En todas las sociedades del mundo las mujeres y los hombres tienen unos roles más o menos condicionados por la costumbre social, que se replican de forma constante y se expresan en la elección voluntaria del trabajo o tarea a desempeñar como modo de vida. Ahora en Occidente y concretamente en España, que parecemos laboratorio del feminismo mundial, pasa una cosa, y es que hay una serie de miles de plazas de trabajo al año con un sueldo algo por encima de la media y claro, es tremendamente discriminatorio no ponerle facilidades a esas mujeres que por las características intrínsecas del puesto de trabajo no se verían atraídas.
Recordemos que las mujeres reivindicaban más porcentaje de participación en la estiba, que está muy bien pagada, no en la obra ni en la mina.
Pretendéis justificar lo injustificable y por el camino disculpáis todo tipo de barrabasadas y discriminaciones, y no sois más que víctimas o partícipes de una ideología muy, muy bien planificada. Cada uno sabe por qué apoya lo que apoya y sin duda hay un problema porque hay gente que se beneficia de ese problema. Y lo sustentan, y la rueda sigue girando.
Sabes lo más curioso de todo? Que aquellos que abanderan la libertad de expresión (que no es más que un medio de introducir su ideología sin oposición) han creado un ecosistema en el que cualquier opinión disidente supone la muerte pública y laboral del que no comulgue con ello.
El MIEDO, puro y duro, el miedo a expresar algo que no vaya con la norma es lo que hace que las ideologías identitarias como este feminismo hegemónico se hagan ley y costumbre sin oposición. El miedo lleva a la autocensura, que es la peor forma de censura. Vivimos un presente distópico donde gente que es afectada por medidas que le perjudican, de forma directa y por escrito, no puede tan siquiera expresarlo.
Y algunos como pez en el agua, caiga quien caiga.