano manchego.
Mi alma se conforma con su recuerdo aderezado con ese fresco olor del hinojo primaveral que se señorea ante los jilgueros que juguetones y cantarines vuelan sobre los verdes brotes.
Es sitio mágico donde los guardias civiles hacían largas cabalgatas sobre sus sudadas monturas. Hombres de honor de pelo corto y recios bigotes sobre sus adustos rostros hoy quemados por el sol, mañana mojados por la lluvia, él y yo les mirábamos mientras la azada caía obre la tierra y ellos al pasar nos daban los buenos días mirándonos fijamente, sin una sonrisa mientras seguían uno detrás del otro tal ver recordando a sus padres, como ahora lo hago yo.
Él me contestaba que los guardias civiles en más de una ocasión años atrás les quitaban la leña que traían del monte para los hornos de la panadería que tanto esfuerzo les había costado cortar entre las que había olorosos y aceitosos tallos de jara que eran el mejor fulminante para encender el fuego.
Años después cuando ya vestí el uniforme me aconsejaba que por mi corazón juzgase a las personas, que recordase mi procedencia y hoy tantos años después se que era un buen consejo dado por un hombre sabio.
Pastor: el relato antes de contestar hay que volverlo a leer por lo menos yo, (que soy duro de entendederas, como Sancho), quizás sea una corta narración de algo que sucedió y no volverá en mucho tiempo a repetirse, salvo que cambien las circunstancias ambientales y consumistas de nuestra tierra. Buen relato donde los haya, una narración realista acorde con el tiempo del hecho, que efectivamente así era y lo tengo vivido en parte cuando ir a recoger hierba para los conejos de casa era un suplicio de horas porque todo el pueblo tenía animales que alimentar y tenías que ir donde la tierra no era de nadie, a las riberas del canal o sitios parecidos. Todo lo del campo valía, sino para alimentar al ganado para hacer la lumbre por la tarde en lugar de poner los radiadores. Solo te pido un favor. Algo más habrá en tu memoria que con el estilo de Miguel Delibes nos haces ver el escenario entre las letras, podamos seguir disfrutando de tu buen hacer. Ya sabes hoy ofertas de lecturas las tenemos a miles y gratis tanto de autores nacionales como no nacionales, pero esto es un libro que se llama "COSAS DE ANTAÑO PARA LEER HOY" y espero la continuación de éste que me ha maravillado o del que ahora mismo estarás hilvanando en tus meninges. Enhorabuena.
Con estos relatos nos damos cuenta de cuánto ha cambiado la vida en sólo unas décadas y qué poco valor le damos a las comodidades que hoy disfrutamos. Duros años.
Francisco es el último gran personaje de mi pueblo hace ya algún tiempo fallecido y si en alguna ocasión por ser quién soy cambio los nombres de mis historietas, en esta no lo haré porque él se merece que yo le recuerde y que este, escrito con sencillas palabras, bien podrían valer un sencillo pero ganado homenaje.
Todos le conocíamos en el recio pueblo manchego. Era de mediana estatura y de fuerte complexión, con pocos y afilados dientes que se dejaban ver asomándose taciturnos y sin vergüenza alguna sobre todo las más de las veces cuando empezaba a reír a las primeras de cambio, no digo ya cuando de patrulla parabas dedicando unos minutos en preguntarle que tal se encontraba y si ya había llevado al señor alcalde los periódicos del día a su despacho y de paso si había desayunado <gratis> en el bar de pijos de la plaza de España.
Sus ropas iban tan parejas a él, y no me cabe la duda que sin ellas no hubiese sido si cabe tan ilustre personaje en tan viejo y mítico pueblo cuyos orígenes se remontan a la hija del faraón reinante que durante las plagas con las que Yahvé castigó a los egipcios, no dudo en abandonar el fértil valle del Nilo para establecerse en estas tierras no menos ricas y tan agraciadas a simple vista de cualquier mortal. Siempre vestía la misma chaqueta raída de un gris oscuro por el paso del tiempo sobre ella, de invierno y con bolsillos anchos de tanto meter la mano en ellos para sacar o meter tantos objetos que más de un furgón de transporte ha copiado el fondo de ellos para llevarlo a la práctica en ellos, y sin otra explicación tan lógica como cabal como no cabe duda de ello cuando le preguntábamos en verano si no tenía calor con ella puesta sobre un jersey de pura lana, nos contestaba con sonrisa lírica y con sorna por hacerle pregunta tan dispar que la chaqueta era de verano, y nosotros siempre le dábamos la razón porque sabíamos que era y lo digo de verdad una ilustre persona en la localidad, sus pantalones de igual manera para no desentonar e ir conjuntado, del mismo color y tiempo que la chaqueta, con los bolsillos siempre repletos de los que no falto alguna ocasión en sacar un tirachinas y hacer gala de tal artefacto, aunque se o sabemos todos, que jamás hubo herido alguno ya fuese persona o animal porque su candidez no iba reñida con su buen estar en cualquier sitio en el que estuviera y no eran pocos la verdad sea dicha, desde todos y cada uno de los entierros del pueblo ya fuese rico o pobre el que falleciera, lo mismo daba que hubiera existido relación personal o no, allí estaba él para acompañar a la familia y para abrir y cerrar las puertas del templo donde el fallecido recibía su última misa.
Su hermano con el que vivía amigo de mi padre, nos contaba que era imposible quitarle la chaqueta y el jersey por las buenas porque se iba a la cama y hacía vigía para que los salteadores de dormitorios ajenos no le quitasen sus pertenencias y fueron varias de esas ocasiones en que él rendido de cansancio al quedarse dormido y las malas gentes entrasen , sustrajeren la chaquet, jersey, pantalones y no se sabe a ciencia cierta si alguna otra prenda y todas ellas fuesen derechas a la odiada lavadora, que al levantarse y darse cuenta de tal traición abandonase la casa y se subiese al más puro estilo guerrillero hispano ante las huestes napoleónicas al cerro del castillo y se negase a bajar incluso a comer a pesar de gastar buen apetito, y solo la presencia de la benemérita a la que respetaba y a la que se dirigía con las bonitos halagos de “ vosotros si que sois chulos y hermosos” le convencía para dejar sus cabreos en el lugar donde murió el hijo del Cid y bajase a su casa que ya tenía su ropa inmaculada esperando ser puesta de nuevo.
Cada festividad de la Guardia Civil el 12 de Octubre bien temprano hacía guardia en la puerta del cuartel acompañando al compañero de puertas eso si, comiendo patatas fritas, salchichón, chorizo y de todo aquello que comestible iba para su estomago siempre agradecido por ello y el primero en salir a la Santa Misa era él dirigiendo a todo el mundo mirando cada minuto la hora por si nos retrasábamos que no era cosa de empezar tarde que luego llegaba la comida y mejor que se comiese a la hora que establecen los cánones de la buena educación, ni muy temprano ni tampoco muy tarde, y llegad esta, se sentaba en la mesa con todos nosotros y era un día especial para él porque éramos nosotros los que le servíamos los platos y no al revés.
Créanme ustedes que nos acordamos de él, desde el alcalde, los dueños de los bares del pueblo que a todos visitaba, el párroco al que ayudaba en sus menesteres, a nosotros guardias civiles a los que quería y respetaba si no en todas las ocasiones si en la mayoría de ellas.
Vaya mi pequeño homenaje a Francisco estando seguro que estará charlando con los compañeros que desde el cielo velan por todos nosotros.
Buenas noches Pastor..... un placer leer tus historias.
Un saludazo mi estimado general.
Buenas noches Nefertari, y felicitarte por ese ascenso como moderadora. Aquí estamos de nuevo escuchando las ya lejanas olas aunque estén lejos de este lugar de la llanura manchega.
No se si se han cargado la baterías pero en confianza, cada vez que vuelvo del paraíso me cuesta adaptarme a las rutinarias costumbres a las que cualquier persona se ve inmersa a lo largo de la vida. Esta tarde sin ir más lejos, sofocante anunciando los rigores del verano he salido a tomar el café al que he acostumbrado a lo largo de los años no solo a mi estomago si no que también al cerebro que llegada su hora ruge por esa porción de cafeína y, llega en plena ingesta ese personaje de nacionalidad rumana dado a la bebida y a causar problemas donde no los hay y como mosca cojonera harto de alcohol ha intentado tocarme esa fibra de guardia civil que no hay quien la deje en casa . . . al final le he tenido que sacar de buenas maneras del local pero el amargo café es una dulzura, un placer ante cada situación que nosotros tenemos que vivir aunque sea en nuestros ratos libres.
Que pases una feliz noche, Nefertari.
Un abrazo.
COSAS DE ANTAÑO PARA LEER HOY: Perdonad que os interrumpa, pero la mala educación es la que manda en la redes sociales. Entre todos encontraremos esa formula mágica para que la usen personas que por lo menos hayan estudiado la Enciclopedia Alvarez de 2º grado que sepan escribir breva, no voy ha hacer el preámbulo más largo. Paso a los hechos:
Hace unos días un guardia civil cuelga una foto de los años 70 en facebook en la que aparece él y su compañero tocados con el tricornio de tela verde, visera y cogotera, efectuada en el entonces Móvil de Sevilla.
De inmediato comienzan los mensajes alusivos a la susodicha prenda, mensajes de todo tipo, quien lo usó, quien todavía lo guarda como recuerdo, si lo usó su padre, etc. etc. cuyas contestaciones alcanzan casi un centenar. Bien por el compañero que ha lanzado la foto y que tanto éxito ha logrado a través de la red.
Después de leer todos los comentarios, algunos de tres palabras, me pongo a la tarea y felicito personalmente al autor -creo que más vale intervenir una sola vez y soltarlo todo- que estar frase a frase, dándole al intro- y a renglón segudo paso ha justificar lo idóneo de esta prenda de cabeza en temporadas y servicios, hasta que ha sido relevada por la actual de visera tipo gorra "baseboll", más funcional operativamente que nuestro querido tricornio, sea de charol, de gala, de tela o el gorro cuartelero, siempre llevarán debajo un guardia civil, incluso los cascos de los motoristas, los del Seprona, los de Helicópteros, Escaladores, jinetes del escuadrón, etc.
Hago la historia con la mejor de mis intenciones de contrastar la historia con la necesidad del momento y lo lanzo.
Recibo una contestación de una persona que no conozco de nada, su mensaje fué escueto y encima con tacos, fué el siguiente "JODER, SI PARECE UN ATESTADO".
No le contesté, miré su foto de perfil: allí aparecía un hombre con una camisa desabrochada una corbata despasada, unos botellines de cerveza, platos de comida y ensaladilla a punto de ser retirados por el camarero de la tasca aunque en la puerta pusiera restaurante, acompañado de una señora de muy bien ver, guapa y encima rubia, con su abanico y todo, y la ventana del bar abierta de par en par para que le entrase aire a la pareja feliz y barata.
¿Y digo yo? para poner JODER, y tres palabras más, tienen que arrancar el ordenador, conectarse a Internet, elegir Face, buscar, leer, y si pasa de dos lineas ya les parece largo.
¡¡Con razón se arruinan los escritores!, ¡Con razón cierran las editoriales!, a esa gente dales una tele y un mando a distancia y mucho pero mucho futbol. He dicho.
No lo busqueís porque he eliminado su comentario.
A veces pienso que me extiendo demasiado al escribir e incluso al redactar cualquier atestado, pero así me gusta a mi. En la redacción de cualquier diligencia por chorrada que sea me gusta preguntar y preguntar para intentar sacar lo oculto de cada denunciante . . . no es la primera vez que ante tanta pregunta el denunciante sale como . . . denunciado, en cuanto a las insignificantes historias que aquí relato espero que no se hagan pesadas al lector, pero reitero, me gusta contarlas así y si fuese pesado me gustaría saberlo.
Es un verdadero placer poder leeros, llevo 24 años en la Guardia Civil y aunque he montado en el mismo R 4 latas que jlopez, ni por asomo he tenido esas vivencias. Si he sentido el calor de la capa de mi padre, ya que me tapaba siendo un niño con ella cuando regresaba de su servicio en la frontera. Saludos caimanes!!!
Gracias por tus palabras querido amigo.
Tras las pequeñas vacaciones que son como el bálsamo de fierabrás de nuestro caballero de la triste figura…..a pesar de que los primeros días siempre cuesta un poco volver a la rutina, nos queda nuestra imaginación, poderosa cuando se cierra los ojos y se viaja a ese lugar con la mente para volver a escuchar el sonido de las olas al batir la orilla del mar…..
Desgraciadamente cada vez se lee más escuetos telegramas en vez de un texto donde usando lo que aprendimos, se intenta contar algo….y muchas veces hay que descifrar e imaginarse que quiso decir en esa frase.
Tus historias mi querido Pastor tienen la frescura de una narración directa, donde se describe la escena y al lector le llevas a visualizar a través de tus palabras, es lo que se le pide a quien escribe cuando se es lector. Ni son largas, ni son pesadas….
Espero seguir disfrutando leyendo tus historias.
Un abrazo.
Me gustan las noches como contrapunto de la claridad y sobre todo y que todos me perdonen, las de mi tierra, esas que dejan atrapar en tus ojos las miríadas de estrellas para regocijo del alma mientras me pregunto a mi mismo quién fue el creador de esa maravilla, en esa frías noches manchegas miras al cielo y ves como brilla el hielo que esa gran helada deja caer lentamente sobre el verde brotes de las siembras a las que como queriendo no las deja crecer en demasía, y es que el invierno tiene ese poder de recoger hasta nuestras almas en la mesa redonda donde las clásicas, antiguas y estupendas faldillas concentra en calor en ese círculo casi mágico que forma la mesa camilla., que inventos hace el ser humano pero ese fue uno de los mejores sobreviviendo a los tiempos pasados.
No hacemos nada más que encender el sirdee y el primer cometido se pone en marcha y yo, cafetero como el que más, miro al compañero y le digo que joder, otra noche que no tomamos tan querido estimulante porque en los inviernos del pueblo, las gentes cierran sus comercios bien temprano porque de los animales se aprende sobre todo de las gallinas que como todos ustedes saben suelen irse a dormir bien temprano.
No vamos solo al aviso que nos hace el COS, también se acuerda de la patrulla del puesto cercano que ya estaba en servicio una hora antes que nosotros y se dirige al carreterin del rey –aunque ese nos su verdadero nombre aunque po allí hace unos siglos un gran Rey español iba desde Madrid de caza existiendo un torreón de noble piedra todavía en el lugar donde se alojaba el gran hombre-, los compañeros nos hacen una llamada interna para saber por donde llegar, les indicamos que no es un carreterin sino una carretera que discurre entre los picos y montañas de los montes de Toledo, pasando por varias fincas de caza mayor y menor aunque yo no sea aficionado a dar muerte a unos animales que solo quieren vivir en paz.
Los compañeros del COS nos dicen que ha llamado un usuario que pasaba por el carreterin y ha observado luces de dos vehículos sospechosos en la vereda y allí, como los galgos corren a las liebres nos vamos las dos patrullas quedando entre nosotros que ellos por un lado de la N-401 y nosotros por otro para ir cerrando las salidas de ese estrecho carreterin o carretera que muere en esta última y suerte, a tres kilómetros antes de salir a la nacional los compañeros detienen dos vehículos que circulan, una Citroen C-15 y un todo terreno que marcha detrás vehículos que retienen hasta que llegamos nosotros.
El compañero y yo nos bajamos y miramos el interior de la C-15 con nuestras linternas y los componentes de la otra patrulla nos comentan que el fulanillo de la Citroen dice que los lechones que lleva subidos dándoles un paseo en esa negra noche de invierno fría como si estuviésemos en la estepa rusa los ha comprado en un pueblo cercano a Toledo, y aquí de nuevo obvio el nombre del mismo.
Le pregunto al fulanillo sin que ello le sirva de molestia por los años que han transcurrido desde su nacimiento hasta las 23:45 horas de esa noche contestando que tiene 52, y entonces yo le digo que le gano por dos y que a mi no me la da por ser más viejo que él. No porta facturas de compra como es natural ni tampoco el veterinario le ha expedido las guías sanitarias y para más cochineo, tampoco se acuerda del nombre del vendedor y todo ello lo dice el fulanillo riéndose de forma peculiar, eso es, con sorna y hasta diría yo con cierto desprecio que incluso podría pesarse en una balanza romana.
La cosa es que los cochineros de corta edad portaban cada uno su dni pinchado en una de sus orejas y se lo hago saber al sabiondo añadiendo que a más tardar al día siguiente por la mañana tendríamos el nombre y el lugar donde está la explotación de donde sin duda alguna los ha sustraído y no para fines benéficos, pero me acuerdo que en la finca de La Cabe . . . ela hay personal de guardería que seguro que alguno habrá levantado y que nos podrá informar si por esas sierras hay alguna granja de porcino y allí nos dirigimos mientras la otra patrulla se queda con el señor de lo gorrinos y su yerno que es el que circulaba con el todo terreno y que en todo ese tiempo solo ha dicho que él se encontraba cenando y que sus suegro, el de la C-15 le ha llamado que se ha quedado atascado en la vereda y claro siendo el suegro que iba hacer y que no tiene ni idea de los cerdos, vamos ni que los llevaba cargados.
Son esos servicios de suerte a pesar del frío y de no haberse tomado el café y encima a la vista el torreón del que saco fotografías casa vez que el servicio por avisos me lo permite. Por allí cercanos también están los pocos arcos en pie del antiguo acueducto romano que llevaba agua a mi localidad, nada más ni nada menos que a una distancia de más de 25 kilómetros desaguando en esa impresionante presa distante unos cinco kilómetros del pueblo, pero de la historia de mi pueblo podría hablar otro día y siguiendo la historia fue que los guardas nos dijeron que en esa misma finca tenían una granja y solo nos bastó preguntarles por el número del crotal y confirmarlo con los compañeros, total tres detenidos porque otra patrulla en la provincia de Ciudad Real en un punto de verificación pararon al hijo del fulanillo con otro todo terreno y un remolque en el que paseaba otros tantos lechones . . . pasaron más historias en esta que les cuento, pero sería meterme donde por estar donde estoy escribiendo no debo hacerlo y así lo hago.
Eso si, cuando llegamos el compañero y yo de nuevo al lugar donde estaban el fulanillo se estaba comiendo bien tranquilo un bocadillo de cuarenta centímetros y a mi pregunta si con la que estaba cayendo y le iba a caer tenía hambre, el tío me dijo que si . . . bien le vino para descargar los lechones en su sitio de origen que las mamás cochineras estaban preocupadas.
Hombres afortunados son los que tuvieron esa oportunidad de sacar carrera como escritores y es D. Arturo Pérez Reverte uno de mis favoritos aunque hay otros muchos como Dña. Julia Navarro que es un primor con la pluma en la mano y por ellos y otros puedan decirnos de propia memoria e iniciativa los lugares en donde leyeron los más variopintos capítulos de unos muchos y variados libros amén de recorrer el mundo de una punta a la otra y seguro de ello estoy que esos libros, manuscritos antiguos serán desconocidos para mi y quizás para ustedes.
Yo tengo otros recuerdos de lo que mis ojos devoraron con tanta pasión y los lugares más insospechados en donde lleve a efecto esas lecturas. Desde aquellos libros de la inolvidable biblioteca Básica Salvat RTV como fueron La Isla del Tesoro, Las Aventuras de Tom Sawyer, El Jugador, y El Licenciado Vidriera y Otras Novelas Ejemplares, al Gatopardo, en esa edad en la que todos son sueños de aventuras y que en un tanto, marcarán la vida del lector, y que mi padre sabedor de mi afán por la muy noble y leal lectura, solía comprarme de higos a brevas por la exigua paga con que eran pagados los jornaleros y que daba para pagar el alquiler de la casa de habitaciones desparramadas alrededor de un patio empedrado, y el sustento alimenticio de la familia y poco más.
No eran habitaciones de hoteles de países en guerra o países en paz, lejanos, misteriosos y hasta paradisíacos, sino más bien, eran cualquiera de aquellas habitaciones encaladas de blanco nuclear hasta casi al suelo, y cuando me refiero casi al suelo, quiero decir que las mujeres manchegas entre las que se encuentra mi madre, dejaban sin pintar los últimos cinco o seis centímetros de la parte inferior de la pared contra el suelo y en vez del blanco, deslizaban un brocha remojada en ese azul añil que ha vuelto a recobrarse hoy en día en mi tierra, eran aquellos años en los que los Brincos competían con los The Beatles, los años del movimiento hippy con sus camisas floreadas y el fumeteo entre los jóvenes más adultos del rubio Lola.
No quedaron al margen de mi lectura los famosas aventuras del Capitán Trueno, el Jabato y las más que graciosas historietas de Mortadelo y Filemón, Rompetechos, El Botones Sacarino y otros más.
Yo, no podía observar las ballenas azules. Por contra, solía ver las llamas que saltaban chisporroteantes entre rojizas y amarillas fuera de la chimenea y que parecían bailar suavemente, como si levitasen, todo por culpa de ese aire que entraba lenta y sigilosamente por debajo de la viejísima puerta de madera que tenía la cocina y que entonces y en no pocas ocasiones, hacía las veces de comedor.
No quisiera olvidar, esa lectura con olor a humo de leña, de sarmiento de vid seco, duro. De olores de jaras que dejaban exhalar aquellos penetrantes perfumes a pino y a monte sagrado, y como cuando la luz del día se dejaba morir podía leer con la mortecina luz que daban las bombillas eléctricas de 125, de líneas de alta tensión de 125 voltios, de luz amarillenta casi mortificadora.
Aun guardo con todo mi cariño, algunos de aquellos libros entre alguna enciclopedia Álvarez. Guardo también en mi corazón todo mi amor y cariño para mi padre fallecido, gran trabajador al que no le importaba trabajar en tiempos de vendimia y cada día, en dos bodegas diferentes, en la primera por la mañana y tarde. En la segunda y con no poca falta de sueño, algunas horas por la noche.
No ha pasado mucho tiempo desde que ocurrieron los hechos, tan solo el que ha transcurrido desde entonces al día de hoy.
No solemos tener los picoletos la sensibilidad tan muerta como muchos ciudadanos pueden comprobar en alguna ocasión, y no se deben mal interpretar mis palabras como si de una pedantería bajo barriera se tratase por llevar en el trabajo un uniforme, que no se trata de eso si no de entender, que nosotros, los picoletos, debajo del mismo escondemos nuestro corazón y nuestro orgullo personal e intransferible.
Sucedió una mañana ya casi terminada.. Íbamos de servicio una compañera recién llegada a la unidad. Persona culta donde las haya y con tan solo un año de experiencia como guardia civil que son palabras mayores.
Casi todo el tiempo pasaba entre ambos hablando –como no- de los avatares del trabajo y las penurias tanto sociales como económicas que se derivan del mismo. Yo suelo calificar penurias sociales a las que van desde el ser visto como los picoletos sucesores de Franco que se quedan con el dinero de las mal llamadas multas que no denuncias, hasta el espectacular asalto y consiguiente menguado de sus sueldos, por eso de ser además, funcionarios.
En esa guisa pasaba el servicio cuando vemos un tractor entre agrícola e industrial – que no es lo mismo ser que no serlo- arrastrando con soltura una cisterna con lo que y ante la certera posibilidad que tal habitáculo pernicioso cargase un insano material de materias fecales, haya que te van los guardias civiles en trámites de averiguación de infracción administrativa cuando menos.
Los saludos de rigor que no quedasen ocultos ante el singular conductor y la pregunta sin malicia que no era tiempo de ello, fue sencilla y concisa, como mandan el buen reglamento y los cánones del rigor policial encaminada a conocer la carga portada y el destino de la misma, respondiendo el personaje con cara de mala ostia que eran purines con destino al abono de un olivar de su propiedad que quedaba a una cierta distancia en término municipal y demarcación policial de otra unidad civilera.
La cosa es que se le preguntó si contaba con la autorización y contestó que si, con lo que, sabiendo el paraje del abono, dimos por terminado ese día el tema aunque sin tirarlo al olvido, que como se dice en nuestra piel de toro, hay más días que longaniza.
Pero las cosas no suelen terminar siempre felices y por lo tanto comer perdices, ni regresar al cuartel sin tener que portar la acidez en el estómago y en las entendederas.
Llevábamos recorridos menos de mil metros cuando un todoterreno se para delante del nuestro y se baja un ciudadano que viste pantalón de pana desgastada por el uso de tonos otras veces marrones, gorra caciquil sobre su eterna cabeza y se coloca delante de nuestro vehículo con los brazos extendidos como el ángel de Río de Janeiro, siendo identificado como el padre del hijo que conducía el tractor y que había sido avisado y puesto en conocimiento del ataque picoleto
Resumiendo: el educado ciudadano, nos recitó todas sus quejas en verso. Que si la teníamos tomada con los trabajadores. Que si no hacíamos otra cosa que atosigarle, perseguirle y sacarle las perras, todo ello con significativos gestos guturales dignos del más descomunal yeti que se haya visto jamás.
Que insano trabajo. Nos dijo que nos iba a mandar al director general de tráfico, ante lo que le contesté que era cosa de poco peso. Luego ya, para entonces, que me mandaba a un coronel del Cuerpo y dijo ¿te parece poco éste?- le dije que seguía siendo cosa de poco tamaño y, ya está ¿y si te mando a la Cospedal ? ¿ te parece que te la mande? . . mire usted. Me puede mandar a quién usted conozca y trate bien. Me da lo mismo. Lo que no me da lo mismo es que me venga con esas estupideces pasadas en el tiempo, dignas de tiempos caciquiles que le van a costar el que me enseñe su dni, y no para otra cosa que no sea para redactar un oficio dando cuenta de sus palabras tal y como las ha dicho , sin obviar ni una.
El hijo del padre empezó otra guerra por su cuenta por lo que, también fue requerido su documento de identidad, porque no hay uno sin que sea par en algún momento, total: que del director general de tráfico no tengo noticias. Ni del coronel del Cuerpo. De la señora Cospedal si que he tenido noticias los últimos días a través de los informativos y no por motivos que no sean de corrupciones varias que atañen a su partido.
Y el resultado de aquellos barrillos, no lo digo para que ustedes no se me pongan a ofenderme. Solo les diré como anécdota, que el cacique del pueblo suele tomar alguna caña en el mismo bar en el que yo, tomo mis cafés, y una vez, mi joven amiga que trabaja en el mismo, me dijo que el símil al ángel de Río de Janeiro le había dicho que era sargento y que me podía poner firmes.
También estoy esperando ansiosamente ese momento y saludarle milirtamente como mandan los cánones.
Aunque se hace tardar ese jodido momento en el espacio tiempo.
Es uno más de un día cualquiera de los picoletos.
Reconozco que este texto no lo he repasado si no que como tengo algunos guardados, he copiado y pegado que esto no lo hacían antes aquellas gentes que con largas plumas de ave se dedicaban a copiar textos antiguos de libros antiguos como el mundo mismo en el que vivimos.
Espero que todos ustedes perdones esos inconvenientes que puedan encontrar.
¿A quién contesto?.- A todos en general; porque si bueno es el caso del camping gas, el de los gorrinos no tiene desperdicio, y como no recordar como el padre tapaba a su hijo con su capa cuando regresaba de servicio. Mi hija aún lo recuerda y la capa se fué este verano a un museo después de haber abrigado el pasado invierno a mis nietos en siesta en el sofá. ¿Qué será de nosotros el día en que los más aguerridos no se atrevan a decir a su amigo, compañero que existe esta página, tan buena, tan humana, mezcla de policia y ciudadano, mezcla de veterano que actúa casi por agudeza y mezcla de juventud y preparación "cum laude" de técnicas sofisticadas que no actúa aisladamente sino en función de un programa estudiado y mediatizado que no admite salirse por la tangente ni que nadie se salga por ella. Todo es viejo y vale, todo es nuevo y sirve. Incluso caben los visionarios que nos instalen el puesto virtual donde Pastor no pueda ir a tomar el primer café al inicio del servicio, y los gorrinos los vea a través de la pantalla. Un saludo
Sucedió ya hace unos años, en una mañana de una tenue y alta niebla que soltaba ese agua tan menuda que empapa todo lo que toca y apenas uno ni se da cuenta. Eran muchos los cazadores locales y quizás todavía superados por los de otras provincias españolas como la valenciana, los que en los días hábiles para la práctica del deporte cinegético de la caza los que tomaban a sus anchas los verdes campos manchegos. Perdices, liebres, conejos huían con desesperación asustados ante tanto tiro de todos lados. El termino municipal estaba libre y no como ahora que poco terreno queda que no sea acotado y solo cacen en el los socios y algún invitado de estos, por otro lado, ese terreno era y es loado en caza menor y por ello como digo los cazadores se extendían en el como los olivares se extienden más allá de la vista humana, llegando en sus últimos olivos lamer más que alguna alta loma de la montaña. Aquel día la patrulla la formábamos el caimán de la unidad y yo recién llegado de las Vascongadas españolas y el servicio fue encaminado al buen orden en el campo ante tanta escopeta.
Fue por la zona que llamábamos Eugenio La Galla y no me pregunten los lectores que esto lean el motivo de aquel nombre a la zona porque yo mismo me lo preguntaba a veces porque a la pregunta a los demás compañeros a revelarme tal hecho, siempre me daban la respuesta del no lo se.
Dije antes que los olivares se extienden en una marea verde y la Ley de Caza prohibía el ejercicio de la misma en los campos pendientes de la recogida del fruto, y así a voz de pronto, las olivas presentaban una inmejorable recogida de aceituna, pero como escuchamos desde el interior del viejo Land Rover que tosía como un tuberculoso nada más llegar a la zona olivarera los primeros estruendos de escopeta empezaron a oírse porque a pesar de la no apetecible mañana, llevábamos los rayados cristales bajados, pero como la lógica es eso lógica el ronco sonar del motor fue a su vez escuchado por los avispados cazadores y de pronto se hizo el silencio, se escabulleron como lagartijas debajo de las tejas y hete aquí a dos guardias civiles intentado ser evidenciados en pura derrota por los guerrilleros del tío Camuñas, el caimán quiso parar el coche inmediatamente e ir a buscarles y yo le dije si a bien lo tenía que no era el lugar adecuado, sino unos metros más adelante en los que las cunetas se elevaban por encima del camino lo suficiente para taparnos medio cuerpo, y así se hizo, paramos el coche y nos bajamos los dos prismáticos en las manos reconociendo el terreno, por supuesto los cazadores se camuflaron entre los líneos del olivar y nos era imposible tenerles al alcance de la vista y le comento al caimán que podemos intentar el engaño y eso es de la siguiente forma . . . tu te montas en el todo terreno y cierras la puerta bien fuerte y yo por el contrario no subo pero cierro la puerta después de ti con fuerza y me oculto agachado detrás de la cuneta, arrancas te vas recorriendo unos centenares de metros y das la vuelta que a buen seguro alguno cae, dicho y hecho tan cierto como que en cuanto hicimos tal cosa los primeros murmullos se dejaron llevar por el aire
- Ya se han ido, salir que nos dará tiempo dar una vuelta al olivar antes que vuelvan si es que lo hacen, y yo agachado dando tiempo al tiempo como dice la canción de Café Quijano en su homenaje al bolero a oir los pasos sobre las piedras que estas, suelen ser también ruidosas al ser pisadas.
Cuando lo creí oportuno me levanté con aquel silvato de pasta negra que hacía mejor llamada que la propia voz humana y a los tres pitidos dejo secos en medio de una manta del olivar a cinco de los soldados en eterna lucha contra la fiera fauna hispana, ya les ordeno a voz pelada que se vayan acercando y mansitos como ellos solos sabían hacerlo bajaron junto a mi y recuerdo, como entre ellos se decían unos a otros " así es que se habían marchado y nos daba tiempo", y ya cerca de mi a esa distancia en la que los amigos y se dan la mano después de no haberse visto en algunos lustros uno de ello me dice " Bien nos la han jugado señor guardia", son ustedes perros viejos en todo lo que tocan.
De forma que era habitual quedaron denunciados por diversas infracciones a la Ley de Caza, porque además de la práctica en el olivar algunos no portaban la Licencia de Caza y algún que otro documento, y aún alargué mi brazo para ver si la niebla no impedía verme la punta de mis dedos.
Respondo a Pastor "por derecho", primero para darle un 10 por su pluma casi al estilo Delibes en las "Perdices del domingo", tan claro, tan castellano, que visionas la escena a traves de su prosa. Esta noche es tarde y la próxima te dedicaré una muy reciente de cazadores. Seguro te gusta. Un saludo.
PUES ME VAN A PERMITIR QUE LES SUSURRE UN CUENTO DEL ALISIO...
De esto sólo hace diez años...
Miríadas de almas cruzaban las 49 millas que separan Cabo Juby de Fuerteventura, embarcados en ridículos botes de madera que el Atlántico destrozaba a su antojo..
tantos muertos, tantos niños que se ahogaron ante nuestros ojos, tantas historias, cada noche embarcados era una historia que no sabías como se escribiría...
vimos partos, muertes, seres humanos convertidos en bestias, desesperación...alumbradas por la luz de la luna en el mas negro de los Océanos...
de entre todas las historias de nuestros rescates en aquellos años(tenemos contabilizados 14000 personas llegadas a este pequeño de tierra en medio el Océano), os voy a contar una breve historia...
Corría el año 2004, atracábamos en el muelle de Puerto del Rosario, nuestra carga la habitual, 40 subsaharianos, 40 almas , cada una con su historia, con su mochila, con su desesperación , con su idioma distinto, con su mirada...
A diferencia de lo habitual, aquella vez llegábamos a plena luz del día a la rampa de atraque, iniciando el protocolo habitual con los compañeros de la Cruz Roja, no hicieron falta mantas térmicas aquel día, por lo caluroso y por ser mediodía..
uno de los negritos, en un balbuceante inglés, nos contaba su historia....a la que prestábamos la atención justa, porque como ya he dicho antes, eran miles de historias, día tras día...
Relataba esta persona que había cruzado porque su mujer cogió una patera un año atrás para dirigirse a Fuerteventura, que nunca mas tuvo noticias de ella, y que se había lanzado a buscarla..Como podíamos ayudarle?, FUERON TANTOS, DONDE ESTARÍA...SI ES QUE ESTABA!!!...
De repente, y sin que ninguno de nosotros lo esperaramos, apareció a la carrera una mujer...venía corriendo desde el centro de la Cruz Roja que hay a un quilómetro del muelle..
se abrazó al semicadáver que nos hablaba, se besaban, gritaban, lloraban...
En un momento que quedará grabado en mi alma hasta que abandone este mundo , prevalece un movimiento sincronizado..
todas las gafas de sol, las de Cruz Roja, las de mi tripulación del Servicio Marítmo, las de los Portuarios subieron al unísono...
Y a día de hoy, no sé si aquellas lágrimas eran mas de compasión, de felicidad, o de indignación ante una situación de la que solo fuímos partícipes unos pocos, a los que después se nos ninguneó, de tantas almas perdidas en el Atlántico...
Que fueron barridas del recuerdo, como el polvo de aquel muelle por el Alisio aquella mañana.
Una historia entre miles que no tuvieron esa suerte con final feliz. El libro más antiguo y quizás el más vendido nos relata como fuimos creados a semejanza de Dios y yo que soy un creyente aunque no practicante, quisiera saber en que punto de la historia del ser humano dejamos los valores a un lado y nos acomodamos en el mullido y cómodo sillón del dinero arrojando por la borda de nuestra moralidad todo aquello que no sea capaz de hacernos felices, pero me pregunto ¿ Yo que puedo hacer independientemente de contribuir mensualmente de mi exiguo sueldo con Cruz Roja y puntualmente con alguna ONG? ¿ acaso mis valores han sido arrojados al mismo basurero que los que han arrojado todos y cada uno de los políticos de los países más ricos? , , , a ciencia cierta no lo se porque sin ayuda económica los ciudadanos de esos países no van a salir de la miseria nunca y nuestra ayuda individual a pesar que sea mucha no va a lograr otra cosa que no sea intentar llena una botella con un agujero abierto en su fondo, y no todo termina para ellos con su llegada a nuestro País, no creo, se encontrarán en muchos casos con el racismo de muchas personas que les negarán trabajos y hasta el saludo tan sencillo como dar los buenos días.
Bonita historia llena de humanidad, humilde que nos enseña que todavía hay hombres con un corazón más valioso que el más grande tesoro jamás encontrado, y muchos de esos hombres y mujeres visten l sencillo y honroso uniforme verde de la Guardia Civil.
Un Abrazo TIBURCIO.
Es nacido en mi mismo pueblo pero él dentro de una familia adinerada y bastante caciquil por ello y como norma general bien nacida que diría él, acostumbraba hacer y deshacer como a bien le venía en gana.
Como recién llegado a la unidad los compañeros en cada servicio tuvieron a bien –por el mío- enseñarme todos los rincones de la demarcación entre ellos se contaban las muchas y variadas fincas de caza que asentadas en ella. Verdes valles en invierno cobijaban centenarias encinas testigos vivos de la leyenda o no leyenda que dice que en tiempos remotos las ardillas eran capaces de recorrer todo el espacio desde Cádiz a los Pirineos sin tocar el suelo de nuestra hermosa tierra hispana, allí entre sus ramas se esconden las más diversas aves y en las paragüeras sombras que su frondosidad regalan en verano, se cobijan igual esas coloridas perdices o sin duda alguna esas negrillas culebras siempre al acecho para llevarse algún ave o conejo que por allí abundan a su dilatadas bocas.
Llagamos a la de Sierra . . . . y el compañero me pone en conocimiento el nombre del cacique que tiene comprada la caza Leandro me dice, es de tu pueblo pastor y a lo mejor le conoces ¡ coño si le conozco ¡ ¿ que tal se porta ? – un cacique que hace lo que le sale de los cojones y tiene amigos en las alturas y ahí quedaron sus palabras cociéndose en mi cabeza como hiel amarga.
Pocos días después entre de servicio de puertas que entonces se llevaba bastante más que por ahora, que a día de hoy, son muchos los puestos que han cambiado esa denominación por la de atención al ciudadano y la cosa sucedió de la siguiente forma.
Estoy sentado en la oficina que hace de cuarto puertas y a través de la ventana veo que para un coche del que se baja el caciquillo gorra caciquil de pequeña visera a la cabeza, como manda el esteorotipo de hombre rico hombre bueno, o casi, o lo intenta . . . se dirige a la puerta de entrada al cuartel vista al frente, sigue andando sin decir ni mu, accede al patio interior y en el centro se queda quieto y da una vuelta completa sobre si mismo observando las diversas puertas de las viviendas que hay en el interior, yo entre asombrado y divertido a la vez sigo mirando por la ventana y ya en ese momento que no te aguantas más agarro el tricornio me lo calo y salgo al patio –buenas tardes caballero, y él muy simpático, educado como mandan los cánones de los caciques españoles me contesta dándome las buenas tardes.
- ¿ quién es usted ¿
- Soy Leandro y usted es nuevo no es así?
- Lo que sea o no sea carece de importancia en estos momentos ¿ que es lo que quiere?
- Hablar con el sargento, alegando con esa fuerza que ya le conoce.
- Le voy a decir una cosa y una sola vez, Leandro. Soy un guardia civil aunque usted no sepa, no quiera o pase de reconocerlo y estoy de servicio en esa oficina que le señalo con la mano ¿ ve usted la puerta de entrada y la ventana cristalera que tiene en la pared que usted se ha dejado a su mano derecha al entrar?
-Si ,me contesta de nuevo.
- Bueno veo que poco a poco nos vamos entendiendo, y mejor que nos vamos a entender. Va a salir de nuevo para volver a entrar. Cuando entre se dirige usted a la ventana o a la puerta y suavemente con lo que usted quiera da unos golpecitos y yo diré pase o no pase, porque también puedo salir yo como ahora lo acabo de hacer y atenderle lo mejor que pueda, pero si le digo que pase a la oficina hágalo con educación, con la gorra en la mano que queda más decente y usted es un caballero ¿ es así o no Leandro?.
- Si, si . . . , con lo que me voy a la oficina, cierro la puerta, me quito el tricornio que dejo sobre la mesa a mano y me siento despacio con chulería burlesca porque se que el sujeto activo ya está esperando a que le de permiso, cojo una hoja cualquiera de un cuaderno que allí había y empiezo a escribir . . . rayones, y solo rayones cojoneros a los que veo reír sin dar asomo de ruido alguno y de pasada, levantando un poco la cabeza veo que ya está junto a la puerta, me estiro en el asiento sacando pecho y el da dos o tres golpes a la podrida madera repintada desde los tiempos de D. Camilo Alonso Vega con los nudillos de sus dedos cuidados, sacando voz le digo que pase y él obediente abre la puerta y al entrar se quita la gorra y me da las buenas tardes.
- Buenas tardes.
-Buenas tardes ¿ que desea?
-Quiero hablar con el sargento comandante de puesto, me apunta y tira a dar
- ¿ De que desea hablar con él si hace el favor de decírmelo?
- Es sobre un asunto de caza
- De parte de quién?
- De Leandro el Che . . . . (no es el Guevara)
- Pues lo siento. El sargento esta de permiso desde hace 15 días y le quedan otros tantos para incorporarse, así es que o me lo cuenta a mi por si puedo ayudarle o se espera ese tiempo, y en él –observo- que el color de su cara cambia del blanco caciquil al rojo grana pero se contiene porque yo serio como la estatua del sanjuanista que hay colocada a la puerta de su iglesia mayor esculpida en dura piedra granítica, le soporto su mirada de mala leche, y lo hago esperando a que de el paso pero no lo da, cede y me dice.
- Pues perdone pero esperaré a que venga el sargento.
- Pues nada. Puede usted marcharse que veo que es usted muy buen educado, buenas tardes.
Creo que no volvió y si volvió a mi nadie me lo contó, pero si este hilo no se corta contaré otras dos actuaciones con este caciquil personaje tuve en ese mismo destino y en otro posterior.
Buenas noches TIBURCIO, "por derecho" te contesto y dejo la deuda pendiente con Pastor para mañana D.M. aunque él es creyente y no practicante, como yo.
El hecho en si en conmovedor, porque no es una historia, creo sinceramente que ese fué el final de una larga y penosa historia de la que tú fuiste testigo del final -casi feliz-. Todos tenemos razón, los que vulneran las lineas fronterizas de un estado que no es el suyo, los que protegemos el estado en que vivimos para que los de otro estado no entren así como así. Yo nunca me ví en esas tesituras de inmigración unas veces llamada clandestina, otra ilegal y mas suavizada irregular, porque hace muy pocos años empezó este fenómeno que no acabará en muchos años.
Yo que ya soy un poco vejete os pregunto a esos que aún estaís en esos lares de lineas fronterizas: ¿Alguna vez con vuestras manos y pies habeis pisado ese milimétro que separa una nación, una región, una provincia, una comarca, un término municipal una finca de la colindante? y si es así ¿lo habeís podido separar el suelo de ambas lindes? físicamente imposible. porque ambas son lo mismo. Cuando un macho de cabra montés huye de los disparos de sus perseguidores no sabe nunca en que región o nación se encuentra, pone tierra por medio entre la agresión y la supervivencia.
Ese es el fenómeno de la inmigración-emigración, si sigo aquí no viviré si me voy a lo mejor sobreviviré.
Tengo hijos, tengo nietos, uno de mis hijos ya ha emigrado a otros lares a muchos miles de kilómetros, ¿mis nietos podrán seguir viviendo en el punto de la tierra que les vió nacer?. La superviviencia si se acaba donde estás tendrás que abandonar ese sitio, punto y pelota. Y eso no es emigrar eso es querer seguir viviendo que para eso nacimos, la muerte si es el final.
.
Con Pastor tengo una deuda pendiente que esta noche cancelo, aunque también la dedico a la jefa Nefatari por su pasión por los caballos. A Pastor por su defensa hasta la extenuación en defensa de los animalitos que otros por diversión y con las preceptivas licencias gubernamentales, autonómicas y locales se permiten perseguir y luchar a cuarpo partido con su Sarranqueta del 12 hasta que uno de los dos cae abatido, normalmente el que no la lleva.
El pasado año en plena temporada cinegética, yo soy un jubilado, pasaba yo con mi caballo de 20 años por un camino cuando traspasa el camino un conejo o liebre seguido de tres podencos que mandaban un par de hombres armados de escopeta (cazadores), los cuales se encontraban en una viña linde por el camino en el que yo transitaba, les digo que el gazapo se ha ido y que no disparen para no espantar a mi cabalgadura, la respuesta fué afirmativa en cuanto a no disparar. Si antes vuelvo grupas por el camino antes recibimos jinete y caballo tres tiros a nuestras espaldas a menos de 100 metros, creo que me sacudí algún perdigón. Me revuelvo voy al galope hacia ellos y con la cara seria, les recriminó y recuerdo que no pueden disparar hacía los caminos donde circulen personas, etc. y que voy a llamar a la Guardia Civil.
"Este tio tiene malas pulgas" creo que piensan, yo no estaba de buen humor, sigo mi ruta y cuando llego a un llano, me acuerdo que en las alforjas llevo el móvil (cosa rara en mí), no lo dudo, llamo al 062 y les informo que me han ametrallado que vuelvo por el mismo camino y no quiero pasar por el mismo trance, les doy mi ubicación y vuelvo otra vez sobre mis pasos pero eso sí, camuflándonos jinete y caballo por los bancales en lugar de por el camino, y voy observando como los señores deportistas del arte cinegético van loma arriba entre pinos camuflándose aunque el sol hace espejo sobre los metálicos cañones de las armas. Los voy siguiendo con la vista hasta que los veo ocultarse en un campo de frutales a la par que yo llegaba a las cuadras al tiempo que la Patrulla en vehículo que hasta allí se había desplazado.
Con los saludos de rigor la pareja me informa de que no han visto nada (no es raro en un turismo ver oculto dos infractores). Dejo el caballo y les indico:
"Mirad allí, ahora saldrán de su escondite", efectivamente vieron el reflejar del sol sobre el metálico de las armas. Sin perder un segundo apostaron el patrullero donde los cazadores habían dejado sus vehículos y por supuesto fueron "cazados".
Os cuento esta anécdota en "COSAS DE ANTAÑO" no para ponerme una medalla (que humildemente me merezco- me he hecho una de cartulina), si no para que veaís que un vejete con un penco todavía es capaz de poner en el sitio que le corresponde a estos chiflados de armas tomar, que después de cuatro cazallas en el bar del pueblo ya no pueden controlarse y por perder un conejito de nada, cojen el cabreo y disparan contra lo primero que pasa aunque sea un jubilado paseando tranquilamente.
Así tengo otro par de anécdotas montadas que a lo mejor caben en este post. Saludos.
Despues de unos cuantos dias, he sacado un buen rato para leer vuestras historias... Y digo un buen rato, prque veo que esto esta muy animado, y me habia quedado bastantes paginas atras.... Como siempre, un placer leer esas historias de los buenos caimanes....D. Manuel, este hilo esta que arde! Me alegro que este tan animado..1 saludo
Por cierto compañero Pastor, estoy deseando que continues con el tema del "cacique"... Es curioso como estos personajes, siguen teniendo presencia en nuestros pueblos, hasta hay alguno que no tiene nada que envidiar a los de antaño....1 saludo
Que maravillosa idea tuviste al abrir este tema. Cuando hay un ratito con calma, es una delicia pasarse por aquí y leeros a todos. Me gustan muchísimos las historias contadas en primera persona, son más entrañables que las de los maestros de la pluma.
Gracias por tu dedicatoria Manuel.
Un saludazo amigo mío.
Se traslada este hilo a la nueva ubicación "Temas culturales y de historia" donde sin duda estará mas localizable.
Un saludo. Subtecos
Correcto Subtecos, allí continuaremos, señal de que merece interés-
Con motivo del traslado, en la anterior ubicación no pude contar una de aquellas quijotadas que se nos ocurrían de vez en cuando a los guardias civiles.
Sin más preámbulo: Creo que sería el año 1976, vamos lo aseguro, mi hija era pequeña, tenái dos o tres añitos. yo con dinero regalado de mi suegra compré un R-8 muy bonito de cuarta o quinta mano, todavía recuerdo su matrícula pues era el primer coche de una pareja de recién casados y con una hija, lo utilizabamos para todo hasta para dormir a la niña.
Una tarde de verano decidimos ir a comer a la playa, distaba de nuestra casa lo mismo que ahora (2o kms. mas o menos), todavía la costa no se había asfaltado y había un camino de tierra para llegar al mar, frente a él estaban constuyendo unoa (no se poner bungalos en inglés) casas para venderlas a los turistas. algunos ya estaban vendidos y ocupados, valían solo un millón de pesetas (no estaba al alcance de un guardia civil).
El guardia civil (yo), aparqué el coche en el camino bajamos una mesa plegable, dos sillas plegables, una fiambrera con tortilla y lomo, una nevera portátil, una niña con flotador que se metió en el agua y cuando nos disponíamos a comer llegó un señor educado, con dos perros Esnaucer (no se ponerlo en lengua original) y muy educadamente me dijo: "chaval, tú no puedes estar aquí porqué esta playa es privada y es de los que tenemos bungalos, así que con una mano horizontalmente hacía mí y la otra presionando la muñequera me hizo una indicación que quería decír "fuera","largate" o algo así.
Para puntualizar diré que los dueños de esa playa como único documento de propiedad que portaban era una especie de colgantito que los hombres lo ponían en el botón del "Meiba" y las señoras en el tirante del bañador y alguna en el del biquini, es decir todos tenían su divisa de "propietarios de la playa" como la tienen colgada los toros de Morube.
Cuando cabizbajo iba a irme sin comerme la tortilla ni mojarme la entrepierna apareció a lo pronto una Land Rover de techo de lona que habían dotado para servicio tirístico, no de vigilancia de primera línea con una dotación de tres guardias con el tricornio de lona y cogotera.
Me dirgí a mis compañeros a los que conocía personalmente pues éramos todos o solteros o recién casados y un poco traviesos en horas no muy libres.
Paré el vehículo, los saludé nos saludamos y acto seguido le dije al conductor que era vecino mio:
"Pedro:áquel señor de allí que tiene dos perros me ha echado de la playa porque dice que es suya" "llámale y le pides los papeles de la playa" -Por aquellas fechas yo me sabía la Ley de Costas desdeel forro a la fecha de edición-
Pedro le llamó desde lejos como el que cita al morlaco para ponerle banderillas es decir así: Le señaló con el dedo levantó el brazo y lo dejó caer de golpe, lo que traducido quiere decir AQUI, el de los perros pareció duda, pero citado nuevamente de la misma forma acudió raudo y veloz y saludó efusivamente a los agentes, el agente Pedro para saludarlo le contestó ¡¡¡LOS PAPELES DE LA PLAYA!!!, el señor de los perros por señas ya que la boca se le había secado señalaba los bungalos señalaba la playa intentaba decir algo. Pedro: por segunda vez ¡¡¡EN CHINO O EN JAPONÉS, LOS PAPELES DE LA PLAYA", yo veía al señor que se empequeñecía y miraba a los de los colgantitos enterrándolos en la arena.
Me interpuse entre Pedro y el perrero al que le dije: Mire Vd. señor: los guardias civiles también nos bañamos en la playa con nuestros hijos, pero nos quitamos el correaje y el tricornio.
Me fuí a comer mi tortilla, y al día siguiente también y al otro y al otro y el mes pasado y mis amigos y los amigos de mis amigos y unos que pasaban por allí y otros y el señor de los perros, al poco tiempo de la presencia uniformada creo que optó por comprarse otro bungalo con playa propia porque yo no lo volví a ver y tampoco me hizo más el corte de las mangas. El caso es cierto y verdad.
Vuelvo con mis historias de antaño, espero que si alguien la lee por lo menos le dibuje una sonrisa en los labios:
Estaba destinado como Jefe de la Comandancia de Valencia el famoso teniente coronel don Isabelino Cáceres Ruiz, al que yo conocí siendo un niño y después estuve en su Plana Mayor con él hasta que ascendió a Coronel y siempre me quiso mucho, incluso de Guardia y no era para menos ya que yo siempre vestía impecable el uniforme y no tenía el menor miedo sus bravuconadas que la verdad eran como un castillo de fuegos artificiales que la mayoría de la veces quedaba en pobres ascuas.
Don Isabelino como todos los Jefes de Comandancia tenía por aquel entonces adjudicado un "coche de mando", un milquinientos negro, bifaro, una belleza que yo soñaba que algún día fuera a subasta para comprarlo (nunca supe cuando salió a subasta). Por supuesto tenía dos conductores que turnaban 24 x 24 horas para servicio del Jefe de la Comandancia y si uno se iba de permiso no había sustituto, se lo comía todo uno de los dos, grandes amigos mios, uno se llama Ortega, y el otro lo tengo en la punta de la lengua y no me viene, ascendió a Cabo y terminó la carrera de Capitán, muy buenas personas ambos.
Sucedió que un día, estando yo de servicio en la P.M. me mandaron recado para que el coche el Jefe estuviera listo a las, pongamos a las siete de la tarde.
Intenté buscar a uno de los dos conductores habituales, pero no me hice con ninguno, así que fuí al Destacamento de Automovilismo y le dije al Conductor de Guardia que tenía que estar con el coche del Jefe a las siete, este conductor si que me acuerdo, se llamaba Cano y buen me dijo que él solo sabía llevar bien el Land-Rover que no se atrevía con el 1.500, vamos excusas por temor al Jefe.
El caso es que como pude me hice con Ortega que, en un plis plas se puso el uniforme, pasó la gamuza por el brillante 1.500 bifaro y con su gorra de plato roja y su pistola del 9 mm. corto estaba a las siete en punto de la tarde estacionado en la puerta de la escalera por donde debía bajar el Teniente Coronel, que llevó a donde el mandase (a lo mejor a los toros) ¿porque no?.
Yo no le día mayor importancia haber logrado localizar a Ortega, ya que su compañero de especialidad Cano no sabía manejar el 1.500.
Pasó un tiempo y, lo recuerdo como si fuera ahora, estaba yo en la calle de Xátiva (Játiva) en Valencia después de haber ido al cine o a lo que fuera, era de noche y por no esperar el autobús paré un taxí, concretamente un mil quinientos bifaro igual que el adjudicado al Primer Jefe de la Comandancia.
¿Quién era el taxita?
El Guardia Cano, haciendo pluriempleo. él no me conoció hasta que no me senté detrás, entoncés nos saludamos como amigos y compañeros. pero no me quedé con las ganas y le pregunté: ¿Oye, pues tú el otro día no me dijiste que no sabías conducir este coche? y ahora se te estás ganando una pasta extra. No te preocupes que de esto se enterará todo el que yo quiera.
Hasta aquí dejo la anécdota para que algunos vean de lo que es capaz un señor (por decirlo de algún modo) que estando de servicio para lo que salga, se excusa vagamente, con un "yo no sé" y recarga el trabajo al benemérito que estaba unas horas libres.
Fué cierto y lo cuento, y pronto colgaré la foto del Jefe y del coche de marras.
Jejejeje….la picaresca que tantas veces ha sido tratada por las grandes plumas. Hoy plasmada en una de tus historia.
Bueno, el compañerismo del Sr. Cano queda en ……
Un placer leerte Manuel.
Un cordial saludo.
Je, je. Uno que ya ha toreado en plazas de todas categorías tiene su pequeña anécdota con un 1.500 de aquellos; también bifaro y perteneciente al glorioso Ejército del Aire. Y como son cosas de antaño que pueden contarse hoy, pues lo cuento y punto pelota.
Se trataba de un cabito de reemplazo que cumplía con su obligación a la Patria ejerciendo de conductor en el por entonces Ministerio del Aire madrileño.
Aquél día estaba de servicio de 24h, y al día siguiente no libraba hasta las cinco de la tarde ( luego se quejan algunos). Llegada la noche, y al pasar lista, el “semana” ( a alguno le sonará esto del “semana”) se le metió en la chola nombrar la tercera imaginaria al cabo conductor. Este protestó alegando que los conductores estaban libres de imaginarias (1), que no era justo además de servicio de conductor tener que hacer el servicio de imaginaria; pero la mili era la mili, así que se tragó la tercera con bayoneta al cinto y todo.
Pero el cabito se la juró al “semana”, y no tardó en llevar a cabo su venganza.
Al día siguiente sabía que tendría que llevar al coronel en su vehículo oficial: un flamante y negro 1.500 bifaro de última generación.
El vehículo se estacionaba en el hueco que quedaba entre la puerta del escuadrón y el bordillo altísimo de una acera que da a la policlínica del Ministerio ( si alguno hizo la mili allí sabrá de lo que hablo e identificará el lugar inmediatamente). Salió el jefe, el cabo le saludó reglamentariamente, le cerró respetuosamente la portezuela trasera, se puso al volante, metió la segunda, quitó el freno de mano, no pisó ninguno de los pedales ….y le dio a la llave del arranque. El 1.500 salió disparado un par de metros hasta que paró bruscamente contra el enorme bordillo.
No pasó nada a nadie, salvo al flamante vehículo oficial que allí dejó el parachoques niquelado y todo.
- ¿Está usted bien cabo?
- Sí mi coronel. ¿ Y usted?
- Yo no tengo nada; pero hijo, ¿qué le ha pasado con lo buen conductor que es usted
- Na ni coronel. Que el semana me ha colocao la tercera imaginaria y no he pegao ojo en toa la noche. Y ahora yaveusté….adormilao que anda uno con tanta imaginaria y tanta gaita.
- No se preocupe usted. Luego se pasa por secretaría y yo mismo le firmo un “rebaje” de” imaginarias”. La seguridad ante todo.
Asunto terminao.
- Las llamadas imaginarias era el servicio de dos horas en que la tropa vigilaba por el sueño de sus compañeros y vigilaba que nadie no autorizado entrase en el dormitorio. Por lo menos eso era en teoría.
Hace tiempo que no cuento nada de "cosas de antaño para leer hoy". Así que hoy que tengo unos minutos para vosotros os contaré una anécdota verídica ocurrida a un servidor de Vds. en una de esas provincias llenas de trigales y pequeños pueblos que comprenden la Comunidad de Castill-León a donde fuí destinado a estrenar unos galones rojos como Comandante de Puesto a un pueblo que rondaba los 300 habitantes y con una demarcación extensa de doce pueblos y aldeas que totalizaban unos 1200 ciudadanos que todavía iban a ver la televisión al "teleclub", el último se inauguró estando yo de Comandante de Puesto con asistencia del Gobernador Civil de la provincia al que se dió cumplida escolta.
El tema curioso es que normalmente los Puestos tenían un teléfono y no sé porqué, en muchos de ellos el teléfono disponía de un pequeño candado que inutilizaba su uso para marcar y solo podía recibirse llamadas. Las que tenían que efectuarse tenían que ser en forma de telefonema oficial que redactaba el Comandante de Puesto y posteriormente dictaba muy despacio el Guardia de Puertas al destinatario, que rara vez pasaba de ser al Jefe de Línea.
El caso se presentó cuando quedó vacante una plaza de cabo o cabo 1º de Especialista Fiscal (los de la gorra) en el destacamento creado en una fábrica de coches de la Renault, creo que era en Venta de Baños y,casualmente dicha aptitud únicamente la teníamos dos Cabos en toda la Comandancia, le pregunté al compañero si le interesaba la plaza y me contestó que no, que era para mí que yo era más moderno.
Así que como yo tampoco quería ir, me enteré de que uno de mi empleo le interesaba pero que no tenía la aptitud de Especialista en Fiscal, pero era voluntario para el destino.
Yo con 27 años, era todo un quijote, no me quería separar de aquellos páramos por nada del mundo, mi mujer estaba contenta mi hija se criaba perfectamente, yo disfrutaba de mi profesión.
Ni corto ni perezoso, quité el candado del teléfono y llamé a la Dirección General del Cuerpo exponiendo el problema: habiamos dos Cabos que no queríamos ir y uno que sí, aunque no tenía reconocida la aptitud. El chico que me atendió de la Sección de Personal (de entonces), creo que me dijo que lo dejara de su cuenta o algo parecido, que más valìa un voluntario que un forzoso. No recuerdo bien.
Al día siguiente se presentó un mando en mi Puesto, no se si era el Primer Jefe de la Comandancia, pero mandaba más que yo.
"¿Y a Vd. quién le ha dado permiso para utilizar el teléfono oficial para saltarse a la torera el escalón de mando?" o algo parecido, vamos una bronca.
Yo fuí sincero, sencillo, correcto, y contesté lo que os podeís imaginar: que estaba muy bien allí, que habiendo un voluntario etc. bla bla bla.
En resumen, le dieron la plaza al que realmente le interesaba, eso sí, tenía que obtener si o sí la aptitud de Especialista Fiscal, y vamos si la obtuvo, creo se la mandaron en papel de celofan.
Y es que las restricciones telefónicas en una Casa Cuartel llegaban a límites insospechados pues se cotejaba que las llamadas efectuadas habían sido todas realizadas a teléfonos del Cuerpo o "Muy oficiales", no valían los Ayuntamientos y cosas por el estilo.
La verdad que un placer leer estas anécdotas e historias, una muy buena manera de conocer aspectos de antaño
gracias por todas estas costumbres, historias, relatos, etc, que me acercan mas a mis antepasados. Los he leido con mucho gusto.
Don Manuel, me han encantado sus relatos. Gracias por dedicar parte de su tiempo para relatarnos sus vivencias.
Hacía muchos días que no pasaba por aquí, hoy me veo con grata sorpresa de tres foreros DRUGO, MARIAMETRA Y CARCAMUSO que han agradecido este aficionado a los recuerdos "cosas de antaño". Yo les agradezco de corazón ese detalle para conmigo. posiblemente habrán muchos que tegan mucho que contar y seguir dando vida a las nuevas generaciones de guardias civiles que se miran en que en un pasado reciente aquí no ingresaba el que no encontraba trabajo en ningún sitio (porque no exitían ni los curriculums), bastaba abrir la prensa de cada día para encontrar un montón de ofertas desde taxista a fontanero, pasando por gestión de personal, de material, etc. etc. etc., por tanto dedicado a vosotros, y no será inventiva, pronto ampliré la página con algo de antaño, aunque algunos no lo crean.
Bueno pues nobleza obliga. Hoy tengo como diez minutos para Vds. que animan a los máqs viejos y que afortunadamente además de manejarnos perfectamente con la Lexicon-80 (una joya) , hoy el teclado pra nosotros no tiene secreto alguno, otra cosas es entrar en "configurar", pero bueno esto es a título de monologo. ahora me gustaría hablaros de la famosa reforma de 1968.
Razones: La primera es que los Mandos del Cuerpo tenían que experimentar si los guardias civiles de siempre en un futuro próximo serían capaces de hacerlos motirzados como la gemela Agrupación de Tráfico con sus Land-Rovers y sus Sanglas 400 que eran la envidia de los de rural, fiscal y Costa, con su chopo al hombro su capa y su cartera de camino, sin un mal radiotelefono en caso de urgencia, corriendo al bar de al lado, a la fábrica o a la gasolinera más próxima para dar esa novedad ocurrida en el curso del servicio "y que lo supieran", una llamada al Puesto y punto.
Así que teniamos innumerables Puestos de primera linea de Costa y algunos Mixtos, rural y playa, en el que el servicio se hacía más o menos así:
Un vigilante diurno de playa desde el amanecer a la puesta de sol con serviciio permente toda la semana y que era relavado por una de las parejas que salian de nocturno (este vigilante de día era un privilegiado pues la semana que le tocaba dormía todas las noches en su cama hasta que el sol despuntaba en el horizonte), Otra cosa era en verano cuando salía a la playa sobre las 6.00 de la mañana y no volvía al Cuartel hasta las 10.00 de la noche.
Después de esto se sorteaban las postas= espacio de playa o costa que a cada pareja se asignaba su viligancia y que no podían abandornar recorriéndola continuamente de principio a fin, donde empazaba la siguiente posta, bien de su Puesto o del colindante. Este servicio se tragaba todas las noches, como mínimo dos parejas (dos postas por puesto, algunos tres).
Además se nombraba una tercera pareja llamada de "Segunda línea", la cual se suprimía en las noches de "LUNA CARABINERA".
Si sumamos que con el Cabo salía un guardia y con el Sargento otro en "vigilancia de servicio" (firmar las papeletas "sin novedad"), más uno de puerta, otro de oficio y cuartel, más alguno de permiso (uno) y alguno que no por "depre" sino por 40º de fiebre caía en cama, las cuentas estaban hechas, cada puesto de Primera Linea: Un sargento, uno o dos cabos y 10 o 12 guardias que no libraban ni para casarse.
Segunda intentar suprimir Puestos de playa que algunos de ellos no tenían ni luz eléctrica amén de otras carencias elementales.
Y así surgió la reforma del 68: Permitimos que los Guardias utilicen ciclomotores de su propiedad particular, les pagamos el combustible (algo) y de cada dos Puestos hacemos uno. Eso sí el ciclomotor lo pagaba el guardia y lo tenía hasta que era trasladado a un Puesto de interior (rural) que solía pasar se lo revendía a alguno de los que venían de nuevo al mismo destino de playa. Por ahí viene a nacer que nuestros servicios fueran motorizados, pero solo en las playas. Y, como el tema va a dar un poco más, por esta noche lo dejo, pero si a alguien le gusta me agradaría lo comunicase para serguirlo, porque todavía hay tela que cortar en esta desternillante reforma del 68.
D. Manuel, por aquellos entonces mi padre se compro una moto GUCI, con marcha en el depósito de gasolina (le toco la Lotería del "Niño", no mucho, pero....). Hermosa moto, que no vendió cuando paso destinado al interior, la conservó y hoy mi hermano la cuida con esmero.
Gracias por tus "realidades", que no comentarios.
Abrazos.
Como he visto una grata contestación de ARANO, que, tiene recuerdo material de aquellos tiempos (la Guzzi de su padre), ampliaremos las cosas de antaño de la reforma del 68 con aquella innovación de los servicios de playa en ciclomotor, que ló único que se conseguió en beneficio de los sufridos guardias fué que en los inviernos terribles de noches desde las seis de la tarde hasta casi las ocho de la mañana del día siguiente que se pasaban pateando por la lengua del agua, se hiciesen dos turnos y se partieran las noches (solo en invierno).
Posteriormente esta modalidad se fué incorporando a los Puestos rurales, pero estos no pagaban la gasolina usada en el servicio con lo cual, el problema se suscitaba añadiendo en la papeleta que los Guardia fulano y mengano saldrán en servicio de correrías, en "vehículo particular".
La paradoja estaba en que en tiempo fresco o de noche, salián con la capa plegada en el sillín, pero una vez puesta a ver quien era el guapo que se la quitaba y la conducción se hacía con un enredo entre capa, cartera de camino, subfusil a la espalda, etc. vamos una lástima, chocante era que nuestra pareja, se cruzada con una de motoristas de la Agrupación de Tráfico, (tres cuartos de piel, pistola del9 corto, botas de montar), vamos la escena era poco menos que dantesca, De ahí que los Puestos rurales llegase el momento que sus integrantes no bajaban de cuarenta tacos, pues los más jóvenes a la mínima al Móvil o a Tráfico.
Pero no para ahí la cosa, recuerdo ver llegar del Parque Móvil un camión cargado de Torrots de 49 c.c. que fueron distribuidos a las playas y que practicamente se usaban de día para que la pareja llevase iguales los vehículos, eso sí, sin radioteléfono, para eso estaban los camareros de los restaurantes y bares de la costa, "Si pasa la pareja que llame al Cuartel", o "acaban de irse con dirección a....", llamada a otro restaurente situado en la dirección que había dado el camarero al Guardia de Puertas.
Se mire por donde se mire aquel 68 lo recuerdo muy nefasto para la estructura operativa del Cuerpo, ya que un servidor en el 77 fué destinado a Puesto rural de Castilla, en el cual no había ninguna dotación de medio de locomoción para el servicio, ni todo terreno, ni ciclomotores, ni caballos, nada, el par de botas y pasito a pasito, y una Casa-Cuartel.
También por aquel 68 los Oficiales de la Guardia Civil fueron dotados de vehículos, el famoso Citroén 2 CV y para algunos Capitanes el Land Rover de techo de lona, el problema estaba en que estos Oficiales anteriormente eran plazas montadas y tenían caballo adjudicado igual que su ordenanza, aquí no hubo mayor problema, los equidos para los Guardias del mismo Puesto o para otro. Pero no había para todos y recuerdo ver un Jefe de Línea y ordenanza también desplazándose de un puesto a otro en ciclomotor particular. Bueno lo dejo por hoy, porque algo queda en la mente que será digno de lanzar a este tema, para que las realidades de antaño no queden cojas. Hasta pronto.
Cuanta razón, D. MANUEL, es por ello que mi santo padre a la primera de cambio se nos largo de casa. Si !!. Para hacerse todo un "motorista". Llego de cuerpo entero y motorista, pero con una costilla rota, aguanto como un jabato hasta terminar el curso.
Recuerdo aquellas correrías en la playa, las recuerdo, por que en el buen tiempo solía ir con la pareja en algunas ocasiones, siempre cuando sabían que el Jefe de Línea, Capitán de la Cía, etc, no iban a "visitarles". Hermosa esa playa de La Barrosa (Cádiz), donde estuvo destinado, solo existían en aquel entonces un poblado de pescadores y un castillo (el Cuartel de la Guardia Civil). Espero que mi hermano, ese que llega a casa y se lleva todo, con el "morro" de que todo queda en la familia, me remita alguna fotografía de aquellos años.
Un fuerte abrazo amigo.